LA PLAYA ARTIFICIAL, EL GRAN ?XITO DEL VERANO EN PAR?S
El alcalde de Par¨ªs, Bertrand Delano?, se ha apuntado un tanto. Durante un mes los muelles del Sena, en buena parte reservados al tr¨¢fico automovil¨ªstico, se han visto libres de coches y entregados a la ciudadan¨ªa. El Ayuntamiento bautiz¨® su operaci¨®n Paris-plage (Par¨ªs-playa), una denominaci¨®n optimista que ha cuajado. Miles de personas han acudido a la vera del r¨ªo para tomar el sol, pasear en bicicleta, jugar a la petanca o, simplemente, tomar el fresco.
Jacques Chirac, alcalde de Par¨ªs entre 1977 y 1995, hab¨ªa prometido en varias ocasiones que los parisienses podr¨ªan ba?arse en el Sena gracias a las iniciativas adoptadas para limpiar el r¨ªo de aguas residuales e industriales. Chirac ganaba cada elecci¨®n asegurando que, antes de cinco a?os, le ver¨ªan cruzar el Sena a nado. Cuando se instal¨® en el El¨ªseo, ya elegido presidente, qued¨® liberado de esa obligaci¨®n de imitar a Mao. Delano? tampoco ha logrado que las aguas del r¨ªo sean transparentes, pero les ha vendido a los gru?ones parisienses el espejismo de una playa.
Los d¨ªas de lluvia de julio y agosto, que han sido muchos, eran d¨ªas de espera para el parisiense en vacaciones o a r¨¦gimen de horario de verano. Cada d¨ªa miraba al cielo esperando ver un claro, un rayo de sol para precipitarse de inmediato junto al Sena, con el ¨¢nimo de broncearse o de encontrarse con un grupo de patinadores. Cuando el buen tiempo se ha dignado visitar la capital francesa, la multitud ha invadido los muelles del r¨ªo. Ma?ana, domingo, se dar¨¢ por acabada la experiencia, que se repetir¨¢ todos los domingos a lo largo del a?o.
Para el equipo Delano?, Paris-plage forma parte de un plan para dificultar y reducir el tr¨¢nsito rodado en el interior de la capital. Varias de las principales avenidas han visto c¨®mo una parte de la calzada se reservaba a autobuses, taxis y ciclistas gracias a un bordillo central a prueba de automovilistas desobedientes. No todos han aceptado de buen grado ese triunfo del autob¨²s, como se critica tambi¨¦n la idea de resucitar el tranv¨ªa.
Para frenar las protestas de quienes defienden el coche-rey, Delano? apuesta por un Par¨ªs festivo, del que desaparezca la crispaci¨®n, los bocinazos -ya escasos, comparados con los de una ciudad espa?ola o italiana- y el humo, en la que los desplazamientos cortos se hagan a pie o en bicicleta y los m¨¢s largos en metro o autob¨²s.
Este ¨²ltimo medio de transporte, en el plazo de un a?o, ha doblado largamente su velocidad media de circulaci¨®n gracias a los pocos carriles ya creados. El Paris-plage de este verano es algo as¨ª como un esbozo del modelo de ciudad que propone Delano?, y los parisienses lo han plebiscitado.
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