Mayte al rescate
47. Pronto comprend¨ª por qu¨¦ Zaplana, recortado en la puerta, parec¨ªa Norman Bates. No s¨®lo por su silueta espigada y su zancada precipitada: tambi¨¦n por la luz irreal de los focos del equipo de televisi¨®n que le segu¨ªa. En un plis plas, el ministro dirigi¨® el operativo de luces, cables, aparatos y personas.
-Pueden colocar la c¨¢mara por aqu¨ª, o por all¨ª, o ac¨¢, mejor as¨ª -sus brazos bat¨ªan el aire con determinaci¨®n-. Como quieran, desde luego, pero mi experiencia en Canal 9 me avala.
-Lo siento, campe¨®n, pero ¨¦ste es un pa¨ªs libre.
-?Maldici¨®n! -grit¨® Zaplana.
Javier Arenas hab¨ªa entrado en el s¨®tano camuflado entre los operarios, y pasaba a dirigir libremente la operaci¨®n.
-Como ven, campeones -nos se?al¨®-, ¨¦stos son los integrantes del comando parasocialista que ha intentado asaltar el poder por m¨¦todos ileg¨ªtimos, una prueba m¨¢s de la falta de ideas del PSOE y de la inmadurez de su l¨ªder. Les ruego no olviden esta frase. Si lo desean, pueden grab¨¢rmela desde otro ¨¢ngulo. Seguro que lo desean. Repito: una prueba m¨¢s de la falta de ideas del PSOE y de la inmadurez de su l¨ªder.
-?Oigan! -protest¨® Trillo-. ?Que yo les he custodiao! Merezco unos planos y hasta unas palabritas.
De alg¨²n lugar inveros¨ªmil, no es descartable que viajara como poliz¨®n en el estuche de la c¨¢mara de televisi¨®n o que se encarnara de la nada, como un genio maravilloso sin l¨¢mpara pero con tele, apareci¨® Jaime Mayor Oreja.
-Yo les captur¨¦. Lo siento. Al menda, lo que es del menda. Exijo prioridad.
-Vamos, vamos, se?ores -terci¨® Mariano Rajoy-, dejen un rinconcito para...
-Para el desponsable de dseguridad -brot¨® ?ngel Acebes.
-Hombre, Angelito, c¨®mo espabilamos cuando hay televisi¨®n.
-Menudo responsable -se quej¨® Mayor-, que permite que destrocen el mism¨ªsimo jard¨ªn del Palacio.
-No m¨¢s de lo que lo destrozas t¨² cada noche -se abri¨® una puerta secreta y apareci¨® Rodrigo Rato.
-Pero sigo ¨®rdenes del Presidente -replic¨® Mayor.
-Pues como yo -protest¨¦ desde la silla en la que me ten¨ªan maniatado-. El Presidente me encarg¨® investigar la muerte del gato Simbotas, y por eso buscaba yo su tumba.
-Yo me troncho -se dirig¨ªa Arenas a los reporteros de televisi¨®n espa?ola-. Ahora resulta que estos socialistas est¨¢n a las ¨®rdenes del Presidente. ?A qui¨¦n creer¨¢n ustedes? ?A un veterinario o a seis miembros del Gobierno con l¨ªnea directa con su director general? ?Les gustar¨ªa tener programa de televisi¨®n propio?
-?Alguno de ustedes querr¨ªa enrolarse en un ej¨¦rcito moderno? -intervino Trillo en la confusi¨®n-. ?No les gustar¨ªa conocer pa¨ªses ex¨®ticos? Afganist¨¢n, Irak, Ir¨¢n, Corea... El eje del mal no deja de crecer, y cada vez llega m¨¢s a tomar por saco, dicho sea con todo respeto para los Iuese¨ª.
-?Pero oigan! -grit¨¦-. ?Que yo trabajo para el Gobierno!
-Vamos, vamos -sonri¨® Arenas; Zaplana ensayaba poses ante la c¨¢mara apagada, por puro vicio, como un culturista de la declaraci¨®n pol¨ªtica-, ?va a negar usted que se ha entrevistado esta misma ma?ana con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero?
-Se?ores -busc¨® Rajoy una soluci¨®n de compromiso ante el alboroto-, si les parece nos haremos una foto de familia y despu¨¦s hablaremos de uno en uno. En el telediario hay sitio para todos y la paciencia de los espa?oles es infinita.
-A m¨ª, si pudieran cazarme de perfil -sugiri¨® Zaplana-, pero que parezca natural, como si me sorprendieran.
-Vaya, vaya, vaya, vaya.
La inconfundible voz nasal de Francisco ?lvarez Cascos nos hel¨® las espaldas a todos.
-El delfinario al completo. Tch¨¦ tch¨¦ tch¨¦. Veo que un equipo de televisi¨®n causa en los delfines el mismo efecto que el flautista de Hammelin en las ratas.
La irrupci¨®n del ministro de Fomento no era lo m¨¢s sorprendente: tras Cascos asomaba Mayte.
48 -?C¨®mo has llegado hasta aqu¨ª? -interrogu¨¦ a Mayte en cuanto el ¨²ltimo ministro hubo desaparecido tras el embrujo del equipo de televisi¨®n-. ?Qu¨¦ ha pasado?
-?Silencio ah¨ª dentro! -se elev¨® la voz de Jaime Mayor Oreja desde el otro lado de la puerta-. ?No ven que estamos en pleno telediario?
-Hace unas horas han venido a buscarme a casa. He tardado en responder, primero porque pensaba que eras t¨² -me mir¨® Mayte sin languidez- y despu¨¦s porque ten¨ªa que dar la cena a la ni?a. Luis est¨¢ algo enfadado y estoy purgando las culpas de...
-No entres en detalles, Mayte -la interrump¨ª.
-Es que no hay m¨¢s. Me han tra¨ªdo hasta aqu¨ª, Francisco ?lvarez Cascos me ha cogido de la mu?eca y me ha arrastrado hasta este cuarto de los ratones.
Nos mostr¨® los moratones de las mu?ecas para demostrarnos que Cascos, cuando arrastra, arrastra de verdad.
49 La televisi¨®n del sotanillo nos inform¨®: el piso del anticuario Tresserres hab¨ªa sido asaltado durante el entierro. No era el primer caso: al parecer, se trataba de una banda organizada cuyo jefe... ?no pod¨ªa ser!
-?Otra vez el federiquito! -grit¨¦, sacando del duermevela a Juanma, Mayte y Esquina, amodorrados en las sillas.
-Tal vez no nos damos cuenta nunca y sucede siempre -dijo Juanma entre bostezos- que los telediarios se ruedan ¨ªntegramente en un plat¨®.
-Como en El show de Truman -intervino Esquina-. El show de Jose Mar¨ªa Aznar.
-En ese caso -se asust¨® Mayte-, ?c¨®mo podemos estar seguros de que nosotros somos de verdad?
-Nadie es de verdad. S¨®lo somos seg¨²n nos cuentan.
Esquina me ten¨ªa frito con sus sentencias de cromo Bimbo.
-Ah¨ª estamos nosotros -dije-. Menos mal que s¨ª existimos.
El telediario nos mostraba como feroces integrantes de un comando parasocialista que hab¨ªa intentado asaltar la Moncloa. En seguida nos decepcionamos: apenas hab¨ªa espacio para nosotros, ya que la cr¨®nica era un interminable desfile de ministros apunt¨¢ndose la medalla de la operaci¨®n frustrada, 'una prueba m¨¢s de la falta de ideas del PSOE y de la falta de liderazgo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero', remachaba Javier Arenas.
-?Es indignante! -grit¨® Zaplana, abriendo la puerta-. ?Lo hab¨¦is visto? ?Lo hab¨¦is visto o no lo hab¨¦is visto? Me han puesto el perfil izquierdo.
-Tranquilo, campe¨®n -intentaba sosegarle Arenas-. Hay m¨¢s telediarios que longaniza. Cuatro al d¨ªa, ?cuatro!
-Ese c¨¢mara en Canal 9 estar¨ªa en la calle ?ya! -no se apaciguaba Zaplana.
-Pero Javier -busqu¨¦ su complicidad-, ?qui¨¦n va a creer que Zapatero ha planeado un asalto a la Moncloa? Todo el mundo sabe que Zapatero es incapaz de asaltar la Moncloa
-No te f¨ªes, no te f¨ªes -me gui?¨® un ojo, esquin¨® las pupilas para vigilar sus espaldas-. Ese t¨ªo es un radical secreto, de pancarta y barricada.
-No hay quien se trague eso -gru?¨® Esquina, con un sorprendente acento andaluz.
-Espa?a -ri¨® Arenas- se traga lo que nosotros queremos que se trague. Cada vez que Aznar sale por la tele ven a un l¨ªder, en lugar de ver a un tipo bajito con bigote y mala leche, que en definitiva es lo que es Aznar, hombre, vicepresidente, ?t¨² tambi¨¦n has terminado con la tele?
-Gente maja -sabore¨® su puro Rajoy-. He quedado con ellos para hacer de comentarista de la final del Trofeo Colombino.
-?Ya sabes que hay nuevas ¨®rdenes, Javierito?
-?Qu¨¦ ¨®rdenes? -se alarm¨®: sus pupilas bailaron merengue.
-El Presidente -habl¨® Cascos desde un rinc¨®n, siempre en penumbra- quiere que pongamos el cad¨¢ver de Simbotas a disposici¨®n de este muchachito.
-Pero eso -comenz¨® a protestar Arenas- ?no puede ser!
-Por favod te lo pido, Javier -cerr¨® los ojos Acebes-, no vuelvads a didscutir una orden del n¨²mero uno, tambi¨¦n llamado Bosss u Omn¨ªmodo.
-No, hombre, Angelito -rio Rajoy-. Omn¨ªmodo le llamo yo.
-Habr¨¢ autopsia -dijo Cascos-, y la har¨¢ esta se?orita, que es quien ha alertado al Presidente en su merecido descanso.
-?Eso es absurdo! -grit¨® Arenas.
Era la primera vez desde que hab¨ªa empezado todo esto que estaba de acuerdo con ¨¦l. S¨®lo viviendo en el mundo de fantas¨ªa de un ministro se pod¨ªa creer que Mayte hab¨ªa telefoneado a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Le estaban arrinconando, como grandullones matoneando en un parvulario.
-Javier -se incorpor¨® Rodrigo Rato al coro de burlas-, has hecho que se moleste al Presidente en vacaciones. Te van a despegar.
-Querr¨¢ decir que le van a pegar -intervine, recordando la frase de Felipe Gonz¨¢lez: 'Yo nunca he pegado a mis ministros'.
-No, hombre -ri¨® Rajoy-. El Presidente no nos pega...
-Todav¨ªa -le secund¨® en la risa Jaime Mayor.
-Le va a despegar del cuadro de honor -explic¨® Rato-. Seg¨²n nos portemos bien o mal, el Presidente, para que sepamos en qu¨¦ momento se halla la memez ¨¦sta sucesoria, nos pega o nos despega de una talla de madera que tiene en su despacho, muy bonita, por cierto, una magn¨ªfica antig¨¹edad. ?Quiere verla?
Ma?ana, und¨¦cimo cap¨ªtulo: El anticuario.
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