Perejil, regreso a la casilla cero
El conflicto de Perejil nunca debi¨® haber ocurrido. Afortunadamente, gracias a la mediaci¨®n de EE UU, articulada en un marat¨®n telef¨®nico por su secretario de Estado, Colin Powell, Espa?a y Marruecos alcanzaban anoche un acuerdo sensato, garantizado por Washington, que supone la vuelta al statu quo del islote anterior a la llegada de tropas marroqu¨ªes el 11 de julio. Con la salida inmediata de los legionarios espa?oles, que se instalaron en ella tras la operaci¨®n del d¨ªa 17, la isla debe quedar desmilitarizada. Marruecos ha dado garant¨ªas suficientes, recogidas de momento en el comunicado de Powell, de que no volver¨¢ a ocuparla. Al final, la diplomacia ha salvado una situaci¨®n absurda, generada en el caldo de cultivo de los errores de ambas partes en los ¨²ltimos meses, y en la que por el lado espa?ol la pol¨ªtica del Gobierno no ha sido la que debe esperarse de un pa¨ªs que se jacta de su peso en el escenario internacional.
Restablecida la legalidad de las relaciones internacionales, queda por dirimir la pertenencia del islote. Se abre la posibilidad de resolverla por negociaciones bilaterales, como ser¨ªa deseable, o si ¨¦stas no resultan, acudiendo al Tribunal Internacional de La Haya para que resuelva la disputa sobre este trozo de tierra deshabitada, situado en aguas interiores de Marruecos y cuya titularidad nunca estuvo clara para la parte espa?ola, cuyos militares dejaron de frecuentarla 42 a?os atr¨¢s. Esa ambig¨¹edad, sin embargo, en absoluto avalaba a Rabat para utilizar la fuerza en una operaci¨®n cuidadosamente calculada en sus repercusiones pol¨ªticas, diplom¨¢ticas y medi¨¢ticas. A la vista de lo sucedido, parece claro que Espa?a ten¨ªa que haber resuelto el estatuto de este pe?¨®n hace tiempo, como en los a?os ochenta ped¨ªan los militares, conscientes de que carece de valor estrat¨¦gico alguno y de que s¨®lo pod¨ªa traer problemas si Marruecos llegaba a ocuparlo.
El acuerdo sobre Perejil, anunciado inicialmente por el Departamento de Estado de EE UU y confirmado despu¨¦s por La Moncloa, ser¨¢ formalizado en Rabat, donde la jefa de la diplomacia espa?ola, Ana Palacio, que se ha estrenado con esta crisis, se reunir¨¢ con su colega marroqu¨ª, Mohamed Benaissa. Los Quince, que se re¨²nen el lunes en Bruselas, se hallar¨¢n con el caso resuelto. Es un alivio, pero a la vez una demostraci¨®n m¨¢s de su debilidad para resolver los problemas entre socios y aliados. Este contencioso les ha dividido y ha dificultado la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n. Para algunos de ellos, como Francia y el Reino Unido -cada uno con sus evidentes intereses-, el islote no val¨ªa una disputa con Marruecos. Y para Estados Unidos, aliado de las dos partes y garante del acuerdo, se trataba prioritariamente de evitar el envenenamiento del Mediterr¨¢neo occidental cuando la violencia impera en el otro extremo de este mar cr¨ªtico. Palacio ten¨ªa previsto reunirse el mismo lunes en Bruselas con el brit¨¢nico Jack Straw para retomar las conversaciones sobre Gibraltar. Aunque el encuentro se posponga, el haber despejado Perejil facilitar¨¢ las conversaciones. Pero no cabe esconder la cabeza. Una eventual soluci¨®n sobre el hist¨®rico contencioso de la Roca llevar¨¢ a Marruecos a querer abordar con Espa?a sus propias reivindicaciones.
Lo ocurrido en estos d¨ªas cr¨ªticos deja abiertas unas heridas que es preciso sanar r¨¢pidamente. La soluci¨®n a la disputa por Perejil no debe constituir un simple punto de llegada, sino que deber¨ªa aprovecharse para reactivar unas relaciones normales y fruct¨ªferas entre Espa?a y el reino alau¨ª, en las que ambos pa¨ªses, por un abanico de motivos fundamentales, tienen mucho que ganar, incluida la persecuci¨®n de los narcotraficantes y las mafias de las pateras.
Espa?a debe apostar firmemente en favor de la transici¨®n en el pa¨ªs magreb¨ª, recordando su propio camino a la democracia. La estabilidad y la prosperidad de Marruecos son del m¨¢ximo inter¨¦s para los espa?oles. De forma inmediata, el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar deber¨ªa ordenar el regreso a Rabat del embajador espa?ol, llamado a consultas el pasado martes, y reducir el exagerado despliegue militar de los ¨²ltimos d¨ªas en el Estrecho. Marruecos debe hacer lo propio con su representante diplom¨¢tico, ausente de Madrid desde hace nueve meses. En un recobrado marco de di¨¢logo, ambos Ejecutivos deber¨ªan convocar cuanto antes una reuni¨®n al m¨¢s alto nivel para discutir el abanico de sus maltratadas relaciones bilaterales, sobre las que ha dominado el sinsentido a lo largo de demasiado tiempo. La oportunidad deparada por la desactivada crisis de Perejil no se puede desaprovechar.
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