'LAS TUMBAS EGIPCIAS SON MUY AGRADECIDAS'
Denon, Belzoni, Burckhardt, Maspero, Petrie, Carter... Hay m¨¢s aventura detr¨¢s de esos nombres cl¨¢sicos de la egiptolog¨ªa que en todo Salgari. La gran aventura del descubrimiento y estudio de la antigua civilizaci¨®n egipcia. El madrile?o Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n, egipt¨®logo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), es parte de esa larga cadena, y cuando se le recuerda esa circunstancia carraspea y trata de mirar hacia otro lado, abrumado por la responsabilidad. Si Belzoni tuvo su coloso, Maspero su rep¨®quer de momias reales y Carter el gran premio Tutankam¨®n, Gal¨¢n anda tras un importante funcionario de la reina Hatshepsut, Djehuty, cuya tumba (y la vecina, perteneciente a otro noble, Djery, supervisor del granero de la reina Ahotep) excava en Dra Abu el-Naga, cerca del Valle de los Reyes. All¨ª, bajo la arena caliente, entre cosas maravillosas y miasmas, le espera su momia. 'Las tumbas son muy agradecidas', considera.
'El exterior del sepulcro de Djehuty est¨¢ lleno de restos de momia, un f¨¦mur, un brazo; huesos como para hacer un cocido'
'Me met¨ª en el pozo con una escalera; conduc¨ªa a una galer¨ªa subterr¨¢nea muy estrecha. Fue un momento de peligro'
Pregunta. ?Momias!
Respuesta. No me atraen especialmente, no siento nada por ellas.
P. Pero ha encontrado.
R. S¨ª, s¨ª, en la excavaci¨®n preliminar en el exterior de la tumba de Djehuty; muy desarticuladas, un f¨¦mur por ah¨ª, un brazo por all¨¢; huesos como para hacer un gran cocido.
P. No me dir¨¢ que la idea de encontrar la momia de Djehuty no le excita.
R. Es cierto, mucho; si la encontramos... eso ser¨¢ otro cantar.
P. ?Qu¨¦ posibilidades tienen?
R. La tumba fue robada en la antig¨¹edad, as¨ª que es dif¨ªcil que hallemos el sarc¨®fago con la momia entera dentro. Lo m¨¢s probable es que est¨¦ despojada y rota. Hasta que excavemos los pozos de enterramiento no podemos estar seguros. Pero no hay raz¨®n para que no est¨¦, los ladrones no estaban interesados en las momias en s¨ª mismas. Algo vamos a encontrar: parte del ajuar funerario, el sarc¨®fago de madera, estar¨¢n por ah¨ª. Y muy posiblemente, la momia. La gran sorpresa que nos espera es la c¨¢mara de Djehuty: est¨¢ llena casi hasta arriba de escombros, pero ya se pueden ver en lo alto relieves pintados.
P. ?Qui¨¦n era ¨¦l, Djehuty?
R. Tesorero y supervisor de los trabajos de la reina. Cont¨® todas las cosas que se trajeron de la expedici¨®n a Punt, y controlaba a los artesanos que pon¨ªan el broche de oro a los monumentos de Hatshepsut. Parece que era originario de Herm¨®polis, lugar de culto de Tot. No sabemos c¨®mo lleg¨® a Tebas, pero se convirti¨® en uno de los m¨¢s leales servidores de la reina, hasta el punto de que le alcanz¨® la damnatio memoriae, la condena al olvido que Tutmosis III decret¨® sobre su antecesora y madrastra.
P. Una maldici¨®n, ?qu¨¦ interesante!
R. Bueno, as¨ª era la vida. Por suerte, la forma de borrar el recuerdo de alguien en Egipto era tan peculiar que normalmente se dejaba la imagen y se borraba s¨®lo la inscripci¨®n.
P. ?Sigue siendo hoy la egiptolog¨ªa una gran aventura?
R. Es distinta a como era hasta principios del siglo XX. ?Eso s¨ª que eran aventuras! Ahora el riesgo est¨¢ sobre todo en las pocas salidas que tiene la profesi¨®n...
P. Pero all¨ª, en la necr¨®polis tebana, no les han faltado a ustedes pasadizos oscuros, momias y escorpiones.
R. Es cierto, excavar en Egipto no deja de ser una maravillosa aventura. Pero para m¨ª tambi¨¦n lo es bucear en una buena biblioteca egiptol¨®gica, como la del ?gyptologisches Institut de la Universidad de Tubingen. ?Sabe que he tenido en mis manos las fichitas de cart¨®n que hicieron los grandes egipt¨®logos? Fue muy emocionante. Esa gente sab¨ªa un mont¨®n.
P. ?Cu¨¢l ha sido el episodio m¨¢s aventurero de la campa?a?
R. Pasamos un momento de fuerte peligro: debajo de la segunda tumba, la de Djery, al lado de la de Djehuty, explorando un pozo del que no se ve¨ªa el fondo. Me met¨ª con una escalera; conduc¨ªa a una galer¨ªa subterr¨¢nea larga y estrecha, llena de escombros. Pod¨ªamos haber quedado sepultados. Fuimos a parar a un dep¨®sito de momias de ibis, centenares. Una de ellas ten¨ªa las alas desplegadas, resultaba estremecedor.
P. ?Ibis? ?Por qu¨¦ enterraron ah¨ª esos p¨¢jaros sagrados de Tot?
R. Fue en ¨¦poca tard¨ªa. Creemos que por asociaci¨®n con el nombre de Djehuty, que significa 'pertenece a Tot', la tumba y los alrededores se convirtieron en un santuario al dios y como consecuencia se construy¨® un dep¨®sito de ofrendas en su honor, entre ellas las momias de las aves. En el-Gebel se hall¨® un cementerio con cuatro millones de ibis momificados. Es posible que en esos lugares santos se criaran ibis que pod¨ªas comprar para ofrendarlos.
P. ?Han visto cobras? Se ve que en la zona hay muchas.
R. ?Cobras? Pues no. Escorpiones, pero no demasiados. Nos han dicho que la pr¨®xima campa?a ser¨¢ peor, porque al abrir y oxigenar la tumba les gusta m¨¢s meterse. Este a?o hemos sido un poco imprudentes. Por ejemplo, no hemos usado mascarillas. Y eso que hay algunos hongos en las tumbas fara¨®nicas que se han revelado cancer¨ªgenos; hay que ir con cuidado. F¨ªjese, los hongos, algo que parece tan inofensivo...
P. ?Qu¨¦ hay en el origen de su vocaci¨®n de egipt¨®logo?
R. Los textos antiguos. Aunque, ver¨¢, yo me considero un hombre de acci¨®n y me van la aventura y el riesgo -por lo menos hasta que he desarrollado este insidioso asma, como consecuencia de una alergia-, lo que me cautiv¨® desde el principio de Egipto fue sus escritos. Las ruinas, el pa¨ªs, la luz... claro, pero los textos, entender la mentalidad de los antiguos egipcios, sus aspiraciones y deseos, su cotidianeidad y su religiosidad, eso es sensacional. Mi pasi¨®n ha sido siempre leer jerogl¨ªficos.
P. As¨ª su h¨¦roe ser¨¢ Champollion. Vaya con cuidado. Recuerde que, seg¨²n la leyenda (es decir, Ceram), tras descifrar la escritura jerogl¨ªfica sufri¨® un desmayo por el esfuerzo que le dur¨® d¨ªas.
R. Pues prefiero a Petrie. Para m¨ª es el n¨²mero uno, sent¨® las bases de la egiptolog¨ªa cient¨ªfica y no s¨®lo excavaba por todo Egipto, sino que adem¨¢s publicaba el resultado de sus hallazgos. Tambi¨¦n admiro mucho a Gardiner, que sab¨ªa de todo.
P. ?Cu¨¢ndo fue su primera visita a la tierra de los faraones?
R. A los 18 a?os. Trabaj¨¦ en una agencia de viajes de El Cairo y estuve viviendo con una familia egipcia.
P. ?Qu¨¦ se siente cuando uno se mete en una tumba de ¨¦poca fara¨®nica inexplorada?
R. Te galopa el coraz¨®n. Avanzas y apenas puedes creer que seas t¨² qui¨¦n est¨¢ viviendo eso. Pero hay que controlar las pasiones, ?somos cient¨ªficos!
EL AMANTE DE LOS JEROGL?FICOS
Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n (Madrid, 1963) tiene una cita con una momia. Y no una cualquiera, sino la del noble Djehuty, fiel servidor de la poderosa reina Hatshepsut. Puede que el encuentro sea en enero pr¨®ximo o el a?o siguiente, o el otro. No importa, Djehuty lleva esperando 3.500 a?os: si algo le queda bajo las vendas es paciencia. Gal¨¢n, egipt¨®logo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, dirige -con su colega egipcio Mohamed el-Bialy- la misi¨®n hispanoegipcia Proyecto Djehuty, con el objetivo de excavar, restaurar y publicar la tumba de ese noble y la vecina de Hery, otro alto funcionario fara¨®nico, en el enclave de Dra Abu el-Naga, una de las necr¨®polis de la antigua Tebas (Luxor), junto al Valle de los Reyes. Gal¨¢n y su equipo constituyen la primera expedici¨®n oficial espa?ola que excava una tumba en esos parajes, donde todav¨ªa Tutankam¨®n (bastante ajado y ya sin oro, cierto) duerme su sue?o eterno. Gal¨¢n, un hombre t¨ªmido y con asma pero que atesora toda la pasi¨®n de la gran aventura egiptol¨®gica, est¨¢ convencido de que en alg¨²n lugar de la tumba que excavan, llena hasta el techo de escombros, se encuentran la momia del propietario y restos de su ajuar funerario.
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