Un disparate anunciado
Alentar y apoyar que un joven inexperto tome la alternativa en una plaza de primera es un disparate. Alguien ha confundido una bac¨ªa de barbero con el yelmo de Mambrino. Y si no es eso, es que no le quieren lo suficiente como para hablarle con claridad. Porque con ese primer toro que le toc¨® suerte a Iker Javier Lara era como para que se le hubiera abierto de par en par la puerta del ¨¦xito, a nada que poseyera un m¨ªnimo de bagaje profesional. Incluso su segundo toro atesoraba la calidad suficiente para alcanzar el redondeo de un triunfo.
De ah¨ª que al poco de iniciar sus dos faenas ya estaban los muletazos camino de la alcantarilla. Se han equivocado no s¨®lo de plaza sino de torero y hasta de paisaje.
Aunque el disparate que form¨® Finito en su segundo toro no le anda a la zaga. La actuaci¨®n en ese toro puso al p¨²blico en disposici¨®n de estar frente al parque tem¨¢tico de las miserias del peor Finito. Nada m¨¢s salir la res, a Finito le entr¨® un canguelo infinito. Dej¨® que la acorazada de picar tratara de matar al toro. Y como no se hizo posible tal deseo, tom¨® la franela y se fue al toro -es un decir- como quien se arroja de un barco a punto de zozobrar. El resto es una antolog¨ªa de miedos y sablazos execrables. Eso de la verg¨¹enza torera no se le puede atribuir a Finito.
Lo m¨¢s torero estuvo en manos de Ant¨®n Cort¨¦s. Cuatro series de redondos, de hechuras largas y con arte, y dos de naturales, en especial la segunda que fue excelente, dieron luz a la tarde.
Hermoso de Mendoza rejone¨® con su solvencia habitual.
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