?Basta de realidades; queremos promesas!
La pintada, probablemente rebotada a?os atr¨¢s del Mayo del 68 a un peri¨®dico mexicano, para acabar en una pared de Buenos Aires, refleja no s¨®lo la desesperaci¨®n de unos argentinos que, con su crisis pol¨ªtica, no salen de su pozo econ¨®mico, sino una preocupaci¨®n m¨¢s general. Podr¨ªa aparecer en cualquiera de nuestras ciudades, incluso en las m¨¢s opulentas. En las ¨²ltimas elecciones, ya sea en Italia, Francia u otros lugares, los pol¨ªticos han dejado de ofrecer ilusi¨®n para vender realidades, ni siquiera certidumbre. Lo m¨¢s que llegan es a reducir impuestos; y a¨²n. Quiz¨¢s est¨¦n curados de promesas incumplidas o incumplibles y tiendan a alejarse de un populismo que, como se ve cuando surge en este caldo de cultivo, s¨®lo lleva al desastre o a la frustraci¨®n. Pero la falta de proyectos es tambi¨¦n esa crisis de futuro que anunciara Octavio Paz.
Ayudada por el 11-S, estamos viviendo la primera crisis del modelo de la econom¨ªa de mercado, de la globalizaci¨®n, desde que ¨¦sta se ha quedado sola, fracasada la utop¨ªa comunista, y, salvo alguna excepci¨®n notable, derrotada militarmente la fascista hace m¨¢s de medio siglo. En el fondo late la quiebra de una condici¨®n esencial, pol¨ªtica, econ¨®mica y social, para el capitalismo moderno y la democracia: la confianza. Los esc¨¢ndalos contables de Enron, WorldCom, algunos de los nuestros y otros por venir, han puesto de relieve esta quiebra del sistema, en la que adem¨¢s se produce una perversi¨®n cuando en algunas grandes empresas los directivos ganan mientras ¨¦stas pierden. La situaci¨®n es a¨²n m¨¢s grave al observar no s¨®lo el efecto de la quiebra de confianza en las bolsas y en los bolsillos de tanto inversor que han visto evaporarse parte del valor de sus ahorros, sino el hecho de que las grandes empresas est¨¢n en una situaci¨®n de poder que no se ve correspondida en transparencia y responsabilidad: de las 100 primeras entidades econ¨®micas, hoy en d¨ªa entre 51 y 74, seg¨²n los c¨¢lculos, son empresas y no Estados. Seg¨²n el Institute for Policy Studies, las 200 primeras empresas del mundo representan una cuarta parte de la econom¨ªa del mundo, pero emplean a menos del 1% de la fuerza laboral global, y sus ventas combinadas son mayores que la producci¨®n conjunta de todos los pa¨ªses del mundo, restando los diez primeros.
Ahora bien, ?qui¨¦n audita a sus auditores, y qui¨¦n controla a los controladores? La desconfianza llega tambi¨¦n a las cuentas p¨²blicas, tan maquilladas en los ¨²ltimos a?os, y a las estad¨ªsticas oficiales. Y los que juzgan en este mundo -contadas agencias de calificaci¨®n y los bancos de inversi¨®n- han salido contra la candidatura de Lula en Brasil, uno de los pocos que osan vender promesas, lo que no significa que pueda cumplirlas. A menudo, los primeros en desconfiar y sacar dinero de los pa¨ªses son los nacionales que pueden, primera muestra de que no creen en su propio futuro. Mientras, la abstenci¨®n tiende a subir en las democracias.
Si el 11-S ha generado inseguridad no es s¨®lo por lo que hizo Al Qaeda, sino porque la Administraci¨®n de Bush se encarga de recordar a diario que espera un nuevo ataque, lo que le sirve para mantener la movilizaci¨®n, el gasto militar y prevenirse por si ocurre algo gordo. El 11-S ha contribuido a esta sensaci¨®n de agobio de una realidad cotidiana y geopol¨ªtica que se antoja inestable, ya sea por la guerra que no acaba en Afganist¨¢n, la violencia en Oriente Pr¨®ximo o porque, cuando parec¨ªa que nos hab¨ªamos librado del peligro nuclear, aparecen India y Pakist¨¢n para record¨¢rnoslo.
Uno de los term¨®metros de la incertidumbre es el precio del oro, que subi¨® de forma espectacular el 11-S y los d¨ªas siguientes, pero que ha alcanzado ahora su cota m¨¢s elevada. El encarecimiento del oro es producto del pesimismo de la riqueza. Salir de la incertidumbre requiere sentido de direcci¨®n. Como escribe Martin Woollacott en The Guardian, un mundo sin optimismo es un lugar realmente peligroso.
aortega@elpais.es
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