Ya falta menos
Se acab¨®. La cr¨®nica, evidentemente, porque las fiestas siguen hasta el domingo. Cuando a la Semana Grande le pisa la Semana Mayor, o sea la de Bilbao, conviene apartarse. Pues buenos son los del Botxo. Por no mencionar a Marijaia, a ver qui¨¦n es el guapo que le tose. Dicho sea con la firme convicci¨®n de que ir tosiendo por ah¨ª a la gente o a las fiestas no est¨¢ nada bien. Ni toserles ni estornudarles. Menuda ordinariez. Conque a uno no le queda m¨¢s que arriar la gacetilla, que es como arriar la bandera, pero sin homenaje porque la bandera por antonomasia, es decir la ikurri?a, s¨®lo se puede izar o arriar con homenaje. Basta con preguntarle a Batasuna qu¨¦ piensa de las banderas. O ver lo que hicieron ayer en una esquina de la casa consistorial. Como sus concejales cuentan con balc¨®n, decidieron emular al mism¨ªsimo Wojtila izando urbi et orbe la ikurri?a para poder llamar al acto homenaje. Ni las fuerzas armadas, me refiero a las regulares, muestran tanto amor a la bandera. Seg¨²n parece es algo que se contrae con la sangre. Hay otras formas de plantearse la fiesta, pero como la de estos muchachos ninguna. Si no ponen un poco de lucha en la fiesta no se divierten. Aunque parece dudoso que la humanidad salga mejorada, quiero decir al incorporar esta clase de saraos a su acervo.
Pero una cosa es cierta: cuando a uno se le acaba el tiempo encuentra mil cosas que decir. ?Acaso las conversaciones no se disparan en el momento en que los interlocutores se despiden? Pues con las gacetas ocurre lo mismo. Basta con tener que echar la persiana para que los temas la golpeen amenazando echarla abajo. Habr¨ªa estado muy bien hablar del divorcio del a?o entre la concejala San Gil y el alcalde Od¨®n, que piensa que su ex no tiene de santa ni el nombre mientras que aqu¨¦lla opina que, por mucho que Od¨®n signifique riqueza, no se la encuentra porque le parece que es s¨®lo rico en ardides como el difunto Ulises, ya saben el del caballo de Troya. Y el caso es que la sonada separaci¨®n no ha hecho m¨¢s que crear comidillas en los pasillos del palacio municipal. Y de todos los palacios y castillos. Porque en la Semana Grande hay concurso de castillos de arena, que es como el de castillos en el aire porque luego no queda nada, ni los sue?os, aunque si uno les aplica la oreja estoy seguro que sorprender¨¢ a los distintos grupos municipales del dichoso desencuentro de sus pares, pero con la boca llena de arena.
?Y qu¨¦ me dicen del pat¨ªn? Porque tambi¨¦n tiene su d¨ªa, como la concentraci¨®n de gigantes y cabezudos, que viene a ser un congreso o simposio donde hablan de sus cosas de gigantes, o sea de asuntos que est¨¢n muy por encima de los mortales. Igual tocan incluso el tema de la remoci¨®n del parque de Cristina Enea. ?Huy lo que he dicho! Prometo lavarme la boca con salfum¨¢n, ser¨¦ metete... Ahora caigo que tampoco les habl¨¦ de la Salve, seguramente porque nadie ha tenido fuerzas este a?o para replantearse el reflotamiento del desfile de autoridades hasta la bas¨ªlica de Santa Mar¨ªa y que, como sabe hasta el m¨¢s despistado, era el Riau-riau donostiarra por lo que alteraba el orden. Otra vez ser¨¢. Si el cuerpo aguanta. Y las lenguas lo permiten, porque hay unas malas lenguas por ah¨ª que aseguran que el 83,2 % de los donostiarras est¨¢ satisfecho del programa de las fiestas. Es que hay gente para todo. Sin rencores: fest¨¦jenlas y recuerden que ya falta menos para el glorioso... ?ca?onazo!
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