Punto de inflexi¨®n

Al presidente no le gustan los debates del estado de la naci¨®n. Por la ma?ana, Aznar ley¨® su discurso con un tono cansino y burocr¨¢tico que recordaba a los ¨²ltimos a?os del PSOE en el poder. Tambi¨¦n, como ocurr¨ªa entonces, Aznar necesit¨® que Zapatero le pusiera banderillas negras para dar sus mejores prestaciones en la r¨¦plica. La intervenci¨®n inicial del presidente fue m¨¢s propia de un debate de investidura, como le reproch¨® el l¨ªder del PSOE, que del ejercicio anual de balance de la acci¨®n de Gobierno. Era la estrategia dise?ada con el cambio de Ejecutivo de la semana pasada.

Con ese pasado irrealmente amortizado, Aznar explic¨® sus intenciones para recuperar la iniciativa pol¨ªtica de aqu¨ª al final de su mandato. Del a?o que se somet¨ªa a control parlamentario, s¨®lo dos breves e indirectas referencias autocr¨ªticas: la preocupaci¨®n gen¨¦rica por la inflaci¨®n y la constataci¨®n de un aumento en el n¨²mero de delitos. Lo cual le permiti¨® situar en primer plano la seguridad ciudadana, que de unos meses a esta parte se ha convertido en el argumento recurrente de la derecha europea, a trav¨¦s de una peligrosa amalgama con la cuesti¨®n de la emigraci¨®n. Mirando hacia el futuro, el terrorismo y la cuesti¨®n vasca sirvieron una vez m¨¢s al presidente para marcar un terreno en el que caben pocas discrepancias. Las duras palabras sobre 'el camino emprendido por el nacionalismo e IU en el Pa¨ªs Vasco, un camino que no va a conducir a nada', no por esperadas dejan de ser relevantes. En cambio, sorprendi¨® su distanciamiento g¨¦lido de los sindicatos, lo que sin duda le causar¨¢ mayores problemas de cabeza para el oto?o.

Si la ma?ana fue gris y tediosa, por la tarde el debate recuper¨® la condici¨®n de duelo que lo hace atractivo en unos tiempos en que la pol¨ªtica cada vez est¨¢ m¨¢s futbolizada, los diputados aplauden como hooligans y los medios de comunicaci¨®n buscan un resultado. Zapatero traz¨® un discurso orientado al electorado de izquierdas con un doble objetivo: presentar la pol¨ªtica de Aznar como anticuada y antisocial y subrayar el estilo autoritario del presidente. Con apelaciones reiteradas a la sociedad civil, Zapatero busc¨® un lenguaje que conectara con las preocupaciones directas de los ciudadanos, acusando al Gobierno de crear inseguridad laboral e incertidumbre social, con la tasa de paro m¨¢s alta de la UE, con la dificultad para encontrar una vivienda cada vez m¨¢s cara para una juventud a la que Aznar margin¨® en sus palabras, con el recorte de prestaciones sociales, con la segregaci¨®n en la ense?anza, etc¨¦tera. No le gust¨® nada al presidente que, en su r¨¦plica, apoyada en una profusi¨®n de datos macroecon¨®micos, se centr¨® en un objetivo principal: acusar a Zapatero de incompetencia e incapacidad de presentar una alternativa. 'Usted ha pasado de la oposici¨®n tranquila a la oposici¨®n de pancarta', le dijo. Era un intento de construir una imagen de Zapatero como pol¨ªtico irresponsable, que dif¨ªcilmente casa con su proverbial estilo moderado.

Fue ¨¦ste el momento decisivo del debate. Y quiz¨¢s el que marque una inflexi¨®n en la pol¨ªtica espa?ola. Lejos de arrugarse ante la despectiva lecci¨®n que le imparti¨® Aznar, la contrarr¨¦plica de Zapatero fue afilada, hasta pillar a Aznar en su propia trampa: ?C¨®mo voy a tener que demostrar yo que las cosas se han hecho mal si usted mismo lo ha reconocido cambiando el Gobierno?

Despu¨¦s de la confrontaci¨®n dial¨¦ctica de ayer, puede defenderse una idea fuerza: se ha acabado el desequilibrio que hab¨ªa entre un Gobierno todopoderoso y una oposici¨®n que luchaba para hacerse un hueco y salir a la luz. Este 15-J puede marcar el final del periodo en el que la derecha gobern¨® sin apenas obst¨¢culos, con una oposici¨®n a la b¨²squeda de identidad y de liderazgo, que quem¨® un par de l¨ªderes por el camino. El debate ha consagrado a Zapatero como alternativa real, cuando se sabe que Aznar se va y se desconoce el nombre de su sustituto dentro de la derecha. El socialista habr¨¢ de capitalizar esta ventaja sobre su tapado futuro adversario.

Si hay alternativa de estilo quiz¨¢s sea prematuro afirmar que hay tambi¨¦n una pol¨ªtica alternativa compacta. Zapatero ofreci¨® algunas pinceladas de su proyecto, que requieren m¨¢s concreci¨®n. No era el lugar y la coyuntura adecuadas para explicar en detalle esas propuestas, pero ha llegado la hora de la verdad para el PSOE. En el debate de ayer entre el presidente y el aspirante ha quedado expl¨ªcito que el ¨²ltimo ha subido los pelda?os necesarios para afrontar sin complejos un cara a cara con el presidente. La visible incomodidad y el nerviosismo de Aznar le ahorraron a Zapatero m¨¢s pruebas del estilo autoritario del presidente. El modo despreciativo y arrogante de responderle, el de casi siempre, hablaba por s¨ª solo.

El enfrentamiento no impidi¨® que en algunos temas se impusiera por ambas partes la apelaci¨®n al encuentro que la raz¨®n de Estado exige. Ambos comenzaron sus discursos y dedicaron su ¨²ltima r¨¦plica a compartir posiciones en el conflicto con Marruecos, en la cuesti¨®n terrorista y en el desaf¨ªo institucional del Gobierno vasco. En esto se cumplieron los mejores requisitos de este ritual democr¨¢tico y pasaron a mejor vida aquellos tiempos en los que el PP utilizaba todo con tal de debilitar a Felipe Gonz¨¢lez