Una ministra de Jospin acusa en un libro al ex jefe de Gobierno franc¨¦s de no 'dar la talla para presidente'
Marie-No?lle Lienemann fue ministra de la Vivienda en el Gobierno de Lionel Jospin, entre 2001 y 2002. Ahora, en su libro Ma part d'inventaire (Mi parte del inventario), arremete contra el ex candidato socialista a la presidencia y primer ministro. 'No daba la talla para ser presidente', dice Lienemann, para quien Jospin 'es un excelente analista y comentador de la actualidad pol¨ªtica. Un hombre de Estado sabe ir m¨¢s all¨¢, fuerza el destino. ?l no vibraba, intelectualizaba'.
La frialdad y lejan¨ªa jospiniana han sido tratadas de muchas maneras, pero Lienemann encuentra una f¨®rmula asesina: 'Era un pesimista rodeado de autistas'. De ah¨ª una campa?a electoral fallida. 'Puede que sea debido a un sentimiento de pudor, pero Jospin no sabe ir hacia los dem¨¢s, ofrecer su persona. Cree que es el pueblo el que debe acercarse a ¨¦l, no al rev¨¦s'. El pasado trotskista de Jospin reaparece: 'Su manera de comportarse est¨¢ marcada por la l¨®gica de los partidos, de las fuerzas organizadas. Su paso por la Organizaci¨®n Comunista Internacional ha dejado en ¨¦l la marca del esp¨ªritu sistem¨¢tico de los trotskistas'. Muchos de los reproches de Lienemann sobre la personalidad de Jospin parecen fundados, as¨ª como algunas de sus cr¨ªticas pol¨ªticas. Nadie puede decir que se equivoca cuando asegura que 'el universo de Jospin era moral mientras que el de Mitterrand era pol¨ªtico', manera exacta de resumir el por qu¨¦ Jospin menospreciaba a Chirac, un pol¨ªtico de ideario voluble y cuya relaci¨®n con el dinero p¨²blico no siempre ha sido transparente. Y tambi¨¦n acierta al criticar al Gobierno al que perteneci¨® por 'haberse conformado con tener un buen balance que describe una realidad macroecon¨®mica a menudo alejada de lo que vive la mayor parte de las personas'.
Pero Lienemann, obcecada por la pol¨ªtica, no valora lo positivo de un personaje con s¨®lidos principios morales y por eso no acepta que 'el l¨ªder de la izquierda dejase la silla vac¨ªa ante la adversidad y optase por retirarse dejando el campo libre a la derecha'. Ella, cabecilla de la llamada izquierda socialista, no dud¨® en cambio en incorporarse a un Ejecutivo que 'no supo resistir a las sirenas social-liberales'.
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