Los hombres
La vida es una pura paradoja. Por ejemplo: no cabe la menor duda de que la mujer sigue situada en un plano de inferioridad en todo el mundo, pero al mismo tiempo hay unos pocos casos en los que el mero hecho de pertenecer al g¨¦nero femenino puede concitar m¨¢s atenci¨®n informativa. Recordemos ese suceso horrible de la maestra paquistan¨ª de 18 a?os a la que un tribunal popular conden¨® a ser violada, como castigo por los amor¨ªos de su hermano con una mujer de clase superior. Durante varios d¨ªas se habl¨® en primera p¨¢gina, con toda raz¨®n, de esa historia repugnante; pero tuvo que pasar casi una semana para que nos enter¨¢ramos de que el hermano, de catorce a?os, hab¨ªa sido tambi¨¦n apaleado y sodomizado.
Algo parecido est¨¢ sucediendo en Nigeria con el campesino Yunusa Rafin, que ha sido considerado culpable de mantener relaciones ad¨²lteras con la esposa de un amigo y condenado a morir lapidado. En este caso, la mujer con la que se escap¨® aleg¨® que fue hipnotizada y con esa estupenda excusa ha sido absuelta. ?l, por ser var¨®n, lo ten¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil: le bastaba con negar los cargos para salvarse. Pero Yunusa ha admitido su amor y ha decidido no apelar. Ignoro qu¨¦ es lo que de verdad est¨¢ sucediendo, pero este campesino berroque?o me recuerda a Giordano Bruno, oponi¨¦ndose por principio a la barbarie aunque su postura le cueste la vida. Ahora bien, no estamos apoyando a este hombre como lo hemos hecho con Safiya o Amina: ?d¨®nde est¨¢n las p¨¢ginas de firmas en su defensa? Y, sin embargo, deber¨ªa ser lo mismo, porque no estamos hablando de un problema de varones o hembras, sino de los derechos humanos m¨¢s elementales.
Celebro que la cuesti¨®n de la mujer se haya convertido en una referencia universal para medir el grado de civilidad de un pa¨ªs. Me parece muy justo que una sociedad sea hoy considerada m¨¢s o menos moderna dependiendo del trato que otorga a las mujeres, de la misma manera que en otros tiempos se utiliz¨® la existencia o no del sufragio universal para medir el grado de progresismo de una naci¨®n. Pero tengamos en cuenta un par de cosas: una, ese papel simb¨®lico de la causa femenina no ha acabado ni mucho menos con el machismo. Y dos: por favor, no nos olvidemos de los hombres.
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