'Ni fui un traidor antes ni soy un salvador ahora'
Habla por primera vez para un peri¨®dico de su inesperada candidatura a la alcald¨ªa de Madrid y de su rehabilitaci¨®n pol¨ªtica en el c¨ªrculo de confianza de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. 'Nunca fui un traidor', afirma respecto a su problem¨¢tica situaci¨®n en el PP durante a?os. 'Hubo un tiempo', cuenta, 'en el que muchos en mi partido pensaban que agradaban a Aznar construyendo una historia malintencionada contra m¨ª'. Reconoce que si pierde, ser¨¢ una ca¨ªda sin red.
Reniega del Madrid castizo y conformista que ha heredado y le halaga, aunque lo disimule, la posibilidad de convertirse en el Tierno Galv¨¢n de la derecha. Sue?a con una ciudad de vanguardia. Niega una y otra vez -no le queda otro remedio- que de Madrid vaya a ir al cielo de La Moncloa, salvo que se lo pida el partido. Claro.
Pregunta. Hubo unos tiempos no muy lejanos y oscuros para usted, se?or Gallard¨®n, en los que aparec¨ªa como el sospechoso, el traidor dentro de su partido.Y ahora resulta que es usted el salvador de una situaci¨®n de grave apuro para el PP en riesgo de perder la alcald¨ªa de Madrid.
Respuesta. La verdad es que yo jam¨¢s fui un traidor a mi partido. Ni me sent¨ª desterrado entonces ni me siento salvador ahora. Alguien ha dicho que el peor de los destierros es el destierro interior, y yo nunca me desterr¨¦ internamente de mi militancia y de mi fidelidad al Partido Popular. Pero s¨ª es cierto, y yo no lo voy a negar ahora, que hubo un tiempo en el que muchos pensaban en mi partido que agradaban a otros construyendo una historia malintencionada de distancias y desencuentros que se manipularon en mi contra. Pero el tiempo, tan bien en la pol¨ªtica, suele poner las cosas en su sitio y se ha demostrado que aquello no era verdad. Pero igual que le digo que nunca fui un traidor tampoco me considero un salvador, no estamos ante una situaci¨®n de emergencia.
'No quiero un Madrid castizo ni conformista, sino plural, cosmopolita y multicolor'
'Me gust¨® que Aznar pensara en m¨ª para que se perdiese el miedo a relacionarse conmigo'
'La alcald¨ªa no ser¨¢ una plataforma a La Moncloa, pero si pierdo ser¨¢ una ca¨ªda sin red'
'Zapatero ha hecho de Madrid unas primarias y ¨¦l ser¨¢ el que las pierda o las gane'
P. Las encuestas hab¨ªan encendido las se?ales de alarma de que el PP pod¨ªa perder la alcald¨ªa de Madrid. ?Eso no lo puede negar?
R. Digamos que existe una necesidad de lanzar un mensaje muy firme para recuperar algo que quiz¨¢s en los ¨²ltimos tiempos pod¨ªamos haber perdido y que es el mensaje del orgullo de la buena gesti¨®n. Yo, por ejemplo y sin falsas modestias, estoy muy orgulloso de mi gesti¨®n al frente de la Comunidad de Madrid, porque eso me otorga una credibilidad que pienso que es lo que ha hecho que mis compa?eros de partido y en especial el presidente Aznar piensen que soy un buen candidato.
P. Ya. Pero yo quisiera que me explicara como se siente ahora cuando le dan palmaditas en el hombro gentes que le miraban de reojo y dec¨ªan que no era trigo limpio, que era ambiguo y desleal.
R. Usted debe conocer esa frase del teatro de Echegaray de 'perdono pero no olvido', pues yo conjugo los verbos al rev¨¦s. Yo cuando quiero perdonar los agravios, que siempre lo hago, ni siquiera tengo ocasi¨®n de hacerlo, porque los he olvidado. Tengo una memoria muy selectiva y una de las cosas que le puedo asegurar que me definen con certeza es que en m¨ª no habitan los rencores. Y si alguna vez prevaleci¨® la intoxicaci¨®n, hoy la verdad sobre mi actuaci¨®n en el partido ha triunfado sobre aquella mentira. No le quepan dudas de que si la intoxicaci¨®n hubiera triunfado yo hoy no ser¨ªa el candidato del PP a la alcald¨ªa de la capital de Espa?a.
P. Recuerdo aquellos tiempos en los que usted se adelant¨® peligrosamente a Aznar y trajo a Madrid a Pujol cuando en el PP era todav¨ªa el enano que ten¨ªa que hablar en castellano. ?Usted era muy consciente de la que iba a liar en su partido?
R. Como me voy a olvidar. Recuerdo todav¨ªa aquellas monedas que aqu¨ª debajo, donde estamos hablando ahora mismo en la mitad de la Puerta del Sol, algunos exaltados le tiraban. Y tambi¨¦n recuerdo el se?or¨ªo y la grandeza con los que Pujol supo responder a ese agravio cuando menos de una hora despu¨¦s, delante de los periodistas, estaba construyendo un elogio sobre el pueblo de Madrid. La verdad es que yo siempre ten¨ªa la seguridad de que muchas de las cosas que hac¨ªa iban a generar pol¨¦mica en mi partido, era consciente de las tensiones que iban a producir en mi partido muchas de mis decisiones, mi discurso pol¨ªtico, mis gestos. Y le advierto una cosa que quiero que quede clara: ese es el Alberto Ruiz-Gallard¨®n que se presenta a la alcald¨ªa de Madrid. Yo no he cambiado ni voy a cambiar, yo no voy a perder ni un punto de mi libertad. Porque Aznar no me ha pedido resignar un discurso, dejar de manifestar p¨²blicamente mi forma de pensar.
P. ?Pero usted piensa que Aznar est¨¢ realmente convencido de que usted no es ya un traidor?
R. Ahora estoy convencido de que Aznar nunca pens¨® que yo lo fuera. Lo que pas¨® fue que hubo algunos que pensaron que agradaban a Aznar, que cotizaban m¨¢s ante ¨¦l, haciendo un dibujo de Gallard¨®n no solamente bien distinto a la verdad, sino bien distinto al que Aznar conoc¨ªa.
P. Quiz¨¢ sea todo mas sencillo. ?Le necesitaba a usted para salvar Madrid y ya no le preocupan sus ambiciones a la presidencia del Gobierno porque ¨¦l se va?
R. Es que tampoco creo que le preocupasen entonces. De verdad creo que en toda aquella historia de mi ambici¨®n hay una caricatura y como toda caricatura exagera un rasgo. Aunque el rasgo existe, no lo voy a negar.
P. Ser¨ªa un hip¨®crita si me negara que usted se construy¨® una imagen de esa otra derecha posible, civilizada, pragm¨¢tica, al¨¦rgica a la confrontaci¨®n. Eso subrayaba la imagen de Aznar y provocaba las iras del partido. ?Va a renunciar a todo eso ahora?
R. Todo lo contrario. Me parece imprescindible ampliar los espacios de consenso en materias que no tienen por que estar sujetas a la confrontaci¨®n partidaria y que all¨ª donde no lleguen los espacios de consenso habite la tolerancia y la comunicaci¨®n. ?se ha sido siempre mi eje en pol¨ªtica. Ya s¨¦ que a m¨ª me acusaban de ambiguo. Los m¨¢s intolerantes en este pa¨ªs son aquellos que son d¨¦biles de convicciones. Es en los ambiguos donde habita la intolerancia.
P. Una intolerancia que nunca ha habitado en la casa de Madrid, donde Joaqu¨ªn Leguina y usted protagonizaron una transici¨®n de poderes mod¨¦lica. ?Supongo que habr¨¢ sido para usted un alivio saber que no tendr¨¢ que competir por la alcald¨ªa con quien es hoy un gran amigo personal?
R. Leguina nos dio una gran lecci¨®n humana y pol¨ªtica de lo que es entender la altura institucional de la presidencia de la Comunidad de Madrid y yo, bueno, procur¨¦ estar a la altura de las circunstancias, porque yo estaba convencido de que para sustituir al adversario no era necesario deteriorar la instituci¨®n. En cuanto a la candidatura de Leguina, no ha podido ser, porque Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha optado por una apuesta muy personal con Trinidad Jim¨¦nez... pues Zapatero sabr¨¢ lo que hace. Yo, con toda sinceridad y respeto a mi adversaria, le dir¨¦ que es una apuesta llena de riesgos, porque se ha partido de una opci¨®n pol¨ªtica de alguien ajena a la realidad de Madrid. En cuanto a la frustrada candidatura de Leguina le voy a ser claro, hubiera tenido muchas dificultades para aceptar un enfrentamiento electoral con ¨¦l, me lo hubiera pensado mas de dos veces. Ese era un escenario pol¨ªtico que nunca habr¨ªa contemplado. Porque en esa relaci¨®n de complicidad y de solidaridad que hemos mantenido, y que seguimos manteniendo, yo he aprendido a valorar lo mucho y bueno que mi amigo Leguina hizo por la Comunidad. Ahora, cuando me he sentado en esta silla, lo he conocido.
P. ?Supongo que el hecho de que sea Leguina un peso pesado tambi¨¦n le habr¨ªa echado para atr¨¢s?
R. Sin duda que es un peso pesado. Pero tambi¨¦n me atrevo a decir de ¨¦l que tiene una gran cualidad pol¨ªtica: posee un pensamiento propio.
P. Ahora, frente a Trinidad Jim¨¦nez, a usted Aznar y el partido le exigen que arrase. ?Qu¨¦ puede pasar con usted y con sus aspiraciones si no lo consigue?
R. Pues... est¨¢ claro que si yo no consigo el objetivo que los compa?eros del partido me han encomendado, que es una mayor¨ªa suficiente para gobernar en Madrid, y por tanto se perdiese la alcald¨ªa, yo me sentir¨ªa plenamente responsable, ser¨ªa una ca¨ªda sin red. Pero usted sabe muy bien que a mi los retos, los riesgos, siempre me han gustado. Ya s¨¦ que a m¨ª se me pide un diez, pero yo creo que un nueve es una buena nota. ?No cree?
P. Yo lo que pienso ahora es en aquella llamada de Aznar para que acuda a La Moncloa. En ese momento de leg¨ªtimo orgullo, de vanidad desbordada y en que ¨¦l le haya tenido que pedir que le saque las casta?as del fuego.
R. No fue para tanto. En pol¨ªtica hay que ser muy fr¨ªo y en esos momentos fugaces, de vanidad si quiere, yo no v¨ª cosas del pasado, v¨ª cosas del futuro. Yo era consciente de la inevitable lectura que se iba a hacer de esa llamada de Aznar, pero tambi¨¦n percib¨ª con claridad que esa distancia que mucha gente cre¨ªa que exist¨ªa entre Aznar y yo, pues iba a desaparecer. Confieso que fue una situaci¨®n que me gust¨®. Me gust¨® pensar en mi futuro recibiendo no miradas de desconfianza, sino de complicidad, recibiendo el afecto de la gente de mi partido sin miedo al qu¨¦ dir¨¢n por relacionarse conmigo. Me gust¨® que Aznar pensara en mi.
P. Aquella conversaci¨®n fue como oficializar el deshielo ?No?
R. Sin duda eso fue exactamente. Porque se hizo p¨²blico algo que yo ya ten¨ªa la percepci¨®n de que ya hab¨ªa ocurrido antes.
P. Y pensar que estuvo a punto de abandonar la pol¨ªtica ante el imparable ascenso de Aznar...
R. No es justo decir eso. Fue un momento que el partido me ayud¨® a superar proponiendo que me presentara otra vez y que vino a resolver mis dudas.
P. Es que usted coge unos prontos. Recuerdo que a su padre le preocupaba mucho su afici¨®n tan peligrosa de tirarse en paraca¨ªdas.
R. Hace muchos a?os que no salto en paraca¨ªdas. Ni desde los aviones ni en pol¨ªtica. Porque como dec¨ªa aquella canci¨®n 'hace m¨¢s de veinte a?os que tengo veinte a?os'. Y m¨¢s de la mitad de mi vida, teniendo ahora 43, me la llevo trabajando para los proyectos del Partido Popular. Y eso no quiere decir que me blinde o me proteja m¨¢s que antes, porque yo sigo teniendo ambiciones, porque para m¨ª est¨¢ claro que un pol¨ªtico solo puede cambiar la sociedad desde el poder. Pero de paraca¨ªdas nada. Lo dej¨¦ cuando sent¨ª miedo por primera vez y cuando tuve a mi primer hijo.
P. ?Sabe? No deja de ser parad¨®jico que usted pueda sentarse en el sill¨®n donde se sentaba Tierno Galv¨¢n. Porque usted le sacaba de quicio con su vehemencia de jovencito de la derecha, dispuesto a comerse el mundo. Y ahora usted puede ser ese Tierno Galv¨¢n que nunca tuvo el PP.
R. La verdad es que yo era un jovenzuelo impertinente y por eso le tengo que agradecer tanto el respeto y la paciencia con los que me trataba Tierno, a pesar de mi insignificancia. Recuerdo que me trataba con cari?o a pesar de mis impertinencias, sin duda porque ¨¦l nunca olvid¨® que cuando Franco le persegu¨ªa uno de los abogados que le defendi¨® fue mi padre, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Gallardon. Y eso le hac¨ªa verme no como el jovencito vehemente que yo era, sino como el hijo de su abogado. En cuanto a que yo pueda ser el Tierno Galv¨¢n del PP, pues creo que lo importante no es elevar al alcalde sino elevar el nivel de la ciudad. Yo lo que s¨ª le aseguro es que tengo un proyecto ambicioso para Madrid, no quiero un Madrid castizo ni conformista, quiero un Madrid plural, cosmopolita, multicolor, ubicado en la vanguardia.
P. La verdad es que cualquier cosita que hiciera usted, si gana, se notar¨ªa en este corral¨®n deshumanizado y cutre que padecemos.
R. Madrid es lo que es. Pero tenemos que pensar no en lo que es ahora sino en lo que puede ser. Madrid tiene que ser una ciudad abierta a la inteligencia y a la cultura. Una ciudad que refleje la Espa?a del siglo XXI, sin complejos.
P. Y 'De Madrid al cielo', dice el refr¨¢n. Supongo que ha calculado que si arrasa en Madrid se va a colocar en esa nutrida cabecera de salida hacia La Moncloa.
R. No quiero distraerme del objetivo que tengo delante, que es conseguir la alcald¨ªa de Madrid, que para m¨ª es un reto fascinante, uno de los m¨¢s importantes de la vida pol¨ªtica. Y no quiero que se considere como un instrumento para una cosa distinta, por muy noble que se pueda considerar esa cosa. No vengo a ganar a nadie y mucho menos a utilizar la alcald¨ªa de Madrid como plataforma de lanzamiento hacia La Moncloa. Dicho esto, yo siempre he dejado claro que estar¨¦ a disposici¨®n de mis compa?eros de partido. Es Zapatero el que ha optado por hacer de las elecciones a la alcald¨ªa de Madrid unas primarias donde va a ser ¨¦l quien gane.... o pierda.
P. Pero no deja de ser parad¨®jico que sea Aznar quien le sirva la plataforma en bandeja. Porque usted tiene 43 a?os y el futuro no est¨¢ escrito.
R. Yo siempre he dicho que no hab¨ªa que dramatizar mis declaraciones ni mis aspiraciones, pero todo en la vida tiene sus tiempos. Y mi tiempo en estos momentos es de Madrid. Si quiere hablar del futuro, lo haremos cuando llegue. Yo s¨¦ que el futuro, mi futuro, no est¨¢ escrito. Eso es lo que he dicho durante los ¨²ltimos ocho a?os y no me arrepiento. Y s¨¦ como se puede interpretar esto, pero no importa.
P. Y si usted llegara a La Moncloa. ?Le dar¨ªa la oportunidad a Aznar para ocupar un liderazgo en europa?
R. Ser¨ªa una arrogancia por mi parte hacer una hip¨®tesis como la que usted me propone. Pero si usted quiere saber si a m¨ª me queda algun tipo de rencor le dir¨¦ que no me puede quedar aquello que no ha existido nunca. Pero tambi¨¦n quiero que quede claro que quien ha cerrado definitivamente la herida que yo pudiera tener con un sector de mi partido ha sido Aznar encarg¨¢ndome la responsabilidad de la candidatura a la alcald¨ªa de Madrid. Y yo eso no lo olvido.
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