Ojos, o¨ªdos y boca de ETA
Las bodas de plata (1978-2003) le van a llegar a Batasuna en la clandestinidad. La izquierda abertzale, ojos, o¨ªdos y boca de ETA, un movimiento de mutaci¨®n nominal que primero fue Herri Batasuna, luego Euskal Herritarrok, y Batasuna ahora (su actual grupo parlamentario en la C¨¢mara de Vitoria ha tenido tres nombres distintos s¨®lo esta legislatura), se enfrenta al mayor reto para la supervivencia de su historia: aguantar el envite pol¨ªtico de la Ley de Partidos y el proceso judicial que tiene abierto el juez Garz¨®n.
El gui¨®n de fidelidad p¨²blica e inequ¨ªvoca a ETA que ha seguido sin interrupci¨®n durante tres generaciones est¨¢ a punto de llegar a los cr¨¦ditos con un fundido hacia el negro. Las ventajas econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas de las que ha disfrutado desde su legalizaci¨®n como partido est¨¢n tocando a su fin.
Se termina el canibalismo social con el que cre¨® una complicada red de colectivos que nutren a su retaguardia pol¨ªtica y a la vanguardia terrorista
El gui¨®n de fidelidad inequ¨ªvoca a ETA que ha seguido durante tres generaciones est¨¢ a punto de llegar a los cr¨¦ditos con un fundido hacia el negro
Se iban unos y entraban otros con br¨ªos renovados. La justicia cerr¨® 'Egin' y se cre¨® 'Gara'. Se ilegalizaron Jarrai y Haika, y ya tienen a Segi
Id¨ªgoras, autor de la frase 'Votar a HB es votar a ETA', aguant¨® en la escena pol¨ªtica desde el principio hasta el encarcelamiento de la Mesa en 1996
Y tambi¨¦n se termina su canibalismo social, ese que le ha llevado a crear una infinita y complicada red de colectivos que le han servido para nutrir no s¨®lo a la retaguardia pol¨ªtica, sino tambi¨¦n a la vanguardia terrorista. Un total de 442 detenidos por su pertenencia o colaboraci¨®n con ETA eran en el momento de su arresto o hab¨ªan sido anteriormente cargos p¨²blicos o internos de HB. Sin embargo, lo sustancial seguir¨¢. La adoraci¨®n ¨¦pica de la violencia terrorista que aglutina a todo el entramado pol¨ªtico, sindical, educativo, ecologista..., y el victimismo que sus miembros manejan a la perfecci¨®n, van a seguir cimentando todo un mundo que, pol¨ªticamente y socialmente heterog¨¦neo, ha respaldado a la opci¨®n pol¨ªtica radical, aunque con altibajos, elecci¨®n tras elecci¨®n.
En Navarra, Batasuna ya est¨¢ preparando una nueva muda, y en los ayuntamientos que controlan se est¨¢n gestando las primeras agrupaciones electorales. Un camino que seguir¨¢n seguramente en las tres provincias vascas para evitar perder el cerca de un millar de electos municipales que tienen ahora al frente de 44 ayuntamientos. En lo pol¨ªtico, ¨¦sa puede ser la v¨ªa. En lo organizativo y financiero, todo apunta a Francia. El pasado marzo fue detenido en ese pa¨ªs el tesorero de Batasuna con m¨¢s de 33 millones de pesetas que le habr¨ªa entregado el eurodiputado de Batasuna Koldo Gorostiaga. M¨¢s pr¨®xima en el tiempo es la intercepci¨®n, tambi¨¦n en territorio franc¨¦s, de un coche con el archivo documental de Batasuna en San Sebasti¨¢n. ?Coincidencias o mudanza?
Lo cierto es que la izquierda abertzale siempre ha estado en continuo movimiento, aunque en realidad no se ha movido nada. Desde su fundaci¨®n en la localidad navarra de Alsasua (Navarra) en 1978, ha ido progresivamente dejando de lado el pluralismo con el que la alumbraron m¨²ltiples partidos, y muchos independientes, hasta convertirse en un front¨®n. De la primera generaci¨®n que arranc¨® de aquella Mesa de Alsasua -y que cont¨® con apoyos singulares como los del antiguo dirigente del PNV Telesforo de Monz¨®n, que formul¨® la teor¨ªa de la guerra con Espa?a, o del condenado en el proceso de Burgos Jokin Gorostidi, o del empresario Jos¨¦ Luis Elkoro, o del diputado en el Congreso que abandon¨® Euskadiko Ezkerra, Francisco Letamendia, Ortzi, adem¨¢s de aportaciones como la del m¨¦dico Santiago Brouard, asesinado el 20 de noviembre de 1984 por dos desconocidos en su consulta de Bilbao-, muy pocos han continuado. Las vacantes eran sustituidas preferentemente con abogados, y as¨ª entra una nueva generaci¨®n, la de Txema Montero y Patxi Zabaleta, que al final acabaron siendo purgados. Incluso notables de las dos organizaciones que han controlado el aparato de HB, HASI primero y KAS despu¨¦s, como Txomin Ziluaga, acabaron mal. Jon Id¨ªgoras -el autor de la frase: 'Votar a HB es votar a ETA'- aguant¨® en la escena pol¨ªtica desde el principio hasta el encarcelamiento de la Mesa Nacional de 1996.
Pero se iban unos y entraban otros con br¨ªos renovados. La justicia cerr¨® el diario Egin, y pusieron en marcha otro que se llama Gara. Han sido ilegalizadas las organizaciones juveniles Jarrai y Haika, y ya tienen otra que se denomina Segi. Investigan a las Gestoras pro Amnist¨ªa, y aparecen otras dos asociaciones de apoyo a familiares de presos de ETA. Tienen hasta una asociaci¨®n de p¨¢rrocos pr¨®ximos ideol¨®gicamente, Herria Eliza-2000. No hay fin. La maquinaria movilizadora, original y totalitaria de ese mundo ha salvado una tras otra todas las trabas que le han puesto. En las europeas de 1989 toc¨® su techo electoral con 269.094 votos, y eso que el 19 de junio de 1987 ETA hab¨ªa asesinado a 21 personas en el supermercado barcelon¨¦s Hipercor. Txema Montero lo calific¨® de m¨²ltiple asesinato, aunque despu¨¦s tuvo que puntualizar que se hab¨ªa referido a la calificaci¨®n judicial que iba a tener el atentado.
A partir de esas elecciones, la coalici¨®n radical inici¨® un suave descenso hasta las elecciones generales de 1996, que bajaron a 154.853 votos. Una situaci¨®n que no fue capaz de remontar ni la nueva Mesa Nacional de 1992, a pesar de que consolid¨® la presencia de miembros de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS), de la que formaba parte ETA. Fue la confirmaci¨®n de los duros como Gorka Mart¨ªnez o I?aki Altuna, y la entrada de I?aki O'Shea, junto al 'c¨¢ncer liquidacionista', en expresi¨®n de ETA, que form¨® el t¨¢ndem I?aki Esnaola con la abogada francesa de HB Christiane Fand¨®. No hab¨ªa lugar a la cr¨ªtica, aunque Esnaola sigui¨® en la Mesa Nacional dos a?os m¨¢s, compartiendo silla con Tasio Erkizia o Jos¨¦ Luis Elkoro y con la nueva generaci¨®n de j¨®venes que se incorporaba para renovar parcialmente el m¨¢ximo ¨®rgano, como Rufino Etxeberria, Florencio Aoiz, Adolfo Araiz, Karlos Rodr¨ªguez y Pipe San Epifanio. La ortodoxia se impon¨ªa para dilapidar el cada vez menor capital pol¨ªtico que le quedaba a HB. A medida que ETA fue ampliando su campo de acci¨®n, desde las Fuerzas de Seguridad del Estado hasta los cargos p¨²blicos, pasando por jueces, periodistas y finalmente cualquiera que criticara sus asesinatos, decrec¨ªa la capacidad pol¨ªtica de HB y de sus dirigentes. Y eso que en 1992, en el debate previo a la elecci¨®n de la Mesa Nacional, el 19% de la militancia era partidaria de condenar 'algunos atentados de ETA'. Pero el camino ya estaba marcado. El 3 de diciembre de 1995, la coalici¨®n radical present¨® su nueva Mesa Nacional en Alsasua, con ¨¢nimo de refundaci¨®n, pero m¨¢s unida a ETA si cabe que nunca, y con una mayor ligaz¨®n del complejo ETA-KAS-HB. Pipe San Epifanio ya hab¨ªa sido detenido como jefe del comando Barcelona de ETA. Con su abogado Txema Matanzas declar¨® de manera expl¨ªcita ante el juez Ismael Moreno que no existe vinculaci¨®n entre ETA y HB ni entre KAS y HB. La ponencia pol¨ªtica que manej¨® el partido radical era Oldartzen (acometiendo), la que hizo tristemente famosa 'la socializaci¨®n del sufrimiento'. Y por si fuera poco, la aportaci¨®n de KAS a ese debate fue la ponencia Txinaurrak (hormigas), en la que consideraban la posibilidad de empezar a atentar contra periodistas.
Prietas las filas
Para liderar pol¨ªticamente ese momento de presi¨®n, secuestros y atentados brutales fue elegido como portavoz el joven navarro Florencio Aoiz. Prietas a m¨¢s no poder las filas, y desaparecidos los independientes de la Mesa Nacional, HB cedi¨® los espacios publicitarios en las elecciones generales de 1996 a ETA. Fue la puesta de largo del v¨ªdeo con la llamada 'alternativa democr¨¢tica', en el que HB se cort¨® la lengua y, por si hab¨ªa dudas, se la regal¨® a ETA. Con Aoiz fue a la c¨¢rcel toda la Mesa Nacional por mostrar aquel v¨ªdeo, y el partido toc¨® fondo electoral, o al menos eso creyeron entonces. El caso es que de aquellas aguas naci¨® la nueva izquierda nacionalista de Arnaldo Otegi, un hombre que vino desde ETA para darle la vuelta al panorama. De su mano naci¨® Euskal Herritarrok en v¨ªsperas de las elecciones auton¨®micas de 1998, y sell¨® una alianza con el PNV, EA y IU para reformar el marco jur¨ªdico-pol¨ªtico vasco. Tras el pacto de los nacionalistas con ETA lleg¨® la tregua, y la euforia volvi¨® a las filas de EH, hasta el punto de encandilar a 80.000 electores m¨¢s hasta conseguir los mejores resultados de su historia en unas auton¨®micas, con 224.001 votos. Su discurso llen¨® de optimismo a toda una masa social identificada con HB, pero de la que hab¨ªan sido cuidadosamente retirados los m¨¢s estridentes. Se acabaron los ecos del marxismo, del leninismo y del trotskismo, y todo se bas¨® en el nacionalismo y en la autodeterminaci¨®n.
Cuando ETA anunci¨® en diciembre de 1999 que volv¨ªa a las armas y encaden¨® una ofensiva sangrienta que ya se ha cobrado 41 v¨ªctimas mortales, EH, que en la primavera de 2000 inici¨® el proceso de refundaci¨®n que denomin¨® Batasuna, volvi¨® a lo de siempre, pero a un precio que todav¨ªa no han acabado de pagar. En las auton¨®micas de 2001 perdieron 80.000 votantes, y se descolgaron los disidentes de Aralar en torno a Patxi Zabaleta, el grupo Zutik (Batzarre en Navarra) y los franceses de Abertzaleen Batasuna (AB). Sin embargo, para los colectivos de v¨ªctimas y para los amenazados, la factura que deben no la acabar¨¢n de pagar nunca.
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