EL INAGOTABLE MISTERIO DE MARILYN MONROE
En la madrugada de hoy a ma?ana se cumplen cuarenta a?os de la muerte, en su casa de Brentwood,de una actriz que es universalmente considerada un icono del siglo XX y cuyo inmenso talento la convierte en una adelantada a su ¨¦poca.
El 5 de agosto de 1962, y cada cinco a?os, los cronistas del lado sombr¨ªo del cine tienen subrayada en negro su cita con una vieja e ingotable ceremonia de profanaci¨®n. Es, cada cinco a?os y desde hace 40, el rito del nuevo desenterramiento y la nueva criba de las cenizas de la inagotable noticia de la muerte, en su casa de Brentwood, en Los ?ngeles, de una mujer de 36 a?os llamada Norma Jeane Baker, conocida en todo el mundo como Marilyn Monroe, que en la d¨¦cada de los a?os cincuenta dio el ¨²ltimo empuje de esplendor a un Hollywood ya atrapado por las primeras rampas de su decadencia y cuya ca¨ªda se llev¨® por delante a muchos de sus talentos, comenzando por el de esta inmensa mujer.
La inexplicable cercan¨ªa, la condici¨®n de espejo y la turbadora sensaci¨®n de verdad y realidad que despide la imagen de esta actriz herida por un tr¨¢gico choque entre su inteligencia y su belleza, la han convertido en uno de los focos iluminadores de las galer¨ªas subterr¨¢neas del siglo XX. Los rostros vociferantes de los pol¨ªticos pasan y la mayor parte de los enrevesados itinerarios de los aventureros del esp¨ªritu de ese tiempo se difuminan. Pero permanecen y se hacen cada vez m¨¢s n¨ªtidos algunos signos humildes de aquel turbulento tiempo que les toc¨® vivir. Uno de esos rostros, convertido en icono universal, que quedan y que fortalecen sus ra¨ªces cuanto m¨¢s se nos alejan en el tiempo es Marilyn. Cuando ocurri¨® su suicidio, o lo que fuese aquello, el suceso se ensanch¨® hasta rozar zonas de v¨¦rtigo, por estar indirectamente involucrado en ¨¦l John Kennedy, un presidente ennoblecido por su asesinato, pero que hoy, 40 a?os despu¨¦s de aquello, vuela m¨¢s alto por su condici¨®n de amante de Marilyn Monroe que por sus propias haza?as o fechor¨ªas.
Aunque la inercia de los primeros funerales period¨ªsticos de Marilyn Monroe mantiene la fecha de la madrugada del d¨ªa 5 de agosto, parece cada vez m¨¢s probable que la actriz muriese unas horas antes de lo dicho, no en la madrugada del 5, sino entre las diez y las doce de la noche del domingo d¨ªa 4 de agosto de hace cuatro d¨¦cadas. A eso conducen la mayor parte de las conjeturas arrancadas de un suceso del que no se conocen, aunque parece evidente que los tuvo, testigos directos y en el que al zarpazo del suicidio, que ya se abri¨® paso otras veces en otras alcobas de la actriz, se a?ade, para unos, una est¨²pida negligencia m¨¦dica y, para otros, el ep¨ªlogo, s¨®rdido y tumultuoso, de la larga y extenuante batalla de la actriz contra el poder, esta vez encarnada en una agria y violenta ruptura sentimental con Robert Kennedy, un hombre del poder.
Aunque casi todos los que tiraron de alg¨²n hilo de aquella siniestra trama ya han muerto o, si viven, han enmudecido, hartos de repetir su rencor o su disculpa y su coartada, la caja de las conjeturas acerca de lo que ocurri¨® aquella noche en Brentwood sigue a¨²n abierta y de ella saltan a la luz nuevas esquinas de la intriga. Pero reconforta que ahora -en la nueva oleada de libros, reportajes, estudios y documentos salidos de este octavo lustro de la muerte de Norma Jeane-, tras la consabida avalancha de indicios e invitaciones a engrosar el enigma del suceso, ¨¦ste parece por fin haber escapado de la l¨®gica del thriller de la vida real en que fue encerrado durante tantos a?os. Este cambio se produce en gran parte gracias a la solvencia de la Biograf¨ªa de Marilyn Monroe, que Donald Spoto public¨® hace 11 a?os, en 1993, y que es el disparadero de que comience a moverse la idea de que fue algo y no alguien la causa de la muerte de Marilyn Monroe.
Ella misma diagn¨®stic¨® sin percibirlo su muerte cuando dijo que una estrella era un objeto y ella, que era la estrella absoluta, detestaba ser objeto. Es este rechazo frontal a s¨ª misma y, al sistema que la exig¨ªa convertirse en objeto, lo que la hac¨ªa al mismo tiempo fuerte y sumamente vulnerable. Y es todo esto, a?adido a su dura iron¨ªa hacia lo que llamaba el prost¨ªbulo abarrotado -en referencia a las trastiendas morales del negocio de Hollywood- lo que la mat¨®. Y este rasgo suicida hace irrepetible, genial y secretamente corrosiva a la obra de esta mujer.
De ah¨ª que su rostro sea m¨¢s que el de una estrella, porque su tragedia, como su comedia, no fue nunca fingida, y por ello pervive. Sigue Marilyn, medio siglo despu¨¦s de romper el techo expresivo del estrellato, siendo v¨ªctima de cegueras como la del cr¨ªtico Val Hennesy, que hace unos a?os la rememor¨® como 'una actriz irremisiblemente mala, una mujerzuela autocomplaciente, una ni?a malcriada disfrazada de mujer y una estrella emperifollada y descerebrada', navajazos a un cad¨¢ver que chocan estruendosamente con la delicada idea de quien la dirigi¨® en Bus Stop, Joshua Logan, que poco antes, en 1984, dijo de ella: 'Era una de las actrices m¨¢s geniales que he conocido. Va m¨¢s all¨¢ del arte. Es la actriz de cine m¨¢s completa desde Greta Garbo. Tiene ese mismo misterio insondable. Es puro cine'.
La singularidad de ese rasgo de ser portadora de puro cine fue captado de forma intuitiva y perfecta por una c¨¦lebre bailarina inglesa, la gran Margot Fonteyn, que la conoci¨® en su momento de plenitud y dijo de ella, ya muerta: 'Era asombrosamente bella. Lo que m¨¢s me fascin¨® fue su evidente incapacidad para quedarse inm¨®vil. As¨ª como las personas normalmente mueven los brazos y la cabeza en una conversaci¨®n, estos gestos se reflejaban en Marilyn en todo su cuerpo, produciendo un efecto delicadamente ondulado, igual que el movimiento de un mar casi encalmado. Yo vi muy claro que se trataba de algo de lo que ella no era consciente. Era en ella tan natural como respirar y en manera alguna es ese meneo afectado que han sugerido algunos escritores'
No hay mejor captura y descripci¨®n interior que ¨¦sta de aquel invisible, inexplicable, al mismo tiempo misterioso y di¨¢fano, temblor que convert¨ªa a Marilyn Monroe en una actriz en carne viva, que actuaba con la totalidad de su cuerpo y que, por ello, era una adelantada a su tiempo, que se enfrent¨® -y rompi¨®, con terca inteligencia instintiva, en uno de los actos de autodefensa m¨¢s vigorosos que se conocen- a todo un desalmado y opulento sistema, que obviamente acab¨® con ella.
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