?Alternativas al 'botell¨®n'?
'La pasada medianoche entr¨® en vigor en la Comunidad de Madrid la ley que proh¨ªbe el consumo del alcohol en la calle. A partir de ahora s¨®lo ser¨¢ posible beber en la calle en las terrazas y en las fiestas patronales'. As¨ª empezaba la noticia de EL PA?S del d¨ªa 29 de julio de 2002, que de manera radical cambiar¨¢ una de las formas m¨¢s comunes del ocio actual de los j¨®venes de Madrid: reunirse en el parque, en la calle en torno al vino con coca-cola.
Por supuesto, que ¨¦sta no es en absoluto la forma de ocio ideal, pero s¨ª, desde mi punto de vista, una de las pocas posibles en este momento.
Porque desenga?¨¦monos, ?qu¨¦ joven que no est¨¦ trabajando ya puede permitirse pagar 6 euros para ir al cine cada semana, o 10 euros si quiere ir al teatro, y no digamos un concierto, espect¨¢culo de danza... El ocio cultural en Madrid es caro. Quiz¨¢s s¨ª se lo puedan permitir los hijos de esos se?ores del PP que han sacado adelante esta ley. Pero no se han planteado que prohibir una conducta (que, por supuesto, es necesario limitar para evitar excesos y prohibir a los menores de edad) no es la soluci¨®n a un problema que tiene causas y consecuencias bastante m¨¢s complejas.
Este Gobierno se acerca ahora al ocio de los j¨®venes para reprimir lo que consideran una conducta antisocial.
Pero ?por qu¨¦ no se dan m¨¢s subvenciones a las asociaciones juveniles que promueven la educaci¨®n en el tiempo libre: actividades creativas, sociales y l¨²dicas? ?Por qu¨¦ el Ayuntamiento no ofrece (adem¨¢s de esas cinco Noches joven al a?o) sus locales para reunirse con ofertas que atraigan, diviertan y formen? ?Por qu¨¦ no se incentiva desde la escuela p¨²blica el ocio educativo? Demasiadas preguntas sin respuesta. El ocio juvenil ha estado dejado de la mano de los poderes p¨²blicos.
Las pocas asociaciones juveniles que surgen de forma espont¨¢nea en algunos colectivos salen adelante gracias al tremendo esfuerzo de unos pocos voluntarios.
Los padres que hemos querido ofrecer a nuestros hijos otras alternativas de ocio educativo, y los j¨®venes que han querido buscarlas, se han encontrado con un vac¨ªo total en este campo.
Pero ahora se llevan las manos a la cabeza cuando ven que los j¨®venes se re¨²nen en plazas, calles y parques en torno a una caja de vino que cuesta 1,50 euros.
Creemos que la juventud madrile?a se merece otras muchas iniciativas que resuelvan de forma real una necesidad social existente desde hace tiempo, que se ha agudizado en los ¨²ltimos a?os.
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