'La patria no es el lugar donde se nace, sino donde se es libre'
Mario Onaind¨ªa (Bilbao, 1948) ha dedicado 10 a?os de trabajo intenso a la tarea de rescatar el pensamiento ilustrado espa?ol de los siglos XVIII y XIX. El resultado es La construcci¨®n de la naci¨®n espa?ola, un libro doblemente ambicioso en la medida en que reivindica la existencia de una Ilustraci¨®n espa?ola de perfiles propios y pretende contribuir a resolver el grave problema de convivencia en Euskadi. Condenado a muerte en el Proceso de Burgos de la dictadura franquista y hoy amenazado por ETA, el antiguo secretario general de la desaparecida Euskadiko Ezkerra afirma que si uno no vive en libertad en su pa¨ªs, ese pa¨ªs no puede ser de ninguna manera su patria. 'La naci¨®n nos pertenece tambi¨¦n a los no nacionalistas', subraya.
'La paz no se puede imponer por definici¨®n, pero la libertad, s¨ª. No la libertad de los poderosos, sino la de que nadie sea esclavo, la de que nadie te queme la casa'
'La democracia est¨¢ hoy defendida en Euskadi por la gente m¨¢s machacada, m¨¢s perseguida. Es kafkiano'
PREGUNTA. Ha buceado en la historia y hasta en la arqueolog¨ªa, podr¨ªamos decir, para recomponer el pensamiento ilustrado espa?ol y recuperar el concepto republicano de la naci¨®n de las libertades. ?Cu¨¢nto hay de voluntarismo en esa b¨²squeda, habida cuenta de que los periodos de libertad que aparecen en la historia de Espa?a son m¨¢s bien ef¨ªmeros?
RESPUESTA. La idea de que Espa?a es un caso excepcional, particularmente tenebroso y reaccionario, es bastante falsa. De hecho, la historia de Espa?a no es muy distinta ni mucho m¨¢s impresentable que la deFrancia o, en general, que la del resto del continente. La ¨²nica excepci¨®n ser¨ªan Inglaterra y Estados Unidos, que han gozado de democracia ininterrumpidamente durante 200 o 300 a?os. En el resto del mundo, la democracia fue siempre una planta muy fr¨¢gil. ?Que cu¨¢nto ha habido de voluntarismo? Pues todo, porque no es el ojo el que ve sino el cerebro y s¨®lo se encuentra lo que se busca.
P. ?El reto es construir la naci¨®n sin caer en el nacionalismo?
R. Lo curioso es que este debate de la construcci¨®n de la naci¨®n lo hemos tenido en Euskadi desde que ¨¦ramos peque?itos y que, de hecho, conseguimos crear un partido, Euskadiko Ezkerra, que era una izquierda nacional vasca, no nacionalista. Lo que faltaba, creo yo, era establecer las bases te¨®ricas, pero para eso hac¨ªa falta huir de la experiencia concreta vasca, escapar del c¨ªrculo vicioso en el que la teor¨ªa sale de la pr¨¢ctica y la pr¨¢ctica de la teor¨ªa. Como no me convenc¨ªan ni el patriotismo cultural alem¨¢n ni el puramente racionalista franc¨¦s, me fij¨¦ en el mundo anglosaj¨®n. Estudi¨¦ filolog¨ªa inglesa para poder comprender los textos y al final termin¨¦ d¨¢ndome de bruces con la Constituci¨®n de C¨¢diz de la que, por cierto, se han escrito muchas cosas peregrinas, cuando, en realidad, se parece mucho a la nuestra de 1978, porque, por ejemplo, establece la divisi¨®n territorial y valora los Fueros como contrapeso a la tiran¨ªa de los Austrias. Para mi sorpresa, descubr¨ª que exist¨ªa una Ilustraci¨®n espa?ola. Desde entonces, y han pasado ya 10 a?os, creo que he le¨ªdo pr¨¢cticamente todos los tratados de pol¨ªtica, los ensayos y, naturalmente, las tragedias que los ilustrados espa?oles escribieron en el siglo XVIII.
P. ?Hay una Ilustraci¨®n espa?ola o hay, simplemente, ilustrados espa?oles?
R. Hay una verdadera Ilustraci¨®n espa?ola en la medida en que no se limitaron a repetir lo que hab¨ªan dicho Montesquieau, Voltaire o Newton. Tiene, adem¨¢s, un pragmatismo muy acusado porque como tuvieron cierto poder -no hay en Francia un caso como el del conde Aranda, por ejemplo- hicieron no pocas reformas. Ese sentido pr¨¢ctico se ve claramente en las obras de teatro que plantean la lucha contra la tiran¨ªa y buscan justificar la necesidad de que la nobleza y el pueblo participen de la pol¨ªtica. Es un dato clave porque el nacionalismo tradicional se limita a definir la naci¨®n desde un punto de vista cultural, con arquetipos de lo espa?ol como Don Quijote, etc¨¦tera, y deja la pol¨ªtica en las exclusivas manos del soberano.
P. ?Y cu¨¢les son los valores de ese republicanismo ilustrado que defiende la naci¨®n de las libertades?
R. Hay una confusi¨®n terminol¨®gica porque los ilustrados llamaban rep¨²blica, no a una forma de Gobierno, puesto que aceptaban la monarqu¨ªa constitucional, sino a unos determinados valores, lo que nosotros llamamos hoy democracia. El primer valor, desde luego, es el de la libertad frente a la esclavitud. En la Constituci¨®n de C¨¢diz, por ejemplo, se dice que el pueblo espa?ol no es patrimonio de ninguna familia. La libertad es tambi¨¦n la compasi¨®n, la piedad, identificarse con el vecino. El concepto de libertad del republicanismo ilustrado es distinto al del liberalismo que se limita a indicar que no hay m¨¢s l¨ªmites a la libertad que los deseos de los dem¨¢s. El patriotismo republicano va m¨¢s lejos, dice que hay que sacrificar el inter¨¦s individual por la libertad de todos. Y ah¨ª entra en contradicci¨®n el esp¨ªritu burgu¨¦s capitalista con el esp¨ªritu de sacrificio por la libertad. Es curioso que estas ideas tan antiguas, el socialismo c¨ªvico del que habla Zapatero, est¨¦n ahora de moda en las universidades norteamericanas.
P. ?C¨®mo se garantiza la libertad de todos los ciudadanos?
R. Por la ley y porque al ciudadano se le exige que se comprometa en la defensa de la libertad. Eso es el patriotismo republicano, una s¨ªntesis entre lo individual y colectivo, entre lo privado y lo p¨²blico, la defensa de los ciudadanos y de la libertad. Para los republicanos, la patria no es el lugar donde se ha nacido sino el lugar donde uno es libre y puede luchar para que todos los dem¨¢s lo sean. El propio Marx se hace eco de ese planteamiento republicano cuando dice que el proletariado no tiene patria. Si uno no vive en libertad en su pa¨ªs, ese pa¨ªs no puede ser su patria.
P. ?El libro responde al doble prop¨®sito de conjurar, de un lado, el riesgo de un nacionalismo espa?ol convencional y, de otro, sustentar la alternativa de un frente constitucional en Euskadi?
R. Hay que utilizar la misma vara de medir frente al proyecto nacionalista vasco y al proyecto nacionalista espa?ol. Mi libro pone de manifiesto que el viejo nacionalismo espa?ol es exactamente igual que el nacionalismo vasco culturalista o etnicista.
P. ?Pero supone una aportaci¨®n te¨®rica a la alternativa constitucionalista al nacionalismo vasco?
R. Espero que les sirva a mis compa?eros socialistas vascos y a todos los amenazados. Recuperar la memoria hist¨®rica deber¨ªa permitirnos pasar de la etapa de resistencia a la construcci¨®n positiva de la alternativa. El esp¨ªritu de Ermua aporta un concepto de naci¨®n muy diferente al del nacionalismo. En Euskadi se ha instalado una concepci¨®n falsa de la libertad, de la naci¨®n, de la cultura y del Estado. Bueno, respecto al Estado, todos los pa¨ªses latinos en general somos un poco ¨¢cratas porque tendemos a ver en el Estado al tirano que hist¨®ricamente ha acabado muchas veces con la libertad. Sin embargo, como demuestra el mundo anglosaj¨®n, el Estado s¨ª puede ser el garante de las libertades. Hay que tener en cuenta que el enemigo de la libertad puede ser un grupo de vecinos organizados en el Ku Kux Klan. Yo comparto con los nacionalistas muchas cosas, el gusto por la literatura vasca y la lengua, la m¨²sica y hasta el f¨²tbol, pero lo pertinente ahora y aqu¨ª es la defensa de la libertad.
P. ?La lucha por la libertad debe entonces sustituir a la b¨²squeda de la paz?
R. Si seguimos hablando de paz, di¨¢logo y negociaci¨®n como en los ¨²ltimos 25 a?os, seguiremos dejando la ¨²ltima palabra al que tiene la pistola. La paz no se puede imponer por definici¨®n, pero la libertad, s¨ª. No la libertad de los poderosos, sino la libertad de que nadie sea esclavo, la libertad de que nadie te queme la casa o el coche. La utilidad del libro, si la tiene, es mostrar que ¨¦sta es una batalla por la libertad y no por la paz. Ojal¨¢ algunos nacionalistas se caigan del burro al comprobar que lo que ellos dicen ahora lo dec¨ªan hace dos siglos esos que llaman espa?olazos.
P. ?Y qu¨¦ razones encuentra un vasco no nacionalista, ese concejal de Zarauz al que usted dedica el libro, por ejemplo, para resistir sin abandonar la idea de naci¨®n vasca, sin renunciar al pacto estatutario de la lengua y de los elementos simb¨®licos capitalizados por el nacionalismo?
R. Capitalizados de forma absurda, desde luego. Porque aunque la gente identifica al PNV con el euskera, yo, al menos, no conozco a ning¨²n militante del PNV que haya escrito un libro en euskera en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Las razones que tenemos los no nacionalistas para no desertar de la naci¨®n y de la lengua es que esos conceptos y valores nos pertenecen igualmente a nosotros. Lo que pasa es que el nacionalismo vasco ha hecho lo mismo que hicieron los nacionalistas espa?oles en el siglo XVIII cuando adoptaron los conceptos republicanos de patria, naci¨®n y libertades para darles la vuelta y pervertir sus significados. No existen dos comunidades en Euskadi. Hay unos se?ores que llevan 20 a?os mandando y quieren seguir mandando. Los no nacionalistas debemos pasar de la pura disidencia a la defensa de un modelo integrador basado en la libertad, no en el gregarismo nacionalista.
P. ?Es posible construir una Euskadi independiente sobre el modelo republicano de naci¨®n?
R. Es un debate que ten¨ªamos hace 30 a?os cuando cre¨ªamos que en Espa?a siempre hab¨ªa fracasado la democracia. El asunto es que ahora en Euskadi hay dos proyectos independentistas y los dos bastante terror¨ªficos. Desde que aprobaron la ponencia Oldartzen (embistiendo) en 1993, el proyecto de ETA no busca ya la negociaci¨®n, sino la limpieza ¨¦tnica, el exterminio del enemigo. El otro proyecto es el de Arzalluz que dice que en una Euskadi independiente los vascos no nacionalistas tendr¨ªamos los mismos derechos que los alemanes en Mallorca.
P. Usted no vot¨® la Constituci¨®n, pero 25 a?os m¨¢s tarde la reivindica como salvaguarda de las libertades...
R. Algunos llevamos ya tiempo defendiendo unos planteamientos que no son estrictamente los nuestros sino los que exige la convivencia en libertad. A m¨ª me habr¨ªa gustado que la Constituci¨®n y la autonom¨ªa se hubieran hecho de manera diferente, pero es que en 1978, cuando analiz¨¢bamos la Constituci¨®n, nos salt¨¢bamos el cap¨ªtulo de las libertades individuales porque nos parec¨ªa algo elemental y consolidado. Pues ahora resulta que de eso nada y que tenemos que defender la Constituci¨®n porque es el ¨²nico escudo que nos garantiza esas libertades ciudadanas. S¨ª, es como si estuvi¨¦ramos atrapados en el tiempo.
P. Usted sostiene que el nacionalismo y el despotismo ilustrado han estado emparentados en la historia. Subraya el hecho de que el carlismo fio la consecuci¨®n de sus fines a la implantaci¨®n en el conjunto de Espa?a de un r¨¦gimen absolutista.
R. El nacionalismo ha visto siempre en los carlistas del siglo XIX a los defensores de las libertades vascas pese a que, a mi juicio, ¨¦sa es una interpretaci¨®n forzada. Ajena a la realidad. No hay que perder de vista que los carlistas quer¨ªan el absolutismo no s¨®lo para Espa?a, sino tambi¨¦n para Euskadi y que quienes de verdad lucharon por la libertad fueron los liberales. Lucharon por las libertades individuales y adem¨¢s consiguieron adaptar el sistema foral, no s¨®lo a la Constituci¨®n, sino tambi¨¦n a la modernidad, a la necesaria divisi¨®n de poderes. Hay un liberalismo vasco del siglo XIX muy reivindicable y aunque es verdad que en los a?os treinta hab¨ªa liberales en Bilbao y San Sebasti¨¢n contrarios a los Fueros, al final del siglo todo el liberalismo vasco era fuerista.
P. Tambi¨¦n ve una tentaci¨®n similar en el PNV cuando negoci¨® el estatuto de Estella en 1931...
R. Aunque rectific¨® a tiempo, el PNV negoci¨® con la misma derecha espa?ola que acab¨® organizando el 18 de julio. El lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre supo luego resituar las libertades de Euskadi en el marco de la democracia espa?ola y de las libertades individuales, plantear el estatuto como la actualizaci¨®n de los Fueros y asentarlo sobre la legitimidad hist¨®rica y la aceptaci¨®n popular, cosa que por lo visto el PNV ha olvidado. Al igual que el reciente pacto de Lizarra (Estella), el estatuto de Estella tampoco era democr¨¢tico. No reconoc¨ªa la existencia del Parlamento vasco ni la divisi¨®n de poderes.
P. ?C¨®mo explica las dificultades del nacionalismo democr¨¢tico para sustraerse a la influencia, a la estrategia de ETA?
R. M¨¢s que en su actitud respecto a ETA, para m¨ª el problema es que despu¨¦s de dos d¨¦cadas en el poder, el PNV hace todo lo posible para deslegitimar el sistema democr¨¢tico. Resulta que el sistema democr¨¢tico est¨¢ hoy defendido en Euskadi por la gente m¨¢s marginada socialmente, m¨¢s machacada, m¨¢s perseguida, m¨¢s escoltada. Es kafkiano. Somos nosotros los que tenemos que defender un sistema que nos margina. El lehendakari ha dicho alguna vez que est¨¢ detr¨¢s de los concejales amenazados, pero lo que tiene que hacer es ponerse, no detr¨¢s, sino delante de los concejales. Porque claro, si no hay democracia en Euskadi, entonces es que hay una tiran¨ªa y ETA tiene raz¨®n.
P. ?A qu¨¦ obedece esa actitud del PNV en una situaci¨®n como la actual?
R. No creo que haya tanto maquiavelismo de por medio. Me parece que es una cuesti¨®n de prejuicios ante el estado liberal. A lo largo de sus cien a?os de historia, el PNV ha utilizado siempre m¨¦todos democr¨¢ticos, pero tiene una idea culturalista tradicionalista de la naci¨®n, que le plantea muchos problemas a la hora de comprometerse en la defensa del sistema democr¨¢tico. Eso es lo que me parece a m¨ª la madre del cordero. Esta deslegitimaci¨®n continua genera un cacao permanente. El lehendakari habla como si fuera un obispo, los obispos hablan como si fueran el lehendakari. Mezclan la pol¨ªtica y la moral para no entrar a resolver el problema fundamental de si hay o no democracia en Euskadi. A Ibarretxe hay que decirle que en lugar de estudiar medidas de protecci¨®n sectoriales, primero a los concejales, luego a los maestros, defienda simplemente la democracia.
P. Si como usted dice, el problema de Euskadi es m¨¢s cultural que pol¨ªtico, hay que concluir que el retroceso producido en estos a?os es todav¨ªa mayor.
R. S¨ª, en el a?o 1993 surgi¨® una generaci¨®n de ETA que adem¨¢s de terroristas -lo son en la medida que utilizan la violencia contra el Estado democr¨¢tico- se han convertido tambi¨¦n en criminales de guerra, puesto que asesinan a los representantes del pueblo y a la poblaci¨®n civil. Es una generaci¨®n que no puede contar nada del franquismo, pero que considera que no vive en democracia. Nadie de su mundo les ha dicho que esto es la democracia, lo que han o¨ªdo desde que ten¨ªan uso de raz¨®n por parte de los diferentes nacionalismos e incluso desde el Gobierno Vasco es que, como m¨ªnimo, hay un d¨¦ficit democr¨¢tico. La Euskadi que tenemos no es fruto de la casualidad, sino el resultado de 20 a?os de Gobierno del PNV. Es un problema de mentalidades y por eso la alternativa debe ser tambi¨¦n cultural.
La etnia y los principios
'EN MI ANTERIOR libro, de memorias, escrib¨ª que durante toda mi vida, desde que ingres¨¦ en ETA hasta ahora, me he guiado por la idea de la b¨²squeda de la libertad. Me gustar¨ªa que fuera as¨ª, pero no dejo de hacerme una pregunta. ?Luchamos contra Franco porque quer¨ªamos la libertad o porque pretend¨ªamos imponer nuestras ideas a los dem¨¢s? Muchas veces es el presente y el futuro lo que da sentido al pasado. Protestamos porque el euskera estaba oprimido, pero tambi¨¦n lo hacemos ahora cuando vemos una situaci¨®n de injusticia. Hay gente que se indignaba porque los maestros pon¨ªan un anillo vergonzante a los ni?os que hablaban en euskera y que ahora, sin embargo, les parece fant¨¢stico que se haga lo mismo con el castellano. Son comportamientos que dicen muy poco a favor de muchos de nosotros, los vascos. Muchos de los que se lamentaron por los fusilamientos de Txiki y Otaegi miran a otro lado cuando los asesinados son gentes con las que no se identifican. ?Estamos defendiendo una etnia o estamos defendiendo unos principios? Es la piedad lo que te lleva a identificarte con un ser humano, pero, claro, si crees que lo que hay son vascos, espa?oles y franceses y niegas a los otros su condici¨®n de humanos, no puedes sentir piedad. Lo que est¨¢ pasando hoy en Euskadi es una gran prueba personal y colectiva que est¨¢ poniendo en evidencia la catadura moral de cada cual. Creo, en fin, que la batalla todav¨ªa no ha comenzado y que, como dir¨ªa Churchill, no estamos al principio del final, sino al final del principio. Hemos tardado mucho en darnos cuenta de que ¨¦sta es una batalla por la libertad'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pol¨ªticos
- Constituci¨®n Espa?ola
- Nacionalismo
- Declaraciones prensa
- Mario Onaindia
- Ensayo
- Comunidades aut¨®nomas
- Derechos humanos
- EAJ-PNV
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Ideolog¨ªas
- ETA
- Literatura
- Gente
- Parlamento
- Historia
- Grupos terroristas
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Terrorismo
- Ciencia
- Cultura
- Sociedad