El resplandor
Mi santo ha escrito un texto. Se meti¨® en el despacho en el que agranda su obra y pim pam, se puso el t¨ªo, oyes, y a la hora de reloj sali¨® subi¨¦ndose los pantalones por encima del ombligo, que es un gesto que hacen mucho los hombres (machotes) cuando est¨¢n satisfechos y me confes¨® que estaba exhausto. Dicho lo cual, se sent¨® en el poyete. Yo entr¨¦ sigilosamente en su cuartillo para ver de qu¨¦ se trataba y me qued¨¦ muerta: era una postal. Para la ni?a, que est¨¢ en un campamento. A continuaci¨®n transcribo el contenido: 'Hola, coraz¨®n de mi alma. Hoy he hecho canelones y me he acordado de lo que te gustan y se me ha hecho un nudo en la garganta. No crezcas demasiado que luego sabes que me impresiono. El manzano ya es m¨¢s alto que Elvira. El a?o que viene ser¨¢ como t¨². P¨¢salo bien y come, aunque la comida no sea tan rica como la que te hago yo. Chiquit¨ªn ha ido esta ma?ana a tu cuarto y se ha dormido encima de tus chanclas. Ya est¨¢ sonando el m¨®vil de Evelio en el v¨¢ter. No te olvides de tu pobre padre'. Verdaderamente, no se pod¨ªa decir que se hubiera matao. Le abr¨ª el diario por si era ah¨ª donde hab¨ªa volcado su caudal creativo. Transcribo el contenido: 'Estoy en mi despacho escribiendo una postal a la ni?a. He hecho canelones y mientras los cocinaba la echaba de menos. Es meterme al despacho y sonar el m¨®vil de Evelio, manda huevos. Me voy al poyete'. No me negar¨¢n que no es preocupante. Lo encontrar¨¢n exagerado, pero me recordaba un poco a cuando la mujer de El resplandor descubre que su marido, Jack Nicholson, lleva escribiendo la misma frase todo el invierno. Ser¨¢ que he visto muchas pel¨ªculas, pero a m¨ª la gente de mi familia enseguida me da aprensi¨®n. Les cojo susto. Y como me obsesione me acuesto en la cama con el m¨®vil debajo de la almohada y teniendo marcado el tel¨¦fono de la Guardia Civil, porque dormir sola con un hombre en mitad del campo, aunque sea tu santo, es siempre un riesgo. Que las criaturas estamos muy mal de las cabezas.
A m¨ª la gente de mi familia enseguida me da aprensi¨®n. Les cojo susto
Total, que salgo al jard¨ªn y lo veo ah¨ª, en el poyete. Voy y le digo, como de pasada: 'Cari?o, ?has agrandado tu obra?'; y me dice: 'Pero qu¨¦ co?o voy a agrandar, por Dios, si es que no puedo vivir, si es que me has llenado la vida de operarios, si es que esto hubiera acabado hasta con Stendhal, que me vais a volver loco, que en cada rinc¨®n que me acoplo aparece uno por una ventana. Y el m¨®vil sonando sin parar. Un d¨ªa, te lo aviso, ¨¦ste se traga el m¨®vil mientras suena la canci¨®n de Bisbal. Y luego que me denuncie. M¨¢s tranquilo vivir¨¦ en una celda de Soto del Real, f¨ªjate lo que te digo, que se viene uno al campo a descansar y te crecen los Evelios'.
Efectivamente, los Evelios se hab¨ªan multiplicado. Hab¨ªa un Evelio en cada ventana. Cuando no le sonaba el m¨®vil a uno (Ave Mar¨ªa, cu¨¢ndo ser¨¢s...), le sonaba al otro (Coraz¨®n Latino), o a otro (Ellas, tan dulces y tan bellas...). Evelio hab¨ªa llamado a sus cu?ados y se hab¨ªan puesto a pintar las verjas que dej¨® sin terminar el a?o pasado. Ya nos hab¨ªamos acostumbrado a que estuvieran de color naranja oxidado. Mi santo se levant¨® del poyete e hizo lo siguiente: le dio las llaves a Evelio, le dijo: 'Evelio, ¨¦ste es el n¨²mero de la alarma, aqu¨ª se enciende el riego autom¨¢tico, hay un cocido congelado en la nevera, toma mi mochila de fumigaci¨®n, sus ni?os pueden venir a ba?arse en la piscina, aproveche las instalaciones y que pasen un feliz verano'. Dicho esto y por primera vez en nuestra vida, me mir¨® y dijo una frase hist¨®rica: 'Me voy a Madrid, t¨² ver¨¢s lo que haces'. Me met¨ª en el coche y no abr¨ª la boca en todo el camino. C¨®mo me iba a atrever a decirle que en nuestro piso de Madrid est¨¢n instalando el gas ciudad aprovechando nuestra ausencia. Me dije a m¨ª misma, para qu¨¦ adelantar acontecimientos. Y a la altura de Villalba me dorm¨ª.
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