Hombres B
Soy el hombre de tus sue?os.
Tengo la apariencia de Rutger Hauer, en Blade Runner, cuando, con el torso desnudo, recita lo de las l¨¢grimas en la lluvia. La primera vez que te vea me asombrar¨¦, me quedar¨¦ clavado en el suelo como si fueses una alucinaci¨®n, en ese momento comprender¨¢s que te has estado infravalorando consider¨¢ndote una de tantas. En mis ojos descubrir¨¢s que eres ¨²nica, que no hay otra como t¨², que tus rasgos (que tan poco estimas por no coincidir con los de Julia Roberts o Pen¨¦lope Cruz) son pura poes¨ªa. Y tambi¨¦n todas tus emociones e instintos, incluso los m¨¢s bajos, me encantar¨¢n por ser tuyos y nada m¨¢s que tuyos.
Ser¨¦ capaz de estar mir¨¢ndote intensamente durante toda una cena, atravesando las llamas de las velas con un deseo inagotable y constante, hasta que digas basta, entonces y s¨®lo entonces desviar¨¦ la atenci¨®n a la televisi¨®n, jam¨¢s hacia otras mujeres ni hombres.
Nos casaremos. No tendr¨¢s que animarme a que me divorcie, en el caso de que ya est¨¦ casado, porque mi esposa, o sea, la otra, habr¨¢ sido una parada en el camino hasta encontrarte a ti, la verdadera. Y mi ¨²nico objetivo en la vida ser¨¢ hacerte feliz. Para ello te sorprender¨¦ siempre con nuevos modos y maneras, t¨² ya me entiendes. No beber¨¦ alcohol, ni me drogar¨¦, ni montar¨¦ el n¨²mero en ning¨²n sitio. Ser¨¦ muy limpio y, por supuesto, no roncar¨¦, antes me mato.
Me mantendr¨¦ tan atractivo como el primer d¨ªa, no envejecer¨¦ ni echar¨¦ barriga. As¨ª que estar¨¦ en ¨®ptimas condiciones f¨ªsicas para -independientemente de tu peso y talla- cogerte entre mis brazos y elevarte por el aire, lo que te har¨¢ sentirte delgada y ligera como una pluma. Y, sobre todo, me sentir¨¦ atra¨ªdo por ti en todo momento y circunstancia, incluso en casa cuando te quites las lentillas, te pongas las gafas, una camiseta vieja, las zapatillas y te recojas el pelo con una goma. Y al cabo de diez a?os seguir¨¦ escuchando el relato de las putadas que te hacen en el trabajo con renovado inter¨¦s.
El sonido del timbre interrumpe la escena y Marta abre la puerta. ?Hola!, dice Rutger Hauer con el pelo a¨²n mojado por la lluvia, aqu¨ª estoy. ?C¨®mo?, exclama Marta indignada, que sea la ¨²ltima vez que sales de mi cabeza.
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