Un viaje al islote m¨¢s vigilado
EL PA?S se acerc¨® ayer por la costa marroqu¨ª a 200 metros de la isla Perejil
El islote del Perejil es algo que est¨¢ en la memoria de los ceut¨ªes, pero casi exclusivamente ah¨ª. Los de m¨¢s edad recuerdan excursiones a la zona boscosa de la costa que lo rodea e incluso peque?as incursiones en ese pedazo de tierra que apenas dista 200 metros de la costa. Los m¨¢s j¨®venes lo aprecian por su atractivo para el submarinismo y porque se ve bien desde el pico de la Dama Muerta, un macizo de roca blanca muy valorado por senderistas y escaladores que llega cortante hasta casi la orilla.
A escala oficial, ya es otra historia. La toma del islote mereci¨® ayer la condena de la Junta de Portavoces de la Asamblea de Ceuta. El presidente de la ciudad aut¨®noma, Juan Vivas, ley¨® un pronunciamiento en el que se calificaba la ocupaci¨®n de 'inadmisible' desde el punto de vista del Derecho Internacional e 'impropio de un pa¨ªs que tiene suscrito con Espa?a un tratado de amistad y buena vecindad'.
El islote, en realidad, es un espacio de terreno de un par de hect¨¢reas que est¨¢ a unos diez kil¨®metros al oeste de Ceuta. No es ni siquiera llano y tiene en su cara Este un cono de erosi¨®n que ha reducido gran parte de su terreno. Su orograf¨ªa hace dif¨ªcil construir nada encima y est¨¢ tan cerca de la costa que es imposible que algo con m¨¢s calado que una barca navegue por el canal. Tan s¨®lo un buque de guerra que merodeaba por la zona ayer tarde daba muestra de la importancia que ha obtenido este pedazo de tierra. En la vecina Beni Younech, un ¨²nico puesto de guardia del Ejercito marroqu¨ª, mandado por un teniente, vigilaba la zona. Ante la llegada de cualquier curioso por el camino de piedras que lleva hasta la loma desde la que se puede ver el islote, un cabo primero revisa la documentaci¨®n de los extra?os hasta la llegada parsimoniosa de su teniente. El problema no esta en tanto en el islote como en las instalaciones militares reci¨¦n levantadas, unos edificios de cemento encajonados en la costa que podr¨ªan albergar hasta a un centenar de personas.
La zona que rodea a Beni Younech es un bosque de pinos y matorral surcado por pocos caminos por los que es un calvario conducir. Pero, al igual que sucedi¨® en su momento con el monte Gurug¨², en Melilla, durante a?os dio cobijo a muchos subsaharianos antes de lanzarse al Estrecho en patera. Ahora s¨®lo hay cabras marrones y peque?os reba?os de vacas de igual color e id¨¦ntica desnutrici¨®n. Ninguna de las personas que viven en las cercan¨ªas del islote parec¨ªa ayer darle mayor importancia. Si se les preguntaba sobre el tema, contestaban con una sonrisa y un gesto de asentimiento. Y junto al pe?¨®n, las playas estaban llenas de ba?istas, con barcas de pesca varadas en la orilla, a la que, de vez en cuando, se acercaba una moto de agua o una lancha desde las que sal¨ªan carcajadas que se pod¨ªan o¨ªr desde los merenderos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.