Claroscuros de la vida
Puede decirse que Yasmina Reza, la afamada autora de Arte, sigue la mejor tradici¨®n de la literatura judeofrancesa, acaso la ¨²nica verdaderamente preocupada por el problema de la conciencia y por su redefinici¨®n en un mundo que parece excluirla de todos sus territorios. Da la impresi¨®n de que la literatura a la que me refiero, en la que ocupa un papel cardinal Modiano, sigue la herencia de L¨¦vinas y Buber, y es la que m¨¢s buscan el rostro del otro y su propio rostro, y es tambi¨¦n la m¨¢s preocupada por encontrar el espacio de relaci¨®n entre las deferencias.
Dicho lo cual me apresuro a declarar que Arte no es la mejor obra de Reza, que llev¨® a la perfecci¨®n su estilo en su c¨¢ustica y desnuda novela titulada Una desolaci¨®n, sesgada por la figura del padre. La misma figura corta e ilumina algunas narraciones m¨ªnimas de Hammerklavier (nombre que se le da a la Sonata para piano, opus 106, de Beethoven). Justamente por eso, los dos libros se presentan como una muestra del amor filial, cierto, pero tambi¨¦n de la rabia, y ambos est¨¢n emparentados con Los cuadernos rotos, de Monique Lange.
HAMMERKLAVIER
Yasmina Reza Traducci¨®n de Joaqu¨ªn Jord¨¢ Anagrama. Barcelona, 2002 128 p¨¢ginas. 9,02 euros
La cr¨ªtica internacional suele atribuir a las obras de Reza una gran singularidad. No descarto que Reza la tenga, pero creo que su escritura tiene mucho que ver con la de la Duras cuando la Duras se despelleja. Hablo de textos como La vida material o sus ¨²ltimos poemas.
Dejando claro que la mayor¨ªa de los relatos de Hammerklavier, muy bien traducidos por Jord¨¢, son de una simpleza y una profundidad admirables, me aventuro tambi¨¦n a se?alar algunas pegas. La primera: Reza tiende a definirse a s¨ª misma como un estereotipo (o como el estereotipo del escritor triunfador), y no suele oponer ninguna autocr¨ªtica a esa definici¨®n, con la que parece encontrarse muy satisfecha. La segunda: dos o tres relatos son de un narcisismo poco recomendable.
Salvados esos escollos, el lector puede acercarse a estas sonatas para piano con la seguridad de que hallar¨¢ en ellas a una autora con un sentido de la econom¨ªa verbal muy elogiable, que sabe que 'hay regiones que deben quedar a oscuras. Ni vaporosas ni ignoradas; simplemente, privadas de la luz de las palabras'.
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