El reto de Stoiber, el b¨¢varo serio
El candidato democristiano parte como favorito en las elecciones alemanas, pese al temor a sus facetas m¨¢s duras e intolerantes
No es que hable con doble lenguaje el candidato; habla con creciente seguridad y rotunda convicci¨®n. Ni mucho menos que diga cosas distintas en sitios distintos de la geograf¨ªa alemana en esta campa?a electoral que oficialmente comienza ahora, pero que lleva ya meses en marcha. Pero s¨ª las dice de otra forma. Se le notan mucho al se?or Edmund R¨¹diger Rudi Stoiber, presidente del Estado federado de Baviera y candidato a la canciller¨ªa en Berl¨ªn, sus ingentes esfuerzos, cuando interviene en el norte y en el este de Alemania, en reducir a un m¨ªnimo un acento b¨¢varo que en su tierra natal parece siempre querer exagerar. El deje puede ser para un pol¨ªtico lo que un saco de tierra atado al pie para un nadador.
Bismarck se retorcer¨¢ en la tumba si un b¨¢varo llega a canciller por primera vez
No lo tiene f¨¢cil un b¨¢varo para ser tomado en serio en Renania-Westfalia o Hamburgo, en Berl¨ªn o Brandeburgo. Aunque sea un hombre tan serio como el l¨ªder de la Uni¨®n Social Cristiana (CSU) b¨¢vara y hoy candidato de la Uni¨®n Cristiana Democr¨¢tica (CDU) alemana para desbancar al socialdem¨®crata Gerhard Schr?der en las elecciones del 22 de septiembre. En el norte no le sirve el humor b¨¢varo con sus gracejos maliciosos, y menos a¨²n el suyo, algo tosco, como sugiere el hecho de que su primera broma como parlamentario b¨¢varo en los a?os setenta fuera ponerle a su coche una pegatina que rezaba 'la izquierda apesta'.
Es muy vitalista, eso s¨ª. De peque?o, reconoce en su propia p¨¢gina web, era un estudiante m¨¢s bien mediocre y lleg¨® a repetir un curso. No era, dicen sus asesores, ese ni?o pelota que tantos otros adivinan en el adulto. Lo que s¨ª reconocen sus amigos es que era un maestro jugando al futbol¨ªn y vencedor constante de concursos de eructos con unos solos que impresionaban a sus rivales. Cuando ganaba, a lo uno o a lo otro, recuerdan, sol¨ªa lanzar su particular grito de victoria: '?Ruhm, Ruhm!' ('?Gloria, fama!'). En fin, Edmund Stoiber era y es, como ni?o y como pol¨ªtico ('estadista', se llama ¨¦l a s¨ª mismo), un ser muy decidido y nada dubitativo, pero nadie podr¨¢ acusarle jam¨¢s de ser un alma hipersensible. Sus asesores son conscientes de que el norte es 'muy dif¨ªcil' para un cat¨®lico b¨¢varo ungido en lo que parece el esp¨ªritu redivivo de la contrarreforma. Saben que ni siquiera la profunda decepci¨®n del electorado ante una situaci¨®n econ¨®mica muy dif¨ªcil y un Gobierno paralizado como el de Schr?der en los ¨²ltimos meses pueden hacer simp¨¢tico a su candidato allende las lindes de su feudo b¨¢varo, en el que, ah¨ª s¨ª, su mayor¨ªa absoluta parece tener garant¨ªa vitalicia. En Renania-Westfalia, el Estado m¨¢s poblado de Alemania, la pasada semana su contrincante Schr?der, en su peor momento, le aventajaba en valoraci¨®n personal en casi treinta puntos.
Todo lo dicho anteriormente puede inducir a conclusiones muy err¨®neas. Porque, pese a todo ello y a bastante m¨¢s, Stoiber, 'el hacha rubia' le llaman -'rubio martillo de herejes', dir¨ªamos aqu¨ª-, es hoy por hoy favorito a ganar las elecciones de septiembre, dejar al Gobierno socialdem¨®crata en fugaz episodio y llevar a Alemania a esa gran amalgama gobernante en Europa del quiz¨¢ ya mal llamado conservadurismo de la centroderecha, la derecha cl¨¢sica, el derechismo-populista y extremos derivados diversos. A veces estas tendencias son dif¨ªciles de distinguir. Y en Stoiber de hecho confluyen todas. Como hace d¨¦cadas hizo feroz campa?a en el parlamento b¨¢varo en contra del nudismo y a favor de la presencia de crucifijos en la escuela p¨²blica, hoy se manifiesta partidario de medidas dr¨¢sticas y contundentes en casi todos los campos, dependiendo siempre, por supuesto, de cu¨¢l es su audiencia. Partidarios y adversarios coinciden en otorgarle un instinto de poder ilimitado.
Su carrera pol¨ªtica est¨¢ jalonada por defenestraciones, en ocasiones muy poco elegantes, de sus rivales. Ayud¨® en su d¨ªa a Franz Josef Strauss a liquidar a Alfred Goppel y auparlo a la presidencia de Baviera. Mand¨® a?os m¨¢s tarde al ostracismo al ¨²nico intelectual y moderado liberal que subsist¨ªa en el Gobierno b¨¢varo, Hans Maier, ministro de cultura. Despu¨¦s de la muerte de Strauss, los principales rivales de Stoiber para suceder al le¨®n b¨¢varo en la CSU, Max Streibl y Theo Waigel, se sumieron en el ocaso pol¨ªtico por filtraciones sobre sus relaciones privilegiadas con empresas privadas y una apuesta esquiadora profesional, respectivamente. Las filtraciones le vinieron francamente bien al hacha rubia en plena lucha por la supremac¨ªa y el puesto de Strauss. Stoiber gan¨®. Tiene una vida familiar impoluta, seg¨²n todas las noticias -mujer deportada de ni?a de la regi¨®n de los Sudetes, como centenares de miles de electores en Baviera, tres hijos cabales y nietos felices-. Sin m¨¢cula en sus relaciones sentimentales, otra cosa parecen las que mantiene con la empresa privada y que le llevaron hace poco a tener que declarar ante una comisi¨®n de investigaci¨®n del Bundestag. No hay cargos contra ¨¦l, pero resulta improbable que no supiera nada sobre la inmensa trama de corrupci¨®n, compra de favores y lodazal financiero de la era de Strauss el que fuera su secretario de Estado y mano derecha. Pero los techos de tolerancia en cuestiones ¨¦ticas en Alemania se han elevado ya mucho, y bajo ellos Stoiber se mueve con comodidad.
Cuando el drama que acongoja al Parlamento federal de un pa¨ªs con inmensos problemas de reestructuraci¨®n y reforma est¨¢ en el uso de las millas de vuelo sumadas en Lufthansa por los diputados y utilizadas en viajes privados, es que la credibilidad de la clase pol¨ªtica ha tocado fondo. Los esc¨¢ndalos de la ¨²ltima d¨¦cada, desde el de Helmut Kohl al reciente del ministro de Defensa Rudolf Scharping, pasan factura. Pero Stoiber, un implicado, se ve muy parad¨®jicamente beneficiado por este ambiente tan alejado de las tradicionales virtudes prusianas que reinaban en la antigua y nueva capital alemana. Nadie le ataca por ese flanco porque todos temen que se revelen sus propias vulnerabilidades. As¨ª las cosas, ya nadie excluye que, por primera vez, un b¨¢varo se haga con la canciller¨ªa en Berl¨ªn. Bismarck se retorcer¨¢ en la tumba. Muchos adversarios de Stoiber temen que las facetas m¨¢s duras, populistas e intolerantes del hacha rubia est¨¦n a¨²n por ver. Y ya tienen tantos motivos como Bismarck para retorcerse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.