Paul Newman y Tom Hanks renuevan con un golpe de genio el viejo cine de g¨¢nsteres
Arranca la presencia espa?ola con la conmovedora 'Poniente', de Chus Guti¨¦rrez
El modelo fundacional de las tradiciones del g¨¦nero negro no ha muerto, como algunos auguraban, s¨®lo dorm¨ªa. En Camino a la perdici¨®n, Paul Newman y Tom Hanks, apoyados en la figura emergente e imparable del director brit¨¢nico Sam Mendes y en un gui¨®n y un reparto de alt¨ªsima solvencia, despiertan a aquellas poderosas formas dormidas y les dan nuevo empuje y nueva l¨®gica. En latitudes estil¨ªsticas y argumentales muy distintas, el filme espa?ol Poniente, escrito y dirigido por Chus Guti¨¦rrez, fue un humilde y digno contrapunto.
Camino a la perdici¨®n est¨¢ vertebrada de comienzo a fin por el relato, de intensa fuerza dram¨¢tica y l¨ªrica, del descubrimiento por un ni?o de la verdadera identidad y el verdadero oficio -asesino a sueldo de un gang de Chicago en 1931- de su padre, un hombre lac¨®nico, casi mudo, herm¨¦tico y atrincherado detr¨¢s de una turbadora visi¨®n asc¨¦tica de la vida. Tom Hanks hace una inquietante, oscura y vigorosa creaci¨®n de este indescifrable sujeto. Dice Sam Mendes, que lo ha dirigido dej¨¢ndole plena libertad de composici¨®n, que 'los grandes actores se miden por los grandes riesgos que son capaces de afrontar', y ¨¦ste es un caso di¨¢fano de esa irrefutable regla de oro.
Es un golpe de expresividad grave y muy complejo el que Tom Hanks consigue en Camino a la perdici¨®n. Y con una dificultad a?adida a la propia dificultad del personaje: que durante media pel¨ªcula tiene enfrente, d¨¢ndole una sutil pero contundente r¨¦plica, a un Paul Newman perfecto, que nuevamente convierte su vejez en edad de la plenitud. Parece, y probablemente es, insuperable su concisi¨®n, su pasmosa econom¨ªa gestual, esa su emocionante capacidad -s¨®lo posible en actores que se han ba?ado en todos los r¨ªos y han pasado por todas las pruebas, gente con la piel quemada por los focos y que ya no tienen nada que demostrarse a s¨ª mismos- para convertir a la quietud y a la calma ir¨®nica en pu?etazos de inteligencia entre los ojos, en silenciosas descargas de energ¨ªa moral y art¨ªstica.
Casi todo es imprevisible en esta singular y hermosa tragedia de la cara y la cruz del amor de dos padres, Hanks y Newman, a sus respectivos, y totalmente opuestos, hijos. A los misteriosos resortes de las creaciones de ambos eminentes int¨¦rpretes se a?ade un reparto de solvencia excepcional que es arrastrado por la composici¨®n, de brutales y magn¨ªficos perfiles gui?olescos, de Jude Law; y por el vuelo fugaz, callado y magn¨¦tico de la maravillosa Jennifer Jason Leigh. Y todos ellos conjuntados y engarzados por la prodigiosa mano de Sam Mendes, que aporta a las ra¨ªces imperecederas de thriller poderosas im¨¢genes in¨¦ditas, que permanec¨ªan agazapadas en las zonas m¨¢s inaccesibles, cr¨ªpticas y subterr¨¢neas del venerable e inagotable g¨¦nero negro.
Una aut¨¦ntica met¨¢fora
La inclinaci¨®n del cine serio estadounidense de los ¨²ltimos tiempos a mirar hacia atr¨¢s no al pasado, sino un poco m¨¢s cerca, al ayer o al anteayer, tiene probablemente su origen en la evidencia de que lo que ahora rodea all¨ª a las c¨¢maras es una materia narrativa y dram¨¢tica informe e imprecisa; cuando lo que el gran cine norteamericano requiere ante y sobre todo es su antigua y apasionante precisi¨®n formal. Camino a la perdici¨®n tiene, por ello, condici¨®n de espejo, de apertura de un camino, de viva ejemplaridad y de elegancia de aut¨¦ntica met¨¢fora. Es una convulsa mirada a la espalda, con la que choca la tierna y serena mirada alrededor de la bella, humilde y sencilla pel¨ªcula espa?ola Poniente, escrita y dirigida por Chus Guti¨¦rrez, que es puro cine de hoy y est¨¢ hecho fuera de cualquier convenci¨®n gen¨¦rica, en las cercan¨ªas de la inmediatez documental.
En la cuerda floja del cine de f¨®rmula hecha est¨¢ la bonita pel¨ªcula francesa, coproducida con Estados Unidos, Cerca del cielo, dirigida con muy buen pulso por Tonie Marshall y muy bien interpretada por Catherine Deneuve y William Hurt, que es una agradable secuela del legendario melodrama T¨² y yo, de Leo McCarey, del que Marshall nos devuelve la reproducci¨®n de algunas memorables escenas.
Y tambi¨¦n en escala pobre y minimalista lleg¨® ayer la coproducci¨®n franco-portuguesa, dirigida por Flora Gomes, Mi voz, un musical de ritmos africanos realizado en las calles de Bissau y Par¨ªs, que tiene cierto encanto, en buena parte originados por la extremada, y por ello casi graciosa, ingenuidad de los int¨¦pretes, que en su mayor parte son no profesionales, y por la biso?ez de la puesta en pantalla, que, no obstante, apunta algunas resoluciones originales y de buena calidad.
Babelia
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