Sanidad p¨²blica

Recientemente he tenido la necesidad de recurrir a los servicios de la sanidad p¨²blica, gestionados por la Junta de Andaluc¨ªa. El paso por la consulta de Cardiolog¨ªa del ambulatorio de Dos Hermanas, las consultas externas del hospital del Tomillar, el servicio de Cardiolog¨ªa y la UCI del hospital de Valme, el servicio de Medicina Nuclear del hospital Virgen del Roc¨ªo y el servicio de Hemodin¨¢mica del hospital Virgen Macarena, adem¨¢s de otros servicios complementarios como una UVI m¨®vil, an¨¢lisis cl¨ªnicos o farmacia, han sido mi primer contacto serio con la sanidad p¨²blica.

El despliegue de tecnolog¨ªas, la cualificaci¨®n de los profesionales y las atenciones recibidas, para quitarse el sombrero. Algunos fallos en temas menores (traslados no asistidos, falta de coordinaci¨®n interna) no pueden empa?ar el balance final. Muchas gracias a todos, sin distinci¨®n de categor¨ªas profesionales. Y todo ello, bajo los principios m¨¢s absolutos de la solidaridad y la equidad. A cada uno, el tratamiento requerido seg¨²n sus necesidades sin establecer diferencias por su nivel econ¨®mico, social o procedencia.

Me pregunto si esto ser¨ªa posible en un entorno de sanidad privada. La respuesta me ofrece muchas dudas. Y, en caso de ser posible, ?qui¨¦n podr¨ªa pagarlo?. S¨®lo unos pocos. Por ello resultan preocupantes algunos s¨ªntomas que venimos percibiendo. El ¨²ltimo, que la recientemente nombrada ministra de Sanidad no haya ofrecido todav¨ªa una respuesta p¨²blica sobre si, como funcionaria, ha optado para su propia asistencia por la sanidad p¨²blica o por la sanidad privada. Lo pod¨ªa haber hecho con s¨®lo echar mano a su bolso y mostrar la tarjeta sanitaria que posee. Pero no ha querido. ?Podr¨¢ garantizar una buena sanidad p¨²blica quien parece no creer en ella?