¡°Soy un ser superior¡±. As¨ª era Harold Shipman, el mayor asesino en serie de la historia de Reino Unido
Shipman mataba a sus pacientes en las visitas m¨¦dicas con una inyecci¨®n de morfina. Las estimaciones cifran en m¨¢s de 200 los asesinatos perpetrados por 'El doctor Muerte'. Muri¨® ahorcado en 2004
El m¨¦dico de cabecera brit¨¢nico Harold Shipman, de 56 a?os, se convirti¨® el 19 de julio de 2002 en el mayor asesino en serie de la historia, con al menos 215 pacientes muertos desde 1975 (todos mediante una inyecci¨®n letal de morfina). As¨ª lo estableci¨® una investigaci¨®n judicial abierta tras la sospecha de que los 15 asesinatos por los que fue condenado a cadena perpetua en 2000 no fueran los ¨²nicos. La pesquisa, que incluso sostiene que la cifra de asesinatos podr¨ªa alcanzar los 260, concluye que Shipman era un adicto al crimen. El m¨¦dico, apodado El Doctor Muerte, siempre ha negado las imputaciones.
La investigaci¨®n, conducida por la magistrada del Tribunal Supremo Janet Smith, de 60 a?os y una figura carism¨¢tica en el Reino Unido, se ha nutrido de informes policiales y m¨¦dicos y de testimonios de familiares de las v¨ªctimas. La juez ha examinado un total de 888 muertes de pacientes de Shipman. Una segunda fase de la investigaci¨®n pretende saber c¨®mo fue posible la impunidad de Shipman y sentar las bases para impedir casos as¨ª.
La investigaci¨®n califica esa impunidad de horrible e inexplicable. "Ha sido un tr¨¢gico fallo en los sistemas lo que ha permitido que los cr¨ªmenes de Shipman permanecieran ocultos muchos a?os; traicion¨® la confianza de la gente y tambi¨¦n a la profesi¨®n a la que tan mal sirvi¨®", dijo ayer John Chisholm, de la Asociaci¨®n Brit¨¢nica de M¨¦dicos.
Shipman, prevali¨¦ndose de su profesi¨®n, m¨¦dico de cabecera, mat¨® inyect¨¢ndoles morfina (era adicto) a 171 mujeres y 44 hombres, de entre 93 y 41 a?os. El asesino m¨²ltiple empez¨® su negro recorrido en 1975 en Todmorden: la v¨ªctima fue Eva Lyons. Su escalada criminal, paralela a la profesional, prosigui¨® en el centro sanitario Donneybrook de la peque?a localidad de Hyde, cerca de Manchester, donde cometi¨® 71 cr¨ªmenes. En esa misma ciudad, el respetado y querido Shipman, estableci¨® en 1992 consulta privada en una c¨¦ntrica calle: all¨ª planear¨ªa 143 asesinatos. Tal fue la concentraci¨®n, que hasta siete v¨ªctimas viv¨ªan en la misma manzana.
"Nadie que lea el informe de la investigaci¨®n puede evitar quedar anonadado por la enormidad de los cr¨ªmenes cometidos por Shipman y, como yo, por la simpat¨ªa hacia sus v¨ªctimas y los familiares. Es un completo y meticuloso recuento de la criminalidad de Shipman, cuyo grado no creo sea posible en otro hombre", declar¨® la magistrada Smith, quien ofreci¨® toda su solidaridad a las v¨ªctimas y las familias. Las conclusiones oficiales, que detallan cada caso, se facilitaron a los familiares de las v¨ªctimas con anterioridad, para dar un margen antes de que la noticia apareciese en los medios. "Tanta gente se siente tan hundida, tan sacudida por la noticia de que su padre, su madre o su abuela no tuvo la muerte en paz que cre¨ªan, sino que fueron asesinados", se lamentaba Denis Maher, p¨¢rroco cat¨®lico de Hyde.
El informe hace recomendaciones para corregir los fallos que permitieron que se prolongara la siniestra actividad de Shipman. Por ejemplo, pide controlar m¨¢s rigurosamente los f¨¢rmacos que utilizan los m¨¦dicos e insta a vigilar los procedimientos oficiales post mortem con las v¨ªctimas, tras constatar que a pocos de los asesinados por Shipman se les realiz¨® la autopsia y que en la mayor¨ªa de los casos se practic¨® inmediatamente la cremaci¨®n. Adem¨¢s, el criminal indicaba, en los certificados de defunci¨®n, falsas causas de muerte, con lo que la versi¨®n pasaba a ser oficial. De hecho, Shipman certific¨® en 25 a?os la muerte de 521 personas (300 veces m¨¢s que el m¨¦dico que m¨¢s certificados hab¨ªa expedido en el Reino Unido). Estos clamorosos datos, sin embargo, no levantaron la sospecha de nadie, como tampoco lo hizo el que el 80% de sus pacientes falleciera sin la presencia de un familiar (el doble de la media brit¨¢nica). Muchos murieron entre la comida y el t¨¦, aunque los expertos aseguran que no puede hablarse de unas horas m¨¢s propicias que otras para el deceso.
"Mataba, y despu¨¦s se comportaba de muy variadas formas y ofrec¨ªa m¨²ltiples explicaciones de lo que hab¨ªa pasado. La manera de matar de Shipman, incluso ante los familiares, y c¨®mo sal¨ªa sin sospechas ser¨ªa calificado de invenci¨®n si apareciera en una obra de ficci¨®n", explic¨® la magistrada.
Testamento falso
La detenci¨®n de Shipman se produjo en 1998 por falsificar a su favor el testamento de su ¨²ltima v¨ªctima, Kathleen Grundy, de 81 a?os, exalcaldesa de Hyde. La heredera leg¨ªtima advirti¨® la maquinaci¨®n y present¨® denuncia. La espoleta policial se activ¨®. El comisario Bernard Postles, quien ya sospechaba que Grundy hab¨ªa sido asesinada y que pod¨ªa haber precedentes, abri¨® una investigaci¨®n en toda regla. Exhum¨® 12 cad¨¢veres y encontr¨® en todos ellos restos de morfina. Compar¨® circunstancias y at¨® cabos. Cuando le detuvieron, Shipman ten¨ªa en el registro de su consulta 3.000 pacientes.
La polic¨ªa acab¨® excluyendo la apertura de un nuevo proceso porque, dada la publicidad generada por el caso, no pod¨ªa garantizarse un jurado imparcial. La mujer de Shipman, Primrose, declin¨® hacer comentarios. Siempre le ha apoyado.
Una inyecci¨®n de morfina en la memoria
'Mi madre ten¨ªa fe total en ¨¦l y eso es lo m¨¢s doloroso para m¨ª: puedo verla sonri¨¦ndole mientras ¨¦l le pon¨ªa aquella inyecci¨®n; ella cre¨ªa que era para curarla', recuerda Chris, directivo del Manchester City, cuya madre, Violet Bird, de 60 a?os, muri¨® en 1993 por una sobredosis de morfina que le inyect¨® Shipman. El doctor escribi¨® en el certificado de defunci¨®n que Violet hab¨ªa muerto de un ataque cardiaco.
Nacido en un barrio obrero, Shipman, a los 17 a?os, asisti¨® a la lenta agon¨ªa de su propia madre por un c¨¢ncer de pulm¨®n, y vio c¨®mo los m¨¦dicos, para aliviar el sufrimiento de la enferma, le pon¨ªan cotidianamente morfina. Esta droga, quiz¨¢ fijada por aquella imagen, estar¨ªa siempre presente en la vida de Simpson. Testimonios de compa?eros de clase le describen como estudiante de medicina fascinado por f¨¢rmacos y drogas.
En 1976, al a?o siguiente de su primer asesinato, Shipman fue condenado a una multa por haberse apoderado de estupefacientes para su propio uso. "Estaba deprimido", declar¨®. Nunca m¨¢s volvi¨® a tener problemas con la justicia, pero la investigaci¨®n ha demostrado que era adicto a la petidina, estupefaciente de la familia de la morfina. Esta adicci¨®n pas¨® inadvertida para la mayor¨ªa de quienes le rodeaban.
Casado desde los 18 a?os con Primrose, con quien tendr¨ªa cuatro hijos, Shipman era idolatrado por sus pacientes (le llamaban cari?osamente Fred). Cuando finalmente se le juzg¨® como asesino en serie, Shipman no admiti¨® nunca ser culpable y mantuvo un mutismo f¨¦rreo. S¨®lo en las primeras horas de detenci¨®n expres¨® que ten¨ªa 'voluntad de control sobre la vida y la muerte'. Lleg¨® a confiar a un polic¨ªa: "Soy un ser superior". Sin duda es el mayor asesino m¨²ltiple del Reino Unido. Anteriormente lo era John Thompson, que en 1980 mat¨® a 37 personas al incendiar un local en el Soho londinense. El siniestro r¨¦cord mundial acaso lo tenga el colombiano Pedro Alonso L¨®pez, llamado el monstruo de los Andes, que fue condenado en 1980 por 57 asesinatos pero de quien se sospecha que mat¨® a 300 personas en Colombia, Ecuador y Per¨².
En el juicio de Shipman no pudo establecerse m¨®vil para los asesinatos, y se descart¨® el factor econ¨®mico (la falsificaci¨®n del testamento que destap¨® el caso es considerada un hecho ¨²nico en su trayectoria criminal). 'Es posible que haya sido un drogadicto del crimen', dijo ayer la magistrada Smith.
Harold Shipman muri¨® ahorcado en su celda el 13 de enero de 2004 a los 57 a?os de edad.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.