El Bar?a complace al Camp Nou
Frank de Boer, Riquelme y Cocu abaten al Legia en un partido manejado primero por Van Gaal y despu¨¦s por el argentino
A juego con un grada que ten¨ªa un buen color y no m¨¢s, pues el d¨ªa, la hora y el partido no daban para grandes festejos, y en justa correspondencia con una hinchada benevolente y entregada, a la que le cuesta tan poco ilusionarse como desesperarse, el Bar?a ofici¨® una presentaci¨®n muy acad¨¦mica, tan previsible como serena, esperanzadora como se dice en estos casos, propia de un inicio de curso. Apunta el Bar?a y como dice el resultado no est¨¢ nada mal, aunque quede el partido de vuelta en Polonia.
Tal y como aventuraban los ensayos, el equipo barcelonista se port¨® en una actuaci¨®n digna de registrarse en la libreta de Van Gaal, un t¨¦cnico que frecuenta los cines de arte y ensayo frente a las grandes producciones como las que se venden en otros campos no muy lejanos. Los azulgrana jugaron siempre cuesta abajo, con el viento a favor, contagiados por el buen humor que desprend¨ªa un estadio que necesitaba sacarse el polvo y envalentonados por un tanto de Frank de Boer, tan esperado en el tiempo, pues desde a?os ha que no remataba a gol, como sorprendente por lo pronto que lleg¨®.
BARCELONA 3| LEGIA VARSOVIA 0
Barcelona: V¨ªctor Vald¨¦s; Puyol (Crhistanval, m. 82), Frank de Boer, Navarro; Mendieta, Xavi, Cocu, Motta; Saviola, Luis Enrique (Riquelme, m. 57); y Kluivert. Legia Varsovia: Stanew; Dudek, Jozwiak, Omelianczuk; Magiera, Majewski; Szala, Vukovic (Svitlika, m. 85), Kiewlbowicz; Kucharski y Yahaya (Wrobleski, m. 60). Goles: 1-0. M. 7. Frank de Boer transforma un libre directo por la escuadra izquierda de Stanev con un zurdazo. 2-0. M. 80. Jugada individual de Riquelme, que se planta frente al balc¨®n del ¨¢rea y remata junto al poste izquierdo del portero. 3-0. M. 92. Cocu cabecea un saque de esquina lanzado por Mendieta. ?rbitro: Michael Benes (Rep¨²blica Checa). Mostr¨® la tarjeta amarilla a Omelianczuk. Unos 65.000 espectadores en el Camp Nou. El partido de vuelta se jugar¨¢ el 28 de agosto.
El Legia se espant¨® y se encerr¨® en su cancha, dispuesto a combatir m¨¢s que a jugar, con marcas individuales que el rival siempre detesta por pegajosas, buscando el cuerpo a cuerpo, confiando en su f¨ªsico. No parecen gran cosa los polacos, pero el Barcelona todav¨ªa no est¨¢ a punto para grandes empresas. El equipo aparece hoy mucho m¨¢s saneado que ayer, hay un trabajo t¨¢ctico que le avala y, perdiendo o ganando, parece que la n¨®mina estar¨¢ bien pagada. Ocurre, sin embargo, que a cambio parece haber perdido espontaneidad, sorpresa y encanto. En el partido de ayer, por ejemplo, manej¨® tan bien la posici¨®n, el control del partido y la recuperaci¨®n de la pelota como le cost¨® demasiado llegar al marco contrario, profundizar, desequilibrar y sentenciar, atributos que reivindican el buen hacer de Xavi y defectos que remiten a la ausencia de un goleador, de un futbolista terminal, capaz de redimir al grupo en dos remates, como cuando jugaba Rivaldo, sin ser un ariete.
A Van Gaal, sin embargo, no le gustan los futbolistas que se justifican por s¨ª solos. Frente al Legia dispuso una alineaci¨®n con dos detalles que expresan la filosof¨ªa del t¨¦cnico: jug¨® Vald¨¦s porque es un portero que ataca y sent¨® a Riquelme porque es un delantero que no defiende. Y al equipo le falt¨® pase interior, tambi¨¦n centro y mucha sa?a pues si bien se gan¨® posiciones de remate despu¨¦s tir¨® con miedo.
La hinchada lo acept¨® con resignaci¨®n hasta cumplido el primer tramo del segundo acto, cuando el encuentro se aceler¨® de mala manera y los polacos recordaron la vulnerabilidad de la zaga de tres del Barcelona. Hab¨ªa que tomar decisiones y corregir el paisaje, de manera que Van Gaal se entreg¨® entonces a Riquelme ante el jolgorio del estadio. La salida del argentino, sin embargo, no atemper¨® la contienda, presidida entonces por el intercambio de golpes, pues el Legia tuvo tambi¨¦n el gol a tiro.
De alguna manera, al Barcelona perdi¨® juego combinativo y parec¨ªa que se le escapaba el partido, terreno abonado entonces para las decisiones individuales, el momento preciso para que Riquelme se reivindicara, y el argentino correspondi¨® al afecto de la afici¨®n barcelonista con un gol de muy buen ver. A la vista de que el equipo estaba fundido, Riquelme fue origen y final del tanto, el segundo del Bar?a. Batido de nuevo el Legia, todavia encaj¨® un tercer tanto a la salida de un c¨®rner que dej¨® en muy mal lugar al portero y a la defensa.
El marcador, al fin y al cabo, le dio la raz¨®n tanto a Van Gaal, amo del primer tiempo, como a Riquelme, que decidi¨® con un golazo que pone a su equipo a punto para la liguilla de la Liga de Campeones con los grandes de verdad.
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