Todo para Berlusconi
Silvio Berlusconi no tiene ya que preocuparse por las presuntas incompatibildaes que pueda plantearle su condici¨®n de jefe del Gobierno y a la vez el hombre m¨¢s rico de Italia, que cuenta entre sus propiedades con tres canales de televisi¨®n que en buena medida modelan la opini¨®n p¨²blica. El Senado, dominado por la derecha, bendijo la semana pasada la Ley sobre Conflicto de Intereses, un texto redactado a la medida del magnate.
La sanci¨®n parlamentaria de la situaci¨®n de Berlusconi atenta a la vez contra la decencia y el sentido com¨²n m¨¢s elementales. Los expertos dir¨¢n tambi¨¦n si contra la Constituci¨®n. No se puede contemplar de otra manera el hecho de que la ley considere incompatible la direcci¨®n de una empresa medi¨¢tica con un puesto gubernamental, pero no as¨ª su propiedad. En rom¨¢n paladino, los empleados del primer ministro italiano en Mediaset han de optar entre su puesto y la pol¨ªtica, pero el due?o del tinglado s¨ª puede ser jefe del Gobierno sin que ello plantee conflictos morales o econ¨®micos.
Hay salvaguardas, claro. Entre otras, la Autoridad Garante de las Comunicaciones es la encargada de vigilar si las empresas del ramo que dependen del titular de un cargo gubernamental reciben un apoyo privilegiado que da?e el inter¨¦s p¨²blico. Pero el presidente de esta Autoridad es nombrado por el Gobierno, es decir, por Berlusconi. Respecto a las sanciones para funcionarios p¨²blicos que incurran en conflicto de intereses, ser¨¢n exclusivamente pol¨ªticas, no pecuniarias, y las decidir¨¢ el Parlamento: en ambas c¨¢maras tiene una confortable mayor¨ªa el jefe de Forza Italia.
Es dif¨ªcil imaginar otro pa¨ªs de la Uni¨®n Europea donde el Parlamento convalidara una legislaci¨®n similar. Il Cavaliere debe de estar exultante, pese a verse obligado a recomponer sus filas tras la crisis provocada por la dimisi¨®n del ministro del Interior y haberse comprometido a nombrar por fin un nuevo titular de Exteriores, cargo que ¨¦l mismo desempe?a desde enero. La oposici¨®n de centro-izquierda calific¨® de luctuosa la jornada en la que el Senado aprob¨® esta ley. Pero El Olivo, que ahora insin¨²a la posibilidad de un refer¨¦ndum para deshacer lo hecho, fue incapaz durante cinco a?os de legislar sobre conflictos de intereses, pese a que Berlusconi emerg¨ªa imparable en el horizonte. En el pecado lleva la penitencia.
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