ZANKA Y MILA, V?CTIMAS DE MILOSEVIC Y DE LA OTAN
En el bombardeo de la televisi¨®n serbia en Belgrado murieron 16 personas, todos t¨¦cnicos. Los familiares de las v¨ªctimas y la justicia serbia, que ha condenado al director de la emisora, consideran que se produjeron dos cr¨ªmenes: el de los dirigentes serbios, que no evacuaron la televisi¨®n por el efecto propagand¨ªstico del ataque, y el de la OTAN, por bombardear un medio de comunicaci¨®n que no era un objetivo militar.
En la madrugada del 22 al 23 de abril de 1999 las bombas de la OTAN destruyeron el edificio central de la Radio Televisi¨®n Serbia (RTS) en el mism¨ªsimo centro de Belgrado. Con el bombardeo de la RTS, la OTAN pretend¨ªa golpear en el coraz¨®n al aparato de propaganda del r¨¦gimen de Slobodan Milosevic. Todo qued¨® en un gesto m¨¢s bien simb¨®lico. Tras unas horas con la pantalla oscura, la RTS volvi¨® a emitir sus programas y reanud¨® su agitaci¨®n y propaganda.
Las bombas de la OTAN no enmudecieron las consignas de Milosevic, pero dejaron, eso s¨ª, un rastro de muerte: 16 t¨¦cnicos de la RTS. Ni un solo periodista o directivo de la televisi¨®n oficial perdi¨® la vida en lo que no fue un mero 'da?o colateral'. Fue un crimen de guerra, cometido al alim¨®n por los dos bandos. Hasta ahora nadie ha procesado a la OTAN por los muertos de la televisi¨®n serbia, pero un tribunal de Belgrado conden¨® el pasado junio a su director, Dragoljub Milanovic, a 10 a?os de c¨¢rcel por no haber tomado las precauciones necesarias para salvar la vida de los 16 t¨¦cnicos muertos. D¨ªas antes del bombardeo ya era un secreto a voces que la RTS pod¨ªa convertirse en cualquier momento en blanco de la OTAN.
'Los sacrificaron para convertirlos en objetos de propaganda', dicen familiares de dos muertos en el ataque
'La OTAN bombarde¨® un medio de comunicaci¨®n para mostrar su poder. Es un caso ¨²nico'
La juez del caso estim¨® que Milanovic no evacu¨® al personal de la RTS a un refugio, aunque era consciente de que el edificio pod¨ªa ser objetivo de un ataque, con la posibilidad de la muerte de personas. Afirm¨® la juez, tras dar a conocer la sentencia, que el fallo no exime a la OTAN, 'que cometi¨® graves cr¨ªmenes de guerra al bombardear el edificio de la RTS donde murieron 16 personas'. La organizaci¨®n internacional Reporteros Sin Fronteras, en su informe Radio Televisi¨®n Serbia: Cr¨®nica de un martirio anunciado, hab¨ªa acusado en noviembre de 2000 a los dirigentes del canal de haber mantenido a los empleados en la ignorancia sobre el inminente bombardeo. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos rechaz¨® la demanda de los familiares de las v¨ªctimas contra los 17 pa¨ªses de la OTAN firmantes de la Convenci¨®n Europea de Derechos del Hombre. Resolvi¨® el Tribunal que Yugoslavia no ha firmado la mencionada Convenci¨®n y ¨¦sta no se aplica a las acciones fuera del territorio de los 41 pa¨ªses del Consejo de Europa que la han ratificado.
La noche del bombardeo estaba de guardia en la redacci¨®n de Cultura el periodista Milos Markovic que ahora, tres a?os despu¨¦s, en una entrevista con el semanario Svedok (Testigo), rememora lo ocurrido: 'Llegamos a un sitio que estaba dos plantas bajo tierra. Algo se constru¨ªa all¨ª. Estaba lleno de bloques de cemento y otros materiales. Tropezamos con una gran puerta met¨¢lica. Por desgracia, estaba cerrada con llave. Unos cuantos intentamos derribarla. ?Qu¨¦ raro! En esos momentos uno tiene una ilusi¨®n tremenda de poder derribar paredes, tiene una sensaci¨®n de fuerza sobrenatural'. A?ade Markovic: 'Nosotros, por supuesto, nos lastimamos los hombros, pero no derribamos la puerta. Entonces, un chico llamado Zvezdan que era un muchacho excelente, atleta, fuerte, estudiante de ingenier¨ªa civil, encontr¨® alguna salida de la que no ten¨ªa ni idea de que exist¨ªa. Zvezdan sac¨® a mucha gente y fue el que m¨¢s ayud¨®. Me extra?a que no lo hayan echado de la RTS, porque todos los que sobrevivimos fuimos expulsados'.
Contin¨²a el periodista con una reflexi¨®n sobre 'c¨®mo se siente uno al encarar la muerte, ver la sangre por todos lados, o¨ªr alaridos y moverse entre los escombros sin saber ni a d¨®nde ni c¨®mo. A uno en esos momentos le conduce alg¨²n milagroso instinto de supervivencia, mejor que los ojos o los o¨ªdos, y mejor que la conciencia, que en ese momentos est¨¢ reducida de forma considerable. Hubo alucinaciones y p¨¢nico, pero la gente fue incre¨ªblemente, fan¨¢ticamente solidaria. Todos intentaban ayudar a todos'.
Mientras Markovic luchaba por salvar su vida, los familiares de los trabajadores de la RTS iniciaban un calvario particular que ha dejado sus vidas marcadas para siempre. En Zlatibor, una monta?a de Serbia centro de vacaciones, a unos 200 kil¨®metros al sur de Belgrado, dos mujeres, madre y esposa de dos de los muertos en el bombardeo, luchan con las l¨¢grimas al evocar lo ocurrido aquella noche y lo que vino despu¨¦s.
Zanka Stojanovic, una maestra jubilada de 65 a?os, perdi¨® entre los escombros de la RTS a Nebojsa, de 26 a?os, el ¨²nico hijo vivo de cinco paridos. La vida de Zanka parece una tragedia griega. 'Tuve cinco hijos. En 1958 muri¨® el primero, de seis meses, por un extra?o virus que se ocult¨® a la poblaci¨®n, seg¨²n supe 10 a?os despu¨¦s. Mi segunda hija muri¨® de c¨¢ncer de huesos a los 10 a?os, el mismo a?o que gan¨® el premio de Serbia de piano. Cuatro a?os despu¨¦s naci¨® Nebojsa . Dos gemelos, que nacieron despu¨¦s de Nebojsa murieron a las 48 horas por ignorancia del m¨¦dico, que no conoc¨ªa las incompatibilidades del RH'. Las desgracias de Zanka no quedaron ah¨ª. Su marido muri¨® en 1994. Un joven lo agredi¨® al bajar de un autob¨²s, con tan mala fortuna que se golpe¨® contra el pavimento y muri¨®.
Comparte Zanka su dolor con su amiga Mila Jovanovic, de 50 a?os. Su marido Bane muri¨® tambi¨¦n en el bombardeo. Mila era empleada de un banco y se qued¨® en paro, seg¨²n Zanka, 'gracias a las nuevas autoridades de Serbia, que cerraron cuatro bancos que eran una carga para el Estado sin tener en cuenta la situaci¨®n personal de los empleados'. Mila tiene un hijo de 23 a?os que recibe la pensi¨®n de orfandad de 150 euros al mes y lleva adelante una 'demanda por da?o no material' por la muerte del marido. Si tiene ¨¦xito, le puede reportar 50.000 euros: 'Eso es lo que vale una vida'.
Zanka y Mila sienten que 'de alguna manera' se ha hecho justicia con la condena del director de la RTS, 'pero ya nada puede ser una satisfacci¨®n'. 'Lo ¨²nico ser¨ªa que nos devolvieran a nuestros hijos y maridos'. Lo importante es que el tribunal est¨¦ con la justicia: 'No amnistiamos a la OTAN y a los 19 pa¨ªses . En Estrasburgo rechazaron la demanda, pero tal vez llegue la hora de satisfacer la justicia. No nos interesa tanto lo material como la responsabilidad de quienes se atrevieron a bombardear un medio de comunicaci¨®n para mostrar su poder. Es un caso ¨²nico y nos extra?a que los medios del mundo no se hayan pronunciado. Las familias estamos solas dentro y fuera del pa¨ªs. Nuestros funcionarios esquivan la cuesti¨®n y, si no hubi¨¦ramos luchado, se habr¨ªa olvidado'.
Cuando muri¨® el marido de Zanka, en 1994, su hijo Nebojsa, que hab¨ªa cumplido 21 a?os, empez¨® a trabajar como t¨¦cnico en la RTS. Bane, el marido de Mila, tambi¨¦n t¨¦cnico en RTS, se convirti¨® en una especie de segundo padre para el chico. La noche del bombardeo las ¨²ltimas palabras de Nebojsa, para tranquilizar a su madre al salir para el trabajo, fueron: 'No te preocupes, mam¨¢, estar¨¦ con Bane'. Los dos murieron, junto con 14 colegas, en el puesto de control central de la emisora.
Seg¨²n Mila, 'la direcci¨®n no esperaba, eso dicen, que la RTS fuese bombardeada'. SostieneZanka: 'Los sacrificaron para convertirlos en objeto de propaganda. Es la opini¨®n de todos, pero no tenemos pruebas materiales'. El periodista Markovic no present¨ªa el bombardeo: 'No tuve ninguna informaci¨®n, ni siquiera la menor corazonada. Toda la noche la pas¨¦ bromeando. Ya hab¨ªa dejado detr¨¢s el drama de Kosovo, la guerra de Croacia, de Bosnia, hab¨ªa pasado por muchas adversidades. Me hab¨ªa acostumbrado a la sensaci¨®n de peligro, hab¨ªa adquirido una inmunidad especial'. Markovic brome¨® incluso con una colega que le dijo: 'Misa, nos van a bombardear esta noche'. El periodista se ri¨® y respondi¨®: '?Acaso te avisaron Madeleine Albright o tal vez Wesley Clark ? Le dije que no me llevara las flores a la tumba, sino que me recitara alg¨²n poema de Ducic . As¨ª brome¨¢bamos, lo cual parece una especie de defensa subconsciente de temores y dudas de todo tipo. El ambiente en la redacci¨®n esa noche fue m¨¢s o menos igual al de las noches anteriores'.
La noche del bombardeo Mila estaba ante el televisor: 'Cre¨ªa que pod¨ªa dejar de funcionar, pero no pensaba que la gente estaba dentro. Se oscureci¨® la pantalla, mi hijo intent¨® llamar y no tuvo respuesta. Tom¨® el coche y pensaba que iba a recoger a su padre vivo. Me llam¨® y dijo que era un infierno. Fue uno de los primeros en llegar y trataba de encontrar a su padre. Empez¨® la pesadilla de limpiarlo todo. En el centro de control la bomba entr¨® derecho, de forma vertical. Tuvimos la suerte de que no los identificaran en el acto y esperamos un mes y medio. Limpiaron escombros y mi hijo de 20 a?os estuvo todo el tiempo hasta encontrar el cad¨¢ver. Antes de recibir los resultados de la autopsia, nos enteramos por el peri¨®dico de que encontraron un dedo pulgar del pie en el parque cercano y lo identificaron por el ADN. Nuestras vidas est¨¢n petrificadas desde entonces'.
Zanka dice: 'Fue terrible. Vi esa pantalla negra y la imagen horrible de las llamas en otro canal. Grit¨¦ tanto que lo oy¨® todo el barrio. Sigui¨® esa agon¨ªa del viernes al lunes con historias de todo tipo, de que estaban en un refugio y que estaban vivos. Eran mentiras para calmarnos, lanzadas por la c¨²pula de RTS. Milanovic era igual que Milosevic, estaba en sus manos y era un eslab¨®n para su pol¨ªtica. Yo estaba bajo el efecto de sedantes. El lunes estaba ante la RTS con mi perro y quer¨ªa entrar, pero me amenazaron con pistolas para impedirlo. Me mov¨ªa por all¨ª, hasta que un familiar me llev¨® a casa. Despu¨¦s vino un secretario de RTS y me comunic¨® que hab¨ªan identificado el cad¨¢ver de Nebojsa. Nadie m¨¢s nos comunic¨® que mi hijo hab¨ªa muerto. A los seis meses recibimos los resultados de la autopsia. No me gustar¨ªa contar a nadie lo que enterr¨¦, ni lo que estaba en el ata¨²d. Fue una terrible masacre'.
Escribi¨® Zanka una carta al secretario general de la OTAN, George Robertson: 'Le dese¨¦ un feliz ascenso en su carrera y le pregunt¨¦ qui¨¦n dio permiso para bombardear a gente que no ten¨ªa armas y que por un sueldo miserable hac¨ªan su trabajo, simples empleados. Le ped¨ª una prueba de que Milosevic sab¨ªa que iba a producirse el ataque contra la RTS'. Robertson respondi¨® que de distintos modos hab¨ªan comunicado a la c¨²pula dirigente de Yugoslavia que deb¨ªa evitar v¨ªctimas civiles. Zanka resume: 'No puedo creer a mi enemigo, pero es una desgracia que confi¨¢semos en la c¨²pula de RTS. El enemigo es el enemigo, pero es mucho peor si te traiciona uno de los tuyos'.
Tambi¨¦n escribi¨® Zanka a la fiscal del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yusgolavia de La Haya, Carla del Ponte, en nombre de las 14 madres que hab¨ªan perdido a sus hijos, 'porque ella dijo que la OTAN no ten¨ªa la culpa y le preguntamos por qu¨¦ defend¨ªa a los asesinos'. Del Ponte recibi¨® a Zanka y acus¨® a Milosevic. Como prueba, Del Ponte adujo que los jefes hab¨ªan sacado a sus familiares. Relata Zanka que el militar Dusan Vojvodic sac¨® a su hija de la RTS aquella noche. Citado como testigo, Vojvodic, que ya ha ascendido a general, no respondi¨® a las preguntas con el argumento de que esa informaci¨®n era secreto militar. 'El tribunal acept¨® que la hija de Vojvodic, que trabajaba esa noche, no declarase debido a su salud mental. Se supo que ten¨ªa una contrase?a para irse y que cuando deb¨ªa salir dec¨ªa que iba a comprar galletas. La consideramos traidora a sus compa?eros. Era periodista. En el control central s¨®lo hab¨ªa t¨¦cnicos', dice Zanka.
Hoy d¨ªa Zanka vive de su jubilaci¨®n. Tras haber trabajado 40 a?os como maestra de escuela primaria, percibe 8.400 dinares al mes (140 euros). Adem¨¢s, ingresa 50 euros del alquiler de una casa que le dej¨® su padre en herencia. La RTS corri¨® con los gastos de entierro del hijo y les dieron una ayuda de 150.000 dinares (2.500 euros). 'As¨ª es la vida', dice con resignaci¨®n Mila, y asegura: 'Soportamos todo con estoicismo. La lucha nos sustenta. Sin esa lucha nos habr¨ªamos roto'. Zanka a?ade: 'Gracias a la lucha y a los sedantes'.
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