Ceuta y Melilla, a escena
La reunificaci¨®n territorial de Marruecos forma parte ritual y gen¨¦rica del mensaje del trono, pero Mohamed VI ha sido mucho m¨¢s espec¨ªfico en su tercer discurso. El rey alau¨ª ha sacado a relucir los nombres de 'Ceuta y Melillla y las islas vecinas' como 'lugares ocupados' que su pa¨ªs tiene 'el derecho leg¨ªtimo de reclamar a Espa?a'. No ser¨ªa nada nuevo si se tratara del discurso anual del representante de Marruecos ante la Asamblea de Naciones Unidas, pero supone una inflexi¨®n en los mensajes del trono. Mohamed VI calific¨® tambi¨¦n de 'agresi¨®n militar del Gobierno espa?ol' la acci¨®n militar en Perejil, que, seg¨²n el monarca, 'ha formado siempre parte de Marruecos'.
Es imposible disociar el tono en¨¦rgico de sus reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla del conflicto vivido este mes en torno al pe?¨®n de Perejil, y tambi¨¦n de la posici¨®n que mantiene Espa?a sobre el S¨¢hara occidental, que irrita profundamente a Marruecos. Rabat acaba de sufrir un serio rev¨¦s en la ONU, donde, pese a contar con patrocinadores de la envergadura de EE UU y Francia, no ha conseguido que el Consejo de Seguridad se decante por la ¨²nica soluci¨®n que considera v¨¢lida para la antigua colonia espa?ola, su autonom¨ªa te¨®rica bajo soberan¨ªa marroqu¨ª. De hecho, el consejo pretende encargar de nuevo al mediador estadounidense, James Baker, que encuentre durante los pr¨®ximos seis meses una soluci¨®n pol¨ªtica para el territorio que reivindica el Polisario, y para el que Espa?a defiende una soluci¨®n acordada entre las partes.
El discurso del monarca alau¨ª hay que encuadrarlo dentro del enrarecido clima en el que se desarrollan las relaciones bilaterales desde hace a?o y medio y que tuvieron en la isla de Perejil su episodio m¨¢s caliente. En el mismo sentido discurre la creciente picajosidad del ministro de Exteriores, Benaissa, que acaba de protestar por la presencia de una corbeta espa?ola en el pe?¨®n de Alhucemas, como a comienzos de mes lo hab¨ªa hecho por las patrullas en torno a los islotes de Tierra y Mar, otros dos pe?ascos pr¨®ximos. Alhucemas es uno de los lugares sobre los que Rabat reivindica su soberan¨ªa, junto con Ceuta, Melilla, el pe?¨®n de la Gomera y las Chafarinas.
Parece evidente que tres a?os despu¨¦s de su llegada al trono, y en v¨ªsperas de unas elecciones que pretenden ser las primeras democr¨¢ticas celebradas en el reino, Mohamed VI ha decidido mantener abierta la caja de los conflictos potenciales con Espa?a. Marruecos tiene otras muchas y muy serias dificultades, cuyo alivio sigue esperando tres a?os despu¨¦s del advenimiento del joven rey, aunque ayer anunci¨® algunas decisiones liberalizadoras y de refuerzo de los derechos humanos.
Por lo que se refiere a sus reivindicaciones territoriales, ser¨ªa ilusorio por parte espa?ola aspirar a que Rabat no hable de Ceuta y Melilla, o que renuncie a reclamar su soberan¨ªa sobre esos dos enclaves espa?oles. Pero Espa?a tiene muy s¨®lidos argumentos para defender su posici¨®n. Si Marruecos, como aseguraba ayer su rey, ha optado por la v¨ªa del debate franco y el compromiso para garantizar la paz y la estabilidad de una regi¨®n estrat¨¦gica, ambos Estados acabar¨¢n coincidiendo en un punto de encuentro que preserve el objetivo superior de la buena vecindad y los intereses vitales de sus relaciones, presentes y futuras.
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