'El 80% de los tesoros de la tumba de Tutankam¨®n eran de segunda mano'
Tutankam¨®n, el joven fara¨®n que apareci¨® enterrado literalmente en oro, fue a¨²n m¨¢s desgraciado de lo que se piensa. No s¨®lo muri¨® -quiz¨¢ asesinado- sin haber tenido tiempo de disfrutar mucho de la vida y tras ver c¨®mo se desvanec¨ªan los sue?os del que se cree era su padre, Akenat¨®n, sino que fue sepultado con un ajuar prestado, de segunda mano, vamos. La mayor parte de los tesoros de su tumba, hallada intacta en el Valle de los Reyes en 1922 por Carter y Carnarvon, hasta un 80% de los maravillosos objetos que han fascinado a generaci¨®n tras generaci¨®n desde entonces, incluida la c¨¦lebre m¨¢scara de oro que cubr¨ªa su momia, eran reutilizados, reciclados, hab¨ªan sido dise?ados originalmente para otros difuntos reales, entre ellos Akenat¨®n y su esposa Nefertiti (que habr¨ªa reinado tambi¨¦n como fara¨®n). Esto es al menos lo que sostiene el egipt¨®logo brit¨¢nico Nicholas Reeves (Rochdale, 1956), uno de los m¨¢s prestigiosos en su campo y que visita estos d¨ªas la Feria del Libro de Madrid con su ¨²ltima obra bajo el brazo, el sensacional Akenat¨®n, falso profeta de Egipto (Ober¨®n, divisi¨®n de Anaya).
'Carter y Carnarvon ya hab¨ªan entrado, pero fingieron ir avanzando despacio en la tumba'
'La pol¨ªtica del fara¨®n Akenat¨®n fue desastrosa para el pueblo egipcio'
Reeves es autor de un buen n¨²mero de las obras sobre el antiguo Egipto m¨¢s sugerentes de los ¨²ltimos tiempos, incluidos Todo Tutankam¨®n (Destino) y Los grandes descubrimientos (Cr¨ªtica), y realiza uno de los trabajos de campo m¨¢s apasionantes que quepa imaginar: la b¨²squeda de materiales, e incluso tumbas nuevas, en el Valle de los Reyes. Su retrato de Akenat¨®n, el fara¨®n hereje que impuso el culto ¨²nico a At¨®n, como un siniestro y mesi¨¢nico tirano ha suscitado controversia. 'Bueno, otra gente tiene otra opini¨®n', acepta con una sonrisa Reeves. 'No digo que Akenat¨®n fuera premeditadamente malvado, pero la pol¨ªtica que sigui¨® fue desastrosa para el pueblo egipcio'. Para Reeves, las anteriores interpretaciones de Akenat¨®n como un m¨ªstico pac¨ªfico estaban influidas por la ¨¦poca y por la perspectiva cristiana. 'Las influencias que he recibido yo de mi propia ¨¦poca me llevan a compararlo m¨¢s bien con Mao, Hitler y Stalin'.
Reeves se ha especializado en una ¨¦poca particularmente peliaguda de la historia fara¨®nica, el periodo amarniano (de El Amarna, el nombre moderno de la nueva capital a la que se traslad¨® Akenat¨®n). 'Sin m¨¢s evidencias, es posible que nunca lleguemos a aclarar todos los misterios de esa ¨¦poca. Lo que tenemos es como un puzzle en el que faltan el 90% de las piezas y del que carecemos del dibujo de la tapa'. Reeves busca respuestas en el Valle de los Reyes. 'Desde el descubrimiento de la tumba de Tutankam¨®n, todo el mundo dice que el lugar est¨¢ agotado, que no queda nada por descubrir. Pero eso no es cierto'. Reeves est¨¢ convencido de que hay puntos que no han sido excavados a¨²n, ocultos bajo la inmensa capa (de cuatro metros de profundidad) de escombros de b¨²squedas anteriores. Y ah¨ª podr¨ªan localizarse esclarecedores enterramientos de la ¨¦poca amarniana desconocidos -la momia de Nefertiti ser¨ªa el gran premio-. ?l dice haber hallado indicios, pistas: objetos sueltos con inscripciones significativas, rastros de los artesanos que construyeron los sepulcros...
'El escenario que planteamos es el siguiente: Tutankam¨®n sube al trono tras la muerte de Akenat¨®n y su misterioso sucesor Smenkara -seguramente Nefertiti con otro nombre-, y poco despu¨¦s se trasladan los restos de la familia de la necr¨®polis de El Amarna, en v¨ªas de abandono, al sitio tradicional de enterramiento, el Valle de los Reyes, en Tebas. La muerte repentina de Tutankam¨®n provoca que se replantee todo ese proceso y se aproveche parte del ajuar funerario de esos enterramientos, que deb¨ªan ser reubicados en el valle, para el joven fara¨®n, cuya tumba y propio material no hab¨ªan sido a¨²n preparados. El resto lo vuelven a poner en las nuevas tumbas dise?adas para los viejos difuntos'. Esas tumbas ser¨ªan la 55, la 56 y alguna otra por hallar.
El improvisado proceso explica el l¨ªo de identidades en la enigm¨¢tica tumba n¨²mero 55, en la que, seg¨²n Reeves, la momia de un hombre hallada en 1907 es la del propio Akenat¨®n, aunque metido en un sarc¨®fago que inicialmente estaba destinado para una mujer, Kiya, esposa secundaria. Y lo que hay en la tumba 62, la de Tutankam¨®n, es un masivo 'reaprovechamiento' de material de otros. 'Encontramos evidencias de cambios de nombre en los cartuchos de los sarc¨®fagos y en muchos otros objetos. Y tambi¨¦n modificaciones de dise?o, piezas que no encajan, cosas raras. Por ejemplo, en el ata¨²d exterior de Tutankam¨®n, el rostro que aparece es muy parecido al de una estatua colosal de Akenat¨®n en Karnak, y en el ata¨²d medio la decoraci¨®n de la parte inferior es t¨ªpica del destinado a una mujer'.
Incluso la portentosa m¨¢scara de oro, el elemento m¨¢s caracter¨ªstico del enterramiento de Tutankam¨®n, su rostro para la eternidad, es sospechoso de no haber estado destinado originalmente a su momia, afirma Reeves. 'Mir¨¦ en su interior y ?no pod¨ªa creerlo!, hay una fina l¨ªnea de soldadura, como si el rostro hubiera sido a?adido al tocado, algo muy inusual. Quiz¨¢ yo sea muy suspicaz, pero esa m¨¢scara no es de Tutankam¨®n, puede que represente a Nefertiti o al mismo Akenat¨®n'. Resulta triste morir joven y recibir un entierro de segunda mano. 'Bueno, hay que pensar que para los egipcios la tumba y su contenido son un m¨¢quina para transportar al muerto al otro mundo. Es un asunto pr¨¢ctico. En un mundo perfecto uno tendr¨ªa su propio equipo funerario, pero Tutankam¨®n era joven, muri¨® de manera repentina y el sucesor deb¨ªa cumplir r¨¢pidamente los ritos requeridos para subir ¨¦l al trono'.
Uno de los libros de Reeves se titula Todo Tutankam¨®n. Pero se ha dicho que la momia del joven fara¨®n no est¨¢, digamos, completa; concretamente, que el pene, documentado por Carter al desenvolver el cuerpo, se ha extraviado. 'Nunca lo hab¨ªa o¨ªdo. Es una buena historia. Me sorprender¨ªa que algo se haya perdido, porque Carter reenterr¨® a Tutankam¨®n con una tapa de cristal muy grueso. Pero yo no soy anatomista'. ?Cree Reeves en la teor¨ªa del asesinato? 'Depende del d¨ªa', r¨ªe. 'Insisto en que soy arque¨®logo y para esas cosas estoy en otras manos. Si me dicen que han encontrado una bala en el cr¨¢neo de Tutankam¨®n, pues he de creerlo'.
Reeves es un gran especialista en Carter y Carnarvon, e incluso document¨® los hallazgos de piezas escondidas en el castillo del lord en Highclere. ?Cree que explicaron la verdad del hallazgo de la tumba de Tutankam¨®n? 'Sabemos que entraron y la investigaron toda la primera vez, y luego fingieron ir descubri¨¦ndola, ir avanzando poco a poco, lo que resultaba m¨¢s melodram¨¢tico y por tanto mejor para la exclusiva del hallazgo que firmaron con The Times. Pero eso no significa que hicieran nada malo. Carter fue extremadamente profesional en el estudio de la tumba. Es cierto que debi¨® haber aclarado todo esto'. En cuanto a si distrajeron para ellos objetos del ajuar, Reeves opina: 'Es f¨¢cil hacer acusaciones, pero no hay nada probado; la gente inventa mucho; en el escondrijo de Highclere, por ejemplo, pese a lo que se dijo, no hab¨ªa nada de la tumba de Tutankam¨®n'.
Entre las sorpresas que han hallado ya en el Valle de los Reyes, Reeves se?ala una extra?a capilla y restos de un muro que probar¨ªa que el lugar estaba dividido en cinco ¨¢reas diferentes, cada una bajo la protecci¨®n de un dios y con puntos de control propios. 'Hay mucho que hacer en el Valle de los Reyes', sintetiza Reeves mientras sus ojos azul lapisl¨¢zuli brillan con algo que no puede achacarse a la fiebre que arrostra a causa del infame clima ingl¨¦s. 'Y muchas sorpresas aguardan; puede que no otro Tutankam¨®n, pero ?qui¨¦n sabe?'.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.