'MIS MEJORES RECUERDOS TIENEN QUE VER CON LO PROHIBIDO'
Jes¨²s Ayuso (Moratilla, Guadalajara, 1942), el librero de Fuentataja, en Madrid, es un hombre singular; fibroso, simp¨¢tico, siempre tiene un proyecto en la cabeza; si ¨¦sta fuera la ¨¦poca, ¨¦l ser¨ªa un fil¨¢ntropo. Los que le conocen no saben c¨®mo su generosidad ha sido capaz de hacer compatible su librer¨ªa con un negocio. Pues ah¨ª est¨¢, Fuentetaja. ?l es su s¨ªmbolo. La librer¨ªa naci¨® el 2 de noviembre de 1959. Y sigue tan campante.
Pregunta. ?Qu¨¦ libros han marcado su vida como librero?
Respuesta. Los de la ¨¦poca de lo prohibido. Y despu¨¦s, de un modo m¨¢s ideol¨®gico, empec¨¦ a tener conocimiento pero sin tener referencia. Me gustaban libros de ensayo, de filosof¨ªa; libros raros, como los de Epicteto. Luego me marc¨® Pessoa, El libro del desasosiego. Sent¨ªa a Pessoa como el hombre perseguido, el hombre subestimado, siendo el hombre m¨¢s maravilloso que Portugal ten¨ªa. Por supuesto, Cervantes. Mi padre me le¨ªa p¨¢rrafos de Cervantes antes de acostarme para que yo cogiera no su pulso del conocimiento filos¨®fico, sino la iron¨ªa para re¨ªrse del mundo que le rodeaba.
'No fund¨¦ la librer¨ªa por un af¨¢n comercial sino por un af¨¢n de supervivencia en un mundo hostil a la cultura'
'Llegu¨¦ a esconder los libros en las colmenas. Me gusta mucho la apicultura. ?Y a ver qui¨¦n se atrev¨ªa a meter la mano!'
P. ?Qu¨¦ se necesita para ser un buen librero?
R. El placer de leer, saber leer no s¨®lo para ti, sino para los dem¨¢s. La parte m¨¢s importante es leer para los dem¨¢s. Para ti tienes tus gustos. Muchas veces leo pensando que en cualquier momento puede entrar un cliente que me va a pedir una determinada informaci¨®n. No s¨¦ qui¨¦n ser¨¢ ese cliente, pero si yo tengo la respuesta, sabr¨¦ que ese cliente ser¨¢ muy fiel. Y lo consigo.
P. ?Cree que su tipo de librero ya no se lleva?
R. Hay prisa para todo, y dicen que la prisa, a veces, es mala consejera. Le dije que llegu¨¦ a esto por el arte de la casualidad y por el gusto de la lectura. Ahora, cuando mandas un curr¨ªculum, dices c¨®mo dominas la inform¨¢tica, que es el librero de hoy, el librero electr¨®nico. Pero entiendo que con ese librero es muy dif¨ªcil el di¨¢logo. El lector, aunque sea catedr¨¢tico de no s¨¦ qu¨¦ especialidad, no conoce todos los t¨ªtulos que han salido. Nosotros tenemos todo lo que hay en el ordenador, y la capacidad de retentiva, pues la memoria es nuestra arma. Donde veo m¨¢s dificultades para que se pueda desenvolver el librero es en la tecnolog¨ªa; veo m¨¢s posibilidades de supervivencia de un buen librero en las humanidades. El exceso de t¨¦cnica impide que el librero desarrolle su capacidad seductora.
P. En los ¨²ltimos tiempos, en Espa?a se ha producido la dial¨¦ctica entre el librero de gran superficie y el librero tradicional. ?Cree que es falsa?
R. Totalmente falsa. El libro es lo mismo en una gran superficie que en un peque?o espacio, lo importante es la persona que sepa captar al cliente, y sabe hacerlo por los conocimientos que tenga y por la relaci¨®n, por el trato. Ya sabes aquello de 'buen porte y buenos modales', y el libro es la mejor puerta que puedes abrir a una persona.
P. A pesar de tener esp¨ªritu de poeta, usted cre¨® una empresa, la librer¨ªa Fuentetaja.
R. En los a?os cincuenta es muy dif¨ªcil pensar, como hoy, en crear una empresa. Empec¨¦ por el placer y he terminado por el oficio, y la relaci¨®n con personas que est¨¢n en el entorno. Cuando yo quise crear la librer¨ªa no lo hice con un af¨¢n comercial; simplemente era un af¨¢n de supervivencia en un mundo hostil a la cultura. En aquel momento, todo estaba oprimido, y muchas veces coincid¨ªa que los grandes censores ven¨ªan a buscar en ti esos libros prohibidos. Un determinado ministro franquista fue para m¨ª el mejor cliente de los libros prohibidos, en su dimensi¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y literaria. ?l sab¨ªa, como buen gallego, d¨®nde los ten¨ªa.P. ?Era Fraga Iribarne?
R. Era P¨ªo Cabanillas. Este hombre, para m¨ª, ten¨ªa una sensibilidad para la lectura extraordinaria, y llegu¨¦ a tener con ¨¦l amistad y confianza, porque yo no sab¨ªa qui¨¦n era, s¨®lo sab¨ªa que era un notario, gran lector, que cuando sal¨ªa a las diez del Ministerio de Justicia ven¨ªa a la librer¨ªa. No sab¨ªa cu¨¢l era su oficio, simplemente me gustaba ese lector y le cuidaba y lleg¨¢bamos a un intercambio. El d¨ªa que sale en el Bolet¨ªn nombrado como subsecretario se me vino el alma a los pies. Le llam¨¦ y le dije: '?Qu¨¦ vas a hacer conmigo?, lo sabes todo'. S¨®lo puedo decir, con el respeto a la palabra dada, que me llam¨® pasado el tiempo y me dijo: 'Quiero que sigamos como ¨¦ramos, s¨®lo que con otra dimensi¨®n, m¨¢s discreta; quiero saber qu¨¦ se edita, qu¨¦ hay tanto en econom¨ªa como en pol¨ªtica, y por mi parte nunca habr¨¢ problemas'.
P. A pesar de esas amistades, hubo persecuci¨®n...
R. Mucha. La tensi¨®n era muy grande. Pero ten¨ªamos topos en todas partes, amigos que estaban en alguna direcci¨®n general y te pod¨ªan informar. Me pas¨® mucho con el antiguo Ministerio de la Gobernaci¨®n. Estaba Yag¨¹e, me parece que se llamaba, que era un represor enorme, y cuando un d¨ªa se enter¨® de que hab¨ªan entrado en Espa?a muchos libros sobre los Tupamaros, me mand¨® un propio, Billy el Ni?o, y me llev¨® a la Puerta del Sol para decirme que sab¨ªa que yo ten¨ªa todos esos libros. Yo sab¨ªa d¨®nde estaban, pero no los ten¨ªa. Y con la firmeza de la verdad le dije: 'Yo no los tengo'. Las amenazas fueron habituales, llegando a extremos como aquel d¨ªa en que me mand¨® a los inspectores y me dijeron: 'Tiene usted un libro con un desnudo'. Y, efectivamente, asent¨ª. Yo ten¨ªa un libro que conten¨ªa el David de Miguel ?ngel.
P. ?Un libro con un desnudo!
R. S¨ª, el David de Miguel ?ngel. Y nada, me mand¨® a la censura y me pusieron una multa. Pero, claro, era un libro de arte y reconocieron ante mi recurso que, efectivamente, ellos no ten¨ªan raz¨®n. Pero unos d¨ªas m¨¢s tarde volvieron otra vez y me secuestraron La Rep¨²blica, de Plat¨®n. Y otra vez entramos en las mismas. No estaba preparado para recibir tantas inspecciones. Pero a base de tanto machacarte terminabas por acorazarte. Llegu¨¦ a esconder los libros en las colmenas (me gusta mucho la apicultura). Eran situaciones l¨ªmite: ven¨ªan y te lo registraban absolutamente todo, pero yo me llevaba los libros prohibidos a mitad del campo y los pon¨ªa con las abejas; ?a ver qui¨¦n se atrev¨ªa a meter la mano con esas se?oras!
P. Usted ha sido editor. ?Le prohibieron muchos libros?
R. Pr¨¢cticamente todos los que se presentaban a censura. El primer Manifiesto comunista lo publiqu¨¦ yo, con pr¨®logo de Riazanot y con una peculiaridad muy graciosa: me permit¨ªan publicarlo siempre y cuando tuviera m¨¢s de ciento cincuenta p¨¢ginas. Como el pr¨®logo de Riazanot era inmenso, pude hacerlo. Alguien, supongo que alg¨²n reprimido, me llev¨® ante los tribunales porque hab¨ªa editado el Manifiesto. Me llevan al TOP y sucede una cosa muy graciosa: el juez Chaparro, se llamaba, me convoca y me pregunta: '?No es m¨¢s bien cierto decir que usted es el autor del Manifiesto comunista?'; le digo: 'No'. Y entonces alguien le dice al o¨ªdo: 'Se?or juez, que fue Marx'. Y dice Chaparro: 'Pues que venga'. Gracias a eso me fui a la calle, y el autor, por razones obvias, no se present¨®.
37.000 ?RBOLES
Amigos suyos como Luis Mateo D¨ªez, Jos¨¦ Mar¨ªa Merino o Julio Llamazares, todos ellos leoneses, han contribuido a crear en torno a ¨¦l una leyenda que se corresponde con la realidad: es, en efecto, un so?ador, no se entiende c¨®mo ha podido mantener en pie un negocio, el de la librer¨ªa Fuentetaja; ahora est¨¢ muy agradecido a su amigo Pedro Pablo Mansilla, que en un momento determinado acudi¨® a su lado y estimul¨® la continuidad de este lugar abigarrado en el que ¨¦l, desde noviembre de 1959, quiso contribuir a que otros so?aran con los libros. No para: ahora quiere crear en su pueblo, Moratilla de los Meleros, en Guadalajara, un lugar de retiro para quienes quieran hablar de la cultura del libro, escritores y lectores. En ese sitio plant¨® a lo largo de los a?os 37.000 ¨¢rboles, y en ese mismo lugar tiene las abejas en cuyas colmenas ocult¨® en los cincuenta y sesenta los libros prohibidos que persegu¨ªa el franquismo. La suerte, dice, es que en Moratilla hay mucha tierra y mucho agua, y los ¨¢rboles han salido frondosos: 'No me gustar¨ªa que se pusiera de epitafio en mi tumba 'Aqu¨ª muri¨® el que plant¨® tantos ¨¢rboles', sino 'Aqu¨ª viven tantos ¨¢rboles gracias a que ¨¦ste muri¨® por ellos'. Es un seductor de lectores: 'Me gusta seducir; pero no por el gesto de la venta, sino porque vuelva a venir esa persona y se acuerde de m¨ª porque le di un buen consejo, un libro adecuado. El servicio es lo que me interesa'. Los libros le han hecho feliz, 'pero la felicidad no es un solo libro, el di¨¢logo te da m¨¢s felicidad que un libro, pero si no hay con quien hablar, el libro es el compa?ero feliz'. Y el ¨¢rbol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.