Certificados en el ciberespacio
?DE QUI?N SE PUEDE FIAR uno en el ciberespacio? Muchos vendedores hablan de los certificados digitales y de otras tecnolog¨ªas que ayudan a verificar la identidad de una persona en la Red. Resultan ¨²tiles si hablamos de verificar la identidad de alguien en quien confiamos; por ejemplo, un socio comercial, American Express o American Airlines. ?Pero c¨®mo podemos saber en qui¨¦n confiar, incluso pudiendo verificar su identidad? En Tucows, un registro de nombres de dominio en Toronto, creen que su programa de credenciales con Geo Trust, vendedor de certificados digitales de Boston, puede dar algunas respuestas.
Evaluemos el problema, que ata?e a la esencia de la web. Su maravilla es la capacidad de comunicaci¨®n con desconocidos. Puede confiar en ellos bas¨¢ndose en informaci¨®n limitada y corre peligro de sufrir un accidente. O puede pasar m¨¢s tiempo y dedicarle m¨¢s esfuerzo y tener menos posibilidades de que traicionen su confianza. Pero el riesgo sigue existiendo.
Los certificados digitales ayudan a verificar la identidad de una persona conocida en la Red. ?Pero c¨®mo saber si se puede confiar en un desconocido?
En un mundo en el que el dinero no deber¨ªa serlo todo, el nombre de dominio es un activo conveniente como garant¨ªa para empe?ar la palabra
Tambi¨¦n puede utilizar un intermediario en quien conf¨ªe, como un banco, si est¨¢ llevando a cabo una transacci¨®n. Para eso est¨¢n las tarjetas de cr¨¦dito. Todas implican que un tercero d¨¦ una garant¨ªa financiera basada en la confianza o en alg¨²n contrato que hace que el tercero est¨¦ dispuesto a asumir el riesgo de la honradez del segundo. Imagine que no conoce a Juan, pero conf¨ªa en su banco: est¨¢ dispuesto a aceptar un cheque siempre y cuando tenga una identificaci¨®n.
La referencia al tercero es lo que subyace tras la mayor¨ªa de las credenciales. Podr¨ªa tratarse de una empresa que asumiera la responsabilidad por los actos de un trabajador, de un banco por el cr¨¦dito de un cliente o de una universidad que responda por las aptitudes de sus licenciados.
Las empresas que emiten certificados digitales hacen sus comprobaciones con las instituciones del mundo real. Los procedimientos dependen del objetivo del certificado. Por ejemplo, puede utilizarse para validar un sitio o para certificar que el correo de un remitente procede de un trabajador de una empresa.
Los n¨²meros de la tarjeta de cr¨¦dito son el certificado digital m¨¢s utilizado, y el historial de cr¨¦dito es el poder m¨¢s com¨²n para la fiabilidad. Pero esto tambi¨¦n depende del dinero.
?Se puede desarrollar un 'historial de cr¨¦dito' moral o social en el ciberespacio, como en el mundo real? Ah¨ª es donde entra en escena el programa de Tucows.
El servicio vincula un certificado a su ciberinmueble, en lugar de vincularlo a su cuenta bancaria. As¨ª, se evita la realidad de que no todas las personas fiables tienen activos financieros para empe?ar. Entonces, ?por qu¨¦ no activos fijos virtuales: un nombre de dominio?
Las personas se convierten en terratenientes del ciberespacio al comprar nombres de dominio y acompa?ar las direcciones de e-mail. Con el tiempo se crean una reputaci¨®n, al igual que un terrateniente crea la suya a base de pagar impuestos, cortar el c¨¦sped o no molestar a sus vecinos.
Tal como est¨¢ el suelo, el nombre de dominio es barato: cuesta unos 35 euros al a?o. Sume a esto el coste de pagar el sitio y algo por los programas y seguir¨¢ pagando s¨®lo unos cientos de euros anuales. Una empresa puede gastar m¨¢s que eso. ?C¨®mo construir un patrimonio de nombre de dominio?
No consiste en ofrecer unas credenciales a cualquiera que compre un nombre de dominio por 35 euros, sino en permitirle usar el nombre de dominio durante un tiempo para establecer su fiabilidad. 'Para empezar, hablamos de usar estas credenciales de forma limitada en torno a las transferencias de nombre de dominio, que es donde hoy existe un problema con su bloqueo', comenta Elliot Noss, presidente de Tucows.
Al exigir el uso de un certificado digital m¨¢s un lenguaje espec¨ªfico que aclara la operaci¨®n, los revendedores participantes en Tucows podr¨ªan protegerse y proteger a sus clientes. Mientras, el cliente podr¨ªa hacerse un historial de uso del nombre para un sitio y direcci¨®n de e-mail, y quiz¨¢ cierto almacenaje de datos. Ese cliente se estar¨¢ construyendo un hogar en l¨ªnea. Despu¨¦s, el revendedor estar¨ªa dispuesto a responder por el cliente ante Tucows, y ¨¦sta ante Geo Trust, construyendo lo que Noss llama una 'red de confianza'. Al final de la cadena habr¨¢ una compa?¨ªa aseguradora que habr¨¢ comprobado las probabilidades y estar¨¢ dispuesta a indemnizar a todos a cambio de una prima.
El cliente que quiera que conf¨ªen en ¨¦l puede formalizar un contrato por el que se compromete a ser honrado y empe?a el nombre del dominio y sus activos en caso de incumplimiento. La otra parte puede echar un vistazo al sitio y al historial de pronto pago y decidir si considera que es garant¨ªa.
Aunque el servicio no se lanzar¨¢ hasta el a?o que viene, Tucows ya ha superado la primera fase: una cartera de clientes con unos 3,5 millones de nombres de dominio. Y sus titulares est¨¢n labr¨¢ndose un historial de fiabilidad con los revendedores que les sirven. 'Cuanto mayor sea la cartera de usuarios y m¨¢s maduras sean las credenciales, mayor ser¨¢ la utilidad externa', afirma Noss.
El verdadero reto de los certificados digitales es la comprobaci¨®n de la persona con alg¨²n v¨ªnculo con el mundo real. En un mundo en el que el dinero no deber¨ªa serlo todo, el nombre de dominio -y la reputaci¨®n derivada- es un activo conveniente para funcionar como garant¨ªa para empe?ar la palabra.
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