Salamanca: papeles y mentiras
A lo largo del a?o y medio que han durado los trabajos de la comisi¨®n t¨¦cnica pactada entre el Ministerio de Cultura y la consejer¨ªa hom¨®loga de la Generalitat de Catalu?a para buscar un compromiso acerca de los fondos catalanes conservados en el ya c¨¦lebre Archivo de Salamanca, los cuatro integrantes de aqu¨¦lla -los profesores Antonio Morales, Carlos Dard¨¦, Borja de Riquer y un servidor- mantuvimos sobre tan vidrioso asunto un pacto de discreci¨®n que pudiese favorecer el hallazgo del consenso. ?ste no ha sido al fin posible, pero en cualquier caso la comisi¨®n ha finalizado su tarea y todos hemos recuperado, con respecto a los pol¨¦micos papeles, nuestra libertad de expresi¨®n. Pues bien, me gustar¨ªa ejercerla de nuevo con un prop¨®sito concreto: salir al paso de la p¨¢gina que, en su secci¨®n de Cultura y bajo el t¨ªtulo El Archivo de Salamanca, un testimonio hist¨®rico sobre la represi¨®n y el franquismo, EL PA?S public¨® el pasado lunes; una p¨¢gina de contenido unilateral y sesgado, sin asomo de contraste de opiniones.
Veamos. De creer lo manifestado por don Miguel ?ngel Jaramillo -director del Archivo de Salamanca y ¨²nica fuente de la que se alimenta el texto period¨ªstico-, la noticia ser¨ªa que el dep¨®sito documental helm¨¢ntico 'ha dado el gran paso hacia su renovaci¨®n. Ha modernizado de tal forma sus dotaciones que los archivos est¨¢n disponibles para consultar a trav¨¦s de Internet'. ?Internet? ?C¨®mo, si eso fuese verdad siquiera parcialmente, se explica que, entre febrero de 2001 y junio de 2002, nadie -ni el citado director, ni la Direcci¨®n General de Archivos, ni el Ministerio de Cultura- haya informado de ello a la comisi¨®n t¨¦cnica que estaba debatiendo sobre el car¨¢cter y la cronolog¨ªa de los documentos conservados en Salamanca? ?C¨®mo, si esos registros estaban disponibles on line, puede entenderse que el propio ministerio proporcionase a los comisionados, como ¨²nico material de trabajo, el 'Inventario de la Secci¨®n Pol¨ªtico-Social Barcelona' y el 'Inventario de la Secci¨®n Pol¨ªtico-Social L¨¦rida', trabajosamente elaborados por polic¨ªas y guardias civiles ?en 1948!, plagados de errores y precarios hasta lo indecible? Una de dos: o bien eso de Internet es un bulo, o bien se quiso boicotear la labor de la comisi¨®n t¨¦cnica neg¨¢ndole instrumentos de trabajo fundamentales... Dejo a criterio de los lectores escoger, entre las dos interpretaciones, la que les parezca m¨¢s plausible.
Por otra parte, y dentro de una estrategia general confundidora e intoxicadora, el se?or Jaramillo sostiene, en EL PA?S del 1 de julio, que los equipos franquistas de 'recuperaci¨®n documental' -l¨¦ase expolio- que dieron lugar al fondo de Salamanca no se incautaban en 1937-39 de archivos completos, sino s¨®lo de 'documentos previamente seleccionados para aportar informaci¨®n sobre personas', lo cual es falso de ra¨ªz. Tales equipos arramblaban con todo, a ojo de buen cubero, incluyendo carteles, libros o aquella bandera catalana que yo vi, en noviembre de 1975, protegiendo todav¨ªa del polvo una vieja m¨¢quina de escribir. ?Qu¨¦ clase de selecci¨®n previa explicar¨ªa la presencia, entre lo incautado, de los papeles de la Uni¨®n Republicana de Valls de 1890, del Centro Republicano de Reus desde 1886, del Casino Republicano de Igualada desde 1893, de correspondencia de la Compa?¨ªa Trasatl¨¢ntica o de documentos del Fomento del Trabajo Nacional fechados en 1925? ?Quer¨ªa tal vez el franquismo exigir responsabilidades pol¨ªticas con 40 o 50 a?os de retroactividad? ?Pensaba acaso meter en el mismo saco represivo a rojos, separatistas, navieros y empresarios de Fomento? ?O sucede m¨¢s bien que don Miguel ?ngel Jaramillo nos toma por tontos?
Por ¨²ltimo, hay entre las explicaciones dadas por el director del Archivo de Salamanca a este diario otra falacia may¨²scula, y es la que se public¨® en el despiece titulado Un antiguo error convertido hoy en pol¨¦mica. Seg¨²n ese texto, el origen del pleito y de la reivindicaci¨®n catalana estuvo en el error del Ministerio de Cultura, en diciembre de 1982, de agrupar y permitir que archiveros catalanes catalogasen toda la documentaci¨®n de la Generalitat hasta entonces dispersa y mezclada -como es norma de aquella casa- en el interior de casi 2.000 legajos. Ah¨ª el se?or Jaramillo miente por partida doble: primero, porque sabe perfectamente que la reclamaci¨®n catalana no se circunscribe a los papeles de la Generalitat, sino a todos los producidos en Catalu?a, y segundo, porque conoce al detalle que las demandas de devoluci¨®n de lo expoliado comenzaron a dejarse o¨ªr en 1977-78, tomaron estado parlamentario a trav¨¦s de una moci¨®n de Antoni de Senillosa en 1979 y no han cesado desde entonces, en todas las legislaturas y por parte de todo el arco pol¨ªtico. Eso s¨ª, el cuento de que reunir en un bloque los documentos de la Generalitat fue una equivocaci¨®n, algo falso y artificial, desvela la que ha sido pieza maestra en la t¨¢ctica defensiva del archivo desde hace un cuarto de siglo: mantener la ca¨®tica mezcla de fondos, la inextricable confusi¨®n de procedencias geogr¨¢ficas, institucionales y cronol¨®gicas de los papeles, con el grotesco argumento de que es preciso respetar la 'ordenaci¨®n original', cuando no hubo tal, sino una mera y apresurada acumulaci¨®n.
En fin, tal como est¨¢n hoy las cosas, es de temer que los a?orados 'papeles de Salamanca' sigan all¨ª por bastante tiempo. Pero no en nombre ni al servicio de ning¨²n proyecto archiv¨ªstico on line o de criterio cient¨ªfico alguno sino, como dijo en 1995 Gonzalo Torrente Ballester con una franqueza por la que le debemos gratitud, 'por justo derecho de conquista'. Pues bien, siendo as¨ª, ser¨ªa de agradecer que, por lo menos, los conquistadores y sus herederos se ahorrasen y nos ahorrasen el recochineo.
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