Francia estrena los cambios de la derecha
El primer ministro Raffarin refuerza la seguridad y aplaza las obras p¨²blicas en sus primeros tres meses de Gobierno
Jean-Pierre Raffarin fue nombrado nuevo primer ministro franc¨¦s el pasado 6 de mayo, tras las elecciones presidenciales, pero no cont¨® con una Asamblea Nacional favorable hasta la noche del 16 de junio, tras la victoria de los partidarios de Jacques Chirac en las legislativas. Super¨®, pues, un primer periodo de prueba sin compromiso de compra que fue ratificado por los electores poco antes de que empezase el verano y, con ¨¦l, las vacaciones. El resultado es que Raffarin vive un estado de gracia prolongado que algunos estiman m¨¢s bien un estado de indulgencia y otros de indiferencia.
Lo cierto es que Francia ha cambiado. Para Europa o el resto del mundo ya no tiene dos cabezas visibles -Chirac y Lionel Jospin-, sino tan s¨®lo una, la del presidente. La de Raffarin vale para el mercado interior, es el sorprendente fusible elegido por Chirac. El hombre se ha ganado cierta notoriedad por sus falsos or¨ªgenes modestos -es hijo de un ex ministro de la IV Rep¨²blica- y, sobre todo, por su lenguaje, una h¨¢bil s¨ªntesis de mensajes publicitarios y refranero. 'El camino es recto, pero la pendiente fuerte', dice para hacer comprender que, gracias a ¨¦l, 'hombre que conoce el terreno que pisa', 'Francia marcha ahora en la buena direcci¨®n'. Olvidado el l¨¦xico tecnocr¨¢tico de Laurent Fabius o el tono profesoral de Jospin, con Raffarin manda 'la Francia de los de abajo', la del 'sentido com¨²n', que se conforma con que los ministros 'tengan una idea cada siete d¨ªas'. Raffarin tiene muchas m¨¢s, algunas dudosas, como ¨¦sa por la que, para acentuar 'la proximidad del Gobierno al ciudadano', habr¨¢ que enviar a cada ministro a vivir 'a provincias, como m¨ªnimo, durante una semana'.
Raffarin dice que se conforma con que sus ministros 'tengan una idea cada siete d¨ªas'
Pero ese portavoz de los 'de abajo', de las categor¨ªas sociales que hasta ahora 'no eran escuchadas', dirige un 'Gobierno de misi¨®n'; es decir, que tiene que poner 'los p¨¦ndulos a la hora' pero sin vocaci¨®n de eternizarse en el poder. Y, cuando el tiempo est¨¢ contado, entonces hay que saber centrarse en lo prioritario.
A¨²n hoy nadie sabe si Chirac gan¨® las presidenciales o las perdi¨® Jospin, pero el primero s¨ª es consciente de que no puede olvidar de nuevo sus promesas electorales. ?stas se reducen, en lo sustancial, a una reducci¨®n de la presi¨®n fiscal -un 5% de IRPF cada a?o y durante los pr¨®ximos cinco- y a un aumento de las medidas para luchar contra la inseguridad.
En materia policial, las iniciativas han sido r¨¢pidas, abundantes y muy publicitadas. El Ministerio del Interior, dirigido por Nicolas Sarkozy, contratar¨¢ 13.500 polic¨ªas suplementarios y dispone de 6.500 millones de euros m¨¢s para ser eficaz. Justicia se suma a las iniciativas de Interior: construir¨¢ nuevas prisiones -en la actualidad hay 56.000 presos para 47.000 plazas-, contratar¨¢ 3.500 jueces suplementarios, podr¨¢ encarcelar -en 'centros especializados' que a¨²n no existen- a los adolescentes a partir de los 13 a?os y enviarlos a 'centros cerrados' (reformatorios) a partir de los 10 a?os. Los tr¨¢mites judiciales se aceleran y se acepta el testimonio de delatores an¨®nimos para todo delito susceptible de ser penalizado con tres o m¨¢s a?os de c¨¢rcel.
La econom¨ªa depende menos del voluntarismo pol¨ªtico y da m¨¢s disgustos. El 5% de reducci¨®n del impuesto sobre la renta se mantiene, pero el crecimiento previsto del PIB del 3% ni tan siquiera llegar¨¢ en 2002 al 2%. Los ingresos fiscales del IRPF y del impuesto de sociedades anuncian bajas en torno al 10% respecto a 2001, y las privatizaciones de empresas p¨²blicas -Air France, EDF, Thomson, Snecma, Renault, Cr¨¦dit Lyonnais- no podr¨¢n tapar los agujeros del presupuesto, porque la Bolsa no est¨¢ para grandes aventuras. De ah¨ª que el Ejecutivo se plantee una reducci¨®n de las inversiones p¨²blicas que ha empezado con la renuncia a organizar la Exposici¨®n Internacional de 2004 y continuar¨¢ con el aplazamiento o archivo de otras grandes obras: tren de alta velocidad, autopistas, canales navegables, nuevos aeropuertos... De ah¨ª tambi¨¦n que Raffarin se haya negado a aumentar el salario m¨ªnimo -no as¨ª el de los ministros, que se ha incrementado el 70%- pero no el precio de los carburantes, de los transportes p¨²blicos o de las conversaciones telef¨®nicas. S¨®lo la electricidad y los sellos escapan al furor alcista.
En el plazo de un a?o, el paro ha aumentado un 8,1%, el porcentaje de personas sin empleo supera de nuevo el 9% y las previsiones no son optimistas. La derecha conservadora controla la presidencia, la Asamblea Nacional, el Senado, el Consejo de Estado y el Consejo Superior del Audiovisual. Tiene todos los resortes del poder en sus manos para desarrollar su pol¨ªtica, pero, de momento, esta se limita a un recrudecimiento de la represi¨®n, sobre todo de la delincuencia urbana. No parece un proyecto a la altura de los medios de que dispone.
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