Balones fuera
Los equipos terminan de encajar sus piezas a toda prisa: los presidentes cierran la puerta de la caja fuerte y olvidan la combinaci¨®n; los m¨¦dicos despachan sus partes de altas y bajas; sus vecinos, los fisioterapeutas, hacen horas extras para corregir las primeras contracturas, sobrecargas y distensiones, y los preparadores f¨ªsicos buscan una conexi¨®n cabal entre estaturas, pesos y masas musculares en un desesperado intento de mantener bajo control las misteriosas variables del rendimiento f¨ªsico.
En eso aparece el entrenador con su dibujo, su atillo de recortes de peri¨®dico y su estuche de t¨®picos de supervivencia. 'El f¨²tbol es as¨ª', repiten sin descanso. Muchos no comer¨¢n el turr¨®n, y algunos, los m¨¢s desafortunados, ni siquiera tendr¨¢n tiempo para acabar el gazpacho. Son la fibra cardiaca de la Liga de f¨²tbol.
Entretanto, las figuras buscan su propio lugar en el escenario. Bajo los focos de Mestalla, Pablo Aimar ha curtido su descolorida piel de alumno interno. Ya sabe que la vieja Europa no se come a nadie; al fin se siente compatible con el agobiante ritmo de juego local y, a base de so?ar y resistir, ha conseguido todas las credenciales del ganador: es joven, es brillante y sigue entero.
Bajo la lluvia fina de Riazor, Juan Valer¨®n ensaya ese juego suyo tan aterciopelado: se escabulle entre l¨ªneas, vuela sin perder una sola pluma y desliza los pases al hueco como si fuesen pastillas de jab¨®n. Bajo la neblina el¨¦ctrica del Camp Nou, el pensativo Riquelme se pone por montera la libreta de Van Gaal y busca un brillo de complicidad en la mirada de Saviola, Kluivert y Xavi, sus socios preferentes. Bajo la luna de Sevilla el fulgurante Joaqu¨ªn enciende su regate, el regate m¨¢s pirot¨¦cnico de la Liga, y conspira con Denilson y Alfonso mientras V¨ªctor Fern¨¢ndez se frota las manos.
Bajo el bigote de Vicente del Bosque, Portillo, un chico que tiene la porter¨ªa en la cabeza y en el apellido, engrasa sus botas de repetici¨®n. Es un cazador que disfruta de las distancias cortas y el tiro r¨¢pido. Rodeado de Zidane, Figo, Ra¨²l, Roberto Carlos, Hierro o Cambiasso est¨¢ esperando, inquieto, que empiece la balacera.
Bajo la lupa de Luis Aragon¨¦s, los chicos del nuevo Atl¨¦tico se multiplican para iniciar su operaci¨®n retorno: Albertini repasa las costuras de su nuevo uniforme, Burgos cambia la guitarra por el mono, y Fernando Torres, rodeado por una corte de ojeadores y comisionistas, prepara su transici¨®n de sat¨¦lite a estrella.
Todos los otros equipos se reagrupan alrededor de un plan, ya sea clasificarse para la Liga de Campeones o la Copa de la UEFA o, sencillamente, para salvar el pellejo.
Luego, la suerte, la habilidad, la energ¨ªa y otras sutiles propiedades del azar y el temperamento ir¨¢n tejiendo la competici¨®n como la h¨¦lice del barco va rizando la estela. Una vez m¨¢s, la Liga no ser¨¢ una experiencia matem¨¢tica, sino una incierta aventura escrita en el agua.
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