La palabra, sobre todo
Se est¨¢n cumpliendo estos mismos d¨ªas los dos primeros a?os de la desaparici¨®n de Carmen Mart¨ªn Gaite, que nos lleg¨® de manera tan alevosa como fulminante para casi todos, dado que el secreto de su inminencia fue muy bien guardado por el pu?ado de amigos que la acompa?aron hasta el final, hasta el punto de que a muchos -entre quienes me cuento- nos sigue pareciendo como algo muy reciente, como si todav¨ªa el acontecimiento no se hubiera borrado del todo, como si a¨²n estuviera viva entre nosotros, no se hubiese convertido en el recuerdo que debiera ser, como si lo estuvi¨¦ramos rechazando en el fondo de nosotros mismos.
En medio de esta inmediatez ha comenzado la publicaci¨®n de sus textos in¨¦ditos, que empezaron con una novela inacabada, Los parentescos, muy bien introducida por Bel¨¦n Gopegui y -a la espera de la publicaci¨®n el pr¨®ximo oto?o de sus Cuadernos de todo, que anuncia Debate- ahora aparecen tambi¨¦n estas 25 conferencias, bajo el tan sugestivo t¨ªtulo (que parece suyo) de Pido la palabra, prologadas por Jos¨¦ Luis Borau, amigo y colaborador de la difunta escritora, y cuya proyecci¨®n en el terreno de lo literario no se limita a la fundaci¨®n y direcci¨®n de una de las m¨¢s 'diferentes' y necesarias editoriales con que contamos hoy para rescatar olvidos injustificados o escasamente conocidos, las Ediciones del Im¨¢n. Y en sus excelentes palabras de introducci¨®n a este volumen de Carmina, Calila o la Gaiteira (como as¨ª mismo lo dice), que rebosan humanidad y ternura por la gran figura desaparecida, el cineasta no ha podido dejar de citar la colaboraci¨®n que mantuvieron los dos en una truncada serie televisiva (s¨®lo se emitieron la mitad de los cap¨ªtulos preparados por ambos) dedicada a rescatar las aventuras infantiles de Celia, el personaje infantil creado por Elena Fort¨²n, aquella intelectual exiliada que se llam¨® Encarnaci¨®n Aragoneses. Pero la cultura y la literatura funcionan como las cerezas, se tira de una y van siguiendo las dem¨¢s inexorablemente encadenadas. Y as¨ª, tras una primera conferencia dedicada a reivindicar el siglo XVIII, vienen otras cuatro sobre Elena Fort¨²n, su figura, obra y circunstancias, que se van ampliando a las actividades teatrales de su marido, el escritor y militar Eusebio Gorbea, amigo de Valle-Incl¨¢n, Ricardo Baroja, Rivas-Ch¨¦rif y los grupos teatrales de El Mirlo Blanco y El Caracol, y de ah¨ª a las prefeministas del Lyceum Club femenino (de Mar¨ªa de Maeztu a Mar¨ªa de la O Lej¨¢rraga -la verdadera autora de la obra de su ex marido Mart¨ªnez Sierra, otra injusticia clamando al cielo que Antonina Rodrigo ha aclarado ya-, Zenobia Camprub¨ª, Victoria Kent, hasta llegar a las m¨¢s radicales Concha M¨¦ndez y Maruja Mallo), para introducirse al final en los terrenos del humor infantil de sus personajes Celia y su hermano Cuchifrit¨ªn. En fin aqu¨ª se puede tirar de todos lados, la cosecha ser¨¢ siempre m¨²ltiple y frutal. Aunque, dentro de su seriedad, lo que m¨¢s me ha impresionado es, en otro de estos textos 'hablados' aunque siempre escritos (pero ?no era ¨¦se uno de los secretos m¨¢s a voces de la Mart¨ªn Gaite, en su permanente b¨²squeda de todos los interlocutores posibles?), una emocionante evocaci¨®n de la figura de don Melchor de Macanaz, sobre cuyo proceso inquisitorial vers¨® su tesis doctoral, tan magistral porque lo convirti¨® felizmente en uno de sus personajes preferidos.
PIDO LA PALABRA
Carmen Mart¨ªn Gaite. Anagrama. Barcelona, 2002 426 p¨¢ginas. 18 euros
Carmen Mart¨ªn Gaite fue siempre aquella jovencita de provincias salmantina y de origen gallego (lo que tambi¨¦n aqu¨ª recuerda) que por aficiones lectoras y afinidades electivas cay¨® en medio del mejor grupo literario de su ¨¦poca, los miembros de aquel primer realismo narrativo que formaron Juan Benet (apartado siempre), Ignacio Aldecoa y su esposa Josefina, Rafael S¨¢nchez Ferlosio (el silencioso que nunca deja de hablar con quien tambi¨¦n Carmen estuvo casada), Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, el gran cuentista Medardo Fraile, y algunos otros m¨¢s, que buscaron sobre todo la libertad, la independencia y el verdadero rigor est¨¦tico que otros sucesores despe?ar¨ªan despu¨¦s por excesos pol¨ªticos, de los que algunos -los hermanos Goytisolo, Ana Mar¨ªa Matute, Mars¨¦, Caballero Bonald o Garc¨ªa Hortelano- tambi¨¦n se salvar¨ªan. ?stos fueron los que hoy son nuestros cl¨¢sicos, no lo olvidemos. Nacidos a trav¨¦s de toda suerte de dificultades, perseguidos por la muerte incesante, buscadores siempre de la libertad, buceadores en el interior de una literatura siempre amenazada, el realismo interior, po¨¦tico, fant¨¢stico y misterioso de Carmen Mart¨ªn Gaite ha ocupado aqu¨ª su mejor lugar, para bien de todos nosotros, que seguimos contando con ella siempre y de la mejor de las maneras, con sus palabras al lado para toda la eternidad, que siga aqu¨ª sin parar y gracias para siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.