Por fin los Pirineos
Llega la monta?a, ?se desvelar¨¢ el 'enigma Armstrong'?
Es como si Lance Armstrong leyera a los cl¨¢sicos. Lucien Petit Breton, ganador de los Tours de 1907 y 1908, escribi¨® para una revista francesa las cr¨®nicas del Tour de 1910. Aquel a?o los organizadores aportaron una novedad: por primera vez se recorrer¨ªan los Pirineos de cabo a rabo. Una etapa, Luchon-Bayona, de casi 300 kil¨®metros, y cuatro puertos, Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque, caminos de piedra y barro, bicicletas de 20 kilos, una epopeya. Petit Breton los sube en coche, pero en su narraci¨®n se admira de los forzados pioneros. No s¨®lo eso. Tambi¨¦n a?ade un detalle t¨¦cnico relativo al uso de los desarrollos. Habla de gustos, de que a algunos, como a Faber o Lapize, les gustaban las relaciones grandes, y que usaron uno que desarrollaba 4,65 metros por pedalada, y que sub¨ªan los puertos alternando la marcha a pie, arrastrando la bicicleta, con el pedaleo. Pero que hubo otros que prefer¨ªan ir m¨¢s ¨¢giles, que Garrigou iba con un desarrollo de 4,30 metros o, m¨¢s a¨²n, que Trousselier iba en 3,65 metros, equivalente a un 39/23 actual. Estos dos, los antecedentes m¨¢s lejanos de la obsesi¨®n por la pedalada ligera de Armstrong, fueron precisamente, los ¨²nicos que no desmontaron de la bicicleta en ning¨²n momento. La etapa, y el Tour, la gan¨® de todas maneras Lapize, pero es porque marc¨® las diferencias en los descensos.
Armstrong perdi¨® la contrarreloj de Lorient en los descensos, donde anduvo excesivamente ligero de desarrollo, dicen los t¨¦cnicos, pero que lo hizo aposta, que no quiso cambiar porque es un hombre de apuestas fuertes y que, de hecho, lo que hizo fue entrenarse para los Pirineos. Son datos, opiniones, pol¨¦micas, los pasillos que dan vida al Tour mientras no pasa nada, intentos de dar respuestas al enigma Armstrong. Pero hoy llegan los Pirineos, el Aubisque y el Tourmalet hasta La Mongie, hasta la zona que est¨¢ a s¨®lo cuatro kil¨®metros de la cima, una etapa corta pero temible. Hoy, se espera, llegar¨¢n las respuestas claras. O no.
El norteamericano habl¨® por televisi¨®n. Habl¨® de su mito, de la historia, de c¨®mo siempre ha atacado en el primer puerto de cada Tour, en la primera llegada en alto, en Sestriere 99, Hautacam 2000, Alpe d'Huez 2001. 'Pero lo hac¨ªa s¨®lo para probar a mis rivales', dijo. Y no aclar¨® si mantendr¨¢ la pr¨¢ctica para acabar con las especulaciones. 'Lance este a?o no tiene prisa, est¨¢ muy cerca del l¨ªder, a 26s, y no a m¨¢s de 30 minutos como el a?o pasado'.
Pueden ser ganas de mantener el suspense, otra pel¨ªcula del americano, pero sus rivales, por si acaso, est¨¢n preparados. Y hambrientos. 'Tengo ganas de que lleguen los Pirineos', dice el l¨ªder, Igor Gonz¨¢lez de Galdeano, mientras que a su compa?ero escalador, Joseba Beloki, se le hacen los ojos chiribitas. Espera la llegada de los escaladores, el cambio de Tour, a ver qu¨¦ pasa de una vez. 'S¨ª, tengo hambre de Pirineos', confiesa ?scar Sevilla, que ha sufrido m¨¢s que ning¨²n a?o en el llano, que tiene ganas de competici¨®n porque apenas ha corrido esta temporada, entre otras cosas porque se cay¨® en la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦ y por eso es por lo que arrastra una ci¨¢tica, un dolor que le baja por la pierna izquierda que requiere los manejos del manipulador cada tres d¨ªas y que le hace inc¨®modo el pedaleo. 'Pero espero que no se me atraganten'. Su plan es moverse por delante con los dem¨¢s escaladores, mientras su compa?ero Botero se queda a rueda de los l¨ªderes.
A Francisco Mancebo le han mantenido este a?o sin correr en Francia hasta el Tour para que no se sature de carreras francesas, que le gustan tanto que da m¨¢s de s¨ª de lo que debe. As¨ª que el abulense es el m¨¢s hambriento. Tambi¨¦n es el m¨¢s callado. 'Me siento bien. Estar¨¦ bien', dice, y se va a tomar un caf¨¦. Nunca especula.
En la peluquer¨ªa del village de salida guarda cola Heras. Armstrong, su jefe, le ha pedido que est¨¦ a punto, que llega su d¨ªa. ?Llegar¨¢ por esa pelada la soluci¨®n al enigma Armstrong?
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