La calle del 'graffiti'
Comerciantes malague?os conf¨ªan a tres j¨®venes la labor de modernizar sus tiendas
La calle Compa?¨ªa, una de las m¨¢s antiguas de M¨¢laga y hasta hace bien poco de las m¨¢s abandonadas, est¨¢ recibiendo desde hace un mes una terapia de rejuvenecimiento que deja asombrados a todos los que la transitan. Su anterior aspecto decadente se est¨¢ transformando en otro mucho m¨¢s alegre. Los culpables son Sandra M¨¢rquez, Jes¨²s Vera y Borja Salvo, tres j¨®venes graffiteros de entre 17 y 18 a?os.
'Los comerciantes nos plantearon decorar las persianas correderas de sus tiendas, y nosotros contestamos que s¨ª. ?Con lo dif¨ªcil que es encontrar un muro para pintar en M¨¢laga y de repente nos ofrecen 29!', se?ala Sandra. En apenas 30 d¨ªas han graffiteado ya los cierres de 13 tiendas de la calle Compa?¨ªa pertenecientes a la Asociaci¨®n de Empresarios del Comercio Tradicional Malague?o, la autora del encargo.
El nuevo aspecto de esta calle por las noches, cuando los comercios est¨¢n cerrados y las cancelas muestran los graffitis, supone un cambio radical y colorista. Se pueden ver desde enormes frascos de medicinas pintados sobre el cierre de una farmacia hasta dos bolas de billar presidiendo la cancela de un sal¨®n de juegos o una mujer embutida en unos vaqueros que atrae irremisiblemente la mirada hacia un negocio de tejanos. Todos los dibujos hacen referencia a las actividades de las tiendas.
La heterodoxa vinculaci¨®n entre los propietarios de las tiendas y los j¨®venes surgi¨® casi por casualidad. El degradamiento y abandono que sufr¨ªa la zona hicieron que la asociaci¨®n buscase nuevas ideas que atrajesen a la clientela. La due?a de una zapater¨ªa, Ana Utrera, plante¨® una idea ins¨®lita, pero que despu¨¦s ha tenido ¨¦xito. 'Conoc¨ªa a unos j¨®venes que realizaban murales con pulverizadores y que pod¨ªan dar otra imagen de las tiendas', apunta. Los comerciantes tambi¨¦n buscaban otro objetivo: acabar con las pintadas que desluc¨ªan sus negocios. Al contactar con Sandra, Jes¨²s y Borja han logrado que otros j¨®venes no realicen pintadas en sus tiendas porque, como explica Jes¨²s, 'existe una ley no escrita entre los graffiteros por la que nadie puede pintar sobre el trabajo de otro'. Sandra es m¨¢s contundente: 'Si otro pinta sobre mi pieza, debe saber que yo me voy a cargar lo que ¨¦l haga'.
Al principio tuvieron que vencer las reservas de algunos propietarios que se resist¨ªan a la iniciativa. Los que se opon¨ªan eran sobretodo los comerciantes m¨¢s veteranos, personas de m¨¢s de 70 a?os que dirigen negocios de mucha tradici¨®n. 'Como no se fiaban, acordamos presentarles un boceto con lo que ¨ªbamos a hacer. Algunos rechazaron hasta cinco proyectos', dice Borja. Finalmente todos est¨¢n quedando satisfechos con el resultado. 'Han dado una nueva vida a esta calle', se?ala Alberto Ochoa, vicepresidente de la asociaci¨®n. A los j¨®venes les llueven ahora las ofertas. ?Ser¨¢ el graffiti un referente decorativo en las futuras urbes? Estos j¨®venes piensan que s¨ª, y argumentos, como se ve, no les faltan.
Un trabajo nocturno
La hora de cierre de los comercios, a partir de las nueve de la tarde, marca el principio de la jornada laboral de estos muchachos. Cargados con una caja de pulverizadores y una escalera, que guardan en un inmueble abandonado, esperan a que el due?o del local de turno que van a pintar eche el cierre para ponerse manos a la obra. En apenas un mes ya han terminado 13 de las 29 tiendas de la asociaci¨®n. 'Nuestro objetivo es que para la Feria de M¨¢laga, en agosto, est¨¦ todo pintado', indica Sandra. Para una pieza emplean entre una y cuatro noches 'en funci¨®n de su complejidad'. Hasta las doce o la una de la madrugada no vuelven a sus casas. 'Primero rellenamos el fondo de un color y despu¨¦s a?adimos el resto de capas', explica Jes¨²s. Disponen de tres tipos de pulverizadores: 'El bote grande se llama Hardcore, el mediano Alien y el peque?o Classic', dice Borja. El precio medio de los botes, 2,30 euros, 'no es alto', aunque pintar un mural si sale costoso porque se pueden utilizar hasta 30 botes. Al menos han conseguido que la asociaci¨®n les pague los botes utilizados porque no cobran nada por el trabajo art¨ªstico. 'El problema es que el graffiti todav¨ªa no est¨¢ valorado como un arte', afirma Sandra. Pero anuncian que, en vista del ¨¦xito obtenido, piensan cobrar en los pr¨®ximos encargos que reciban. Y trabajo no les va a faltar. En los ¨²ltimos d¨ªas han recibido varias ofertas de otros comercios del centro. Mientras pintan se acercan decenas de curiosos a presenciar la escena. 'Hay de todo, gente que nos alaba y otros que nos recriminan', comenta Sandra. Incluso se las han visto muchas veces con la polic¨ªa. 'Nos han llegado a amenazar con detenernos', recuerda Sandra, 'pero cuando les ense?amos la autorizaci¨®n del due?o de la tienda se tienen que ir'. El broche final del trabajo es la firma. A cada grafitti le incluyen la rese?a AVL, iniciales de Arte, Vida y Libre. Esta firma la utilizan s¨®lo cuando trabajan juntos, porque cada uno tiene su propio nombre dentro del mundo de los graffiteros. Sandra es Zana, Borja es Kane y Jes¨²s es Orus. 'Son los nombres con los que te conocen y te haces respetar', afirma Borja.
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