Enfadado
El presidente Aznar no est¨¢ dolido de la clase obrera espa?ola como en su tiempo lo estuvo Mar¨ªa Barranco del movimiento ¨¢rabe -'El movimiento ¨¢rabe se ha portado muy mal conmigo', dec¨ªa el personaje de Mujeres al borde de un ataque de nervios-, y estar dolido implica piel humana y coraz¨®n, si el coraz¨®n es realmente la v¨ªscera del sentimiento. El presidente tampoco est¨¢ indignado con la clase obrera espa?ola, porque las indignaciones hay que seleccionarlas y lanzarlas contra sujetos de equivalente entidad a la propia. No puede malgastar indignaci¨®n Aznar contra los sindicatos, porque no est¨¢n a la altura de su condici¨®n de estadista que se tutea con los jefes de Estado de medio mundo y que incluso ha sido invitado a margaritas, tamales y enchiladas en la mesa del emperador.
Simplemente, Aznar est¨¢ enfadado y trata de poner al movimiento obrero espa?ol fuera de su vista, sin otro interlocutor a su alcance que el ministro Rato. As¨ª demuestra el se?or presidente cierta generosidad, porque podr¨ªa haber designado a Rajoy y dejar las cosas en su sitio: una mera cuesti¨®n de orden p¨²blico. Ya ha advertido Aznar que no piensa cambiar ni una coma de su decretazo laboral, y por ello resulta un tanto gratuito que Rato, UGT y CC OO pierdan parte de los mejores a?os de su vida hablando del tiempo o de mujeres; ya se sabe... la madre Teresa de Calcuta, Pasionaria, Margarita Nelken o Norma Duval. Obligados los sindicatos a plantear un oto?o caliente, Aznar parece esperarles comiendo un huevo, una tortilla y un caramelo, men¨² tontorr¨®n que ha tratado de corromper nuestro paladar desde la infancia.
Aznar est¨¢ convencido de que su fuerza es la debilidad de sus antagonistas. En 1996 gan¨® las elecciones porque el PSOE agonizaba de ¨¦xito y ahora cuenta con mayor¨ªa absoluta porque el PSOE, como buena parte de la socialdemocracia globalizada, est¨¢ de vacaciones y casi no sabe, casi no contesta. Cuando deje de ser presidente, sus enfados importar¨¢n un comino y por eso es de temer que no se resigne a malgastar ce?o, a enfadarse en vano. Una de dos: o ser¨¢ Papa in p¨¦ctore o le veremos aupado un d¨ªa al cargo de jefe de mariachis de la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.