Que trabaje Rita
No es co?a, pero al llegar a Madrid ya ten¨ªamos dos mensajeros con el casco de la moto puesto esperando en la puerta y pegando timbrazos. Tra¨ªan: una invitaci¨®n para diciembre de un acto en Alcorc¨®n y una informaci¨®n sobre una escuela de letras que abre en octubre y me animan a que asista (como alumna). Gracias. Mi santo dice que las empresas de mensajer¨ªa saben que los escritores, en agosto, o est¨¢n en su caba?a perdida (o embarcaci¨®n) agrandando su obra o en una universidad de verano contando sus viejas y entra?ables an¨¦cdotas, y se ceban con nosotros porque saben, por el peri¨®dico, cada vez que vamos a pisar Madrid. A Chiquit¨ªn no le gustan los mensajeros porque Chiquit¨ªn odia: a la gente con casco, a la gente con paraguas y a los travestones de la acera de enfrente. Les ladra y les muerde las piernas. Bueno, a los travestones les ladra Chiquit¨ªn porque tiene un alto sentido de la moralidad. Anoche salimos mi santo y yo a que Chiquit¨ªn miccionara y se fue embalao hacia ellos/as y se puso a ladrar como loco. Las chicas/os se subieron las faldas y le ense?aron a Chiquit¨ªn sus partes inferiores, que mov¨ªan de derecha a izquieda. Tol¨®n, tol¨®n. Mi santo dijo, hay que ver en qu¨¦ situaci¨®n nos pone tu perro; pero como es un caballero se acerc¨® a rescatar a Chiquit¨ªn, que segu¨ªa ladrando porque no pod¨ªa tolerar dicho despelote. Yo o¨ª que a mi santo le tiraban los tejos y le hac¨ªan precio porque le conocen de vista por ser el paseador de Chiquit¨ªn, pero mi santo deneg¨® la propuesta porque, al igual que a Aznar, le gusta la mujer mujer. Por cierto, que una vez rescatado Chiquit¨ªn, seguimos nuestro paseo y nos encontramos con aquella travesti que cont¨¦ una vez que le daba un aire a Rita Barber¨¢ (por su cardado violento) y dicha trabajadora de la calle me reproch¨® que al airear yo en mis escritos que hab¨ªa un cajero porno de Caja Madrid en el que se hac¨ªan pr¨¢cticas de sodom¨ªa y felaci¨®n, el jefe de la sucursal (moralista como Chiquit¨ªn) ha puesto una luz cenital m¨¢s violenta que su cardado, y que en esas condiciones, la verdad, dijo, los clientes no se nos concentran y la cosa culmina en gatillazo. Y digo yo, segu¨ªa Rita, que usted podr¨ªa buscar un equilibrio entre contar una cosa graciosa y perjudicarla a una en su puesto de trabajo. Eso mismo le digo yo, solt¨® mi santo, mire usted mi caso. Bueno, le dijo Rita, su caso lo veo yo dram¨¢tico, porque yo con buscarme otro cajero, vale, pero usted lo que tendr¨ªa que buscarse es otro pa¨ªs porque en este ya no tiene intimidad. Nada, dijo mi santo lanzad¨ªsimo, intimidad, cero, yo salgo a la calle y desde Mariano, el que me vende el peri¨®dico, hasta usted, f¨ªjese si se encuentra uno con personas, todos saben que me he venido a Madrid porque me est¨¢n pintando las verjas, todos est¨¢n al tanto de mi mochila de fumigaci¨®n, que ha tra¨ªdo como consecuencia que me la est¨¦n pidiendo los vecinos cada dos por tres y no me gusta porque una mochila de fumigaci¨®n es una cosa muy personal, y luego que todo el mundo est¨¢ al tanto de que no escribo, y me llaman mis padres preocupados y mi editora, y yo le digo una cosa y cr¨¦ame, no escribo porque no me sale de los huevos. Diga usted que s¨ª, le dijo Rita, un a?o sab¨¢tico, yo me tom¨¦ uno cuando lo de la operaci¨®n. Ah, ?est¨¢ usted operada?, le dije, por cambiar el tema. S¨ª, y a veces me arrepiento, porque las que se llevan el gato al agua son esas de ah¨ª, que lo tienen todo al completo. Ahora mismo, yo no me operaba, porque yo ten¨ªa una polla..., dijo Rita, so?adora. Hablaba usted de Nacho en sus art¨ªculos, pues a m¨ª tampoco me cab¨ªa en un vaso de cubata. Le digo una cosa: dicen que si te cortan una pierna te sigue doliendo; pues a m¨ª, cuando va a cambiar el tiempo, me duele la polla. Parecer¨¢ sobrenatural, pero es as¨ª. ?Y qu¨¦ tiempo va a hacer ma?ana?, le pregunt¨® mi santo.
Mi santo dice que todo el mundo est¨¢ al tanto de que no escribe
-?Ma?ana? Cojonudo.
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