Israel¨ªes y palestinos negocian el fin del asedio a las ciudades de Cisjordania
La deportaci¨®n de familiares de 'comandos suicidas' amenaza el di¨¢logo
Israel¨ªes y palestinos negocian el levantamiento del asedio y el toque de queda impuesto por el Gobierno israel¨ª a la poblaci¨®n de Cisjordania desde hace un mes como castigo y prevenci¨®n de ataques suicidas. Las conversaciones podr¨ªan, sin embargo, malograrse si el Ejecutivo israel¨ª mantiene el proyecto de deportar a Gaza a una veintena de familiares de los responsables de los ¨²ltimos atentados terroristas en Tel Aviv y el asentamiento de Emanuel.
El ministro de Asuntos Exteriores israel¨ª, Sim¨®n Peres, y el ministro de Asuntos Locales Palestinos, Saeb Erekat, ten¨ªan previsto ayer noche sentarse frente a frente para estudiar el levantamiento progresivo del toque de queda y el asedio a que se encuentra sometida la poblaci¨®n de Cisjordania desde el pasado 20 de junio, cuando se inici¨® la operaci¨®n militar Camino Firme.
Este castigo colectivo, uno de los m¨¢s largos y estrictos impuesto por un Gobierno israel¨ª contra la poblaci¨®n palestina en los ¨²ltimos a?os, afecta globalmente a m¨¢s de 1.800.000 habitantes, a los que se les mantiene enclaustrados en sus ciudades y pueblos, sin otro consuelo que el de salir durante unas horas al d¨ªa a la calle para abastecerse o acudir al trabajo, de acuerdo con los criterios del mando militar de cada una de las ciudades.
Ayuda humanitaria
El encierro de la poblaci¨®n palestina de Cisjordania en sus pueblos supone para Israel el control absoluto de todas las carreteras y caminos, con lo que se entorpece adem¨¢s la ayuda humanitaria que la comunidad internacional trata desde hace tiempo de hacer llegar a los asediados, incluidas las campa?as de vacunaci¨®n de los ni?os, la distribuci¨®n de agua, medicamentos o la de alimentos.
Las f¨®rmulas alternativas dise?adas por algunas organizaciones humanitarias -contratar ch¨®feres extranjeros para conducir los convoyes de ayuda humanitaria y tratar as¨ª de pasar los controles del Ej¨¦rcito-, no garantizan la llegada de los suministros.
S¨®lo una franja muy reducida de la poblaci¨®n palestina, la que vive en los alrededores de Jerusal¨¦n -367.000 habitantes-, goza de una aparente libertad de movimientos, siempre y cuando vivan 'al otro lado del control' israel¨ª, lo que ha llevado a muchos habitantes a buscar nuevo domicilio en las 'zonas abiertas', sobre todo en la parte este de la ciudad. Pero para ello est¨¢n obligados a pagar alquileres exorbitantes. Los precios se han disparado en las ¨²ltimas semanas: un piso con dos dormitorios cuesta al mes hasta 2.500 euros, el doble que en el otro lado de la ciudad, en el Jerusal¨¦n jud¨ªo.
Jerusal¨¦n es una excepci¨®n. El resto de la poblaci¨®n palestina, que vive en las ocho ciudades aut¨®nomas, tiene bloqueada la vida social. Pero tambi¨¦n sus actividades econ¨®micas. El paro, seg¨²n los ¨²ltimos datos, afecta ya al 78% de la poblaci¨®n activa, y la miseria alcanza a la mitad de la poblaci¨®n.
Al asedio se le ha sumado en los ¨²ltimos d¨ªas la incomunicaci¨®n. Fuerzas del Ej¨¦rcito tomaron las oficinas del servidor de Internet m¨¢s importante de Cisjordania y Jerusal¨¦n Este, dejando sin servicio a millares de usuarios. La red telef¨®nica de los m¨®viles palestinos funciona adem¨¢s con dificultades, vislumbr¨¢ndose en el horizonte el colapso absoluto.
Ante este panorama, las negociaciones entre Peres y Erekat, que estaban programadas iniciarse ayer por la noche en un lugar secreto de Jerusal¨¦n, es una puerta a la esperanza. Pero este proceso de di¨¢logo podr¨ªa verse abocado al fracaso si Ariel Sharon mantiene el proyecto de deportar a los familiares de los ¨²ltimos suicidas palestinos, como represalia, advertencia y medida de disuasi¨®n a la rebeld¨ªa de las organizaciones radicales a pesar del clamor en contra de la comunidad internacional, y de los consejos de los sectores m¨¢s sensatos de su Gobierno, que temen que las deportaciones provoquen una nueva oleada de violencia.
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