Un juez clausura el muelle de una tienda por exceso de ruido
Unos vecinos de Alcal¨¢ llevaban seis a?os denunciando la actividad del supermercado
Carmen Mart¨ªnez-Hidalgo Garc¨ªa, de 57 a?os; su esposo, Esteban Ruiz-Castillo Polo, de 63; tres de los hijos que viven con ellos y varios vecinos del inmueble situado en la calle de Alfonso D¨¢valo, n¨²mero 1, han logrado que el juzgado n¨²mero 1 de Alcal¨¢ de Henares dicte una orden para que cese la carga y descarga del supermercado Plus Superdescuento, que les imped¨ªa conciliar el sue?o. As¨ª se pone punto y final a una batalla de seis a?os contra el ruido.
A pesar de que la sentencia lo proh¨ªbe, los afectados aseguran que los camiones siguen descargando
Esteban y Carmen se acostaron durante seis a?os haci¨¦ndose el uno al otro la misma pregunta: '?Qui¨¦n vendr¨¢ ma?ana? ?El de los congelados, que tiene muy mala leche, o el otro que es m¨¢s simp¨¢tico?'. Este matrimonio de Alcal¨¢ de Henares ha estado aguantando todos estos a?os el estruendo, los malos olores y los gritos provenientes de una zona de carga y descarga de un supermercado situado a poco m¨¢s de un metro de la ventana de su habitaci¨®n.
Carmen Mart¨ªnez-Hidalgo Garc¨ªa, Esteban Ruiz-Castillo Polo, tres de sus hijos, que viven con ellos, y varios vecinos del inmueble en el que viven denunciaron durante cinco a?os a Plus Superdescuento ante el Ayuntamiento de Alcal¨¢ porque eran incapaces de conciliar el sue?o a partir de las siete y media de la ma?ana. Los camiones de este supermercado, propiedad de la empresa Tengelmann Espa?a, SA, descargaban la mercanc¨ªa de lunes a s¨¢bado en la calle de Alfonso D¨¢valo, justo debajo de las ventanas del sal¨®n y de la habitaci¨®n del matrimonio. Pero no lograron que la actividad cesara a pesar de las denuncias presentadas a la Administraci¨®n local, cuyos t¨¦cnicos comprobaron que el nivel de ruidos superaba lo que marca la legislaci¨®n. El Ayuntamiento puso muchas multas al supermercado, pero nunca las cobr¨®.
Carmen sufre del coraz¨®n, y Esteban tiene apnea del sue?o. Los camiones de gran tonelaje llegaban a las siete y media de la ma?ana y comenzaban a descargar a las ocho. Durante dos horas, no cesaba la actividad. La calle donde est¨¢ el muelle de carga no tiene salida. Es estrecha (unos 10 metros de ancho) y corta (15 metros de largo), lo que imped¨ªa maniobrar bien a los conductores. La familia aguant¨® cinco a?os de humos, ruidos fuertes que doblaban el m¨¢ximo permitido, vibraciones y gritos.
A veces se asomaban a la ventana y ped¨ªan a los trabajadores que intentaran hacer menos ruido. Ni las multas del Ayuntamiento ni sus s¨²plicas obtuvieron resultados. Esteban y Carmen decidieron acudir a un abogado, Ricardo Ayala. Este verano, seis a?os despu¨¦s de que el supermercado se instalara al lado de la casa donde vive esta familia desde hace tres d¨¦cadas, una juez dict¨® sentencia: el cierre inmediato de la actividad de carga y descarga en esa calle.
'Estos a?os han deteriorado mucho nuestra salud', comenta el matrimonio. A Carmen le han tenido que operar del coraz¨®n y la apnea del sue?o de Esteban se agudiz¨® por el estr¨¦s que le produc¨ªan los ruidos de los camiones. 'Esto nos ha desquiciado los nervios'. A veces incluso se planteaban dejar la casa, venderla e irse a vivir a otro sitio. Pero debido a los ruidos, su piso, de poco m¨¢s de cien metros cuadrados, no estaba muy valorado.
El abogado de la familia argument¨® derechos constitucionales y gan¨® el juicio: derecho a la intimidad en sus hogares y a tener buena salud. Derecho al silencio y a la calma. Derecho a la propiedad. 'No han podido vender su casa', afirma Ricardo Ayala, 'por este problema. Su patrimonio estaba arruinado. La herencia de sus hijos no val¨ªa nada'.
El letrado cree que la familia tuvo que acudir a los tribunales porque el Ayuntamiento de Alcal¨¢, ni cuando lo gobernaba el PP ni ahora que lo gobierna el PSOE con IU, no hizo nada por evitar que los cinco miembros de la familia vivieran en un lugar insoportable, sin posibilidad de cambiar por subsistir con el ¨²nico sueldo del padre jubilado. 'La justicia se abre para defender los derechos que no protege la Administraci¨®n local, que en este caso ha pecado de omisi¨®n'.
Los cinco miembros de la familia, todos denunciantes, estaban dispuestos a llegar a un acuerdo con el supermercado: 'Podr¨ªan haber descargado m¨¢s tarde, por ejemplo. Aunque quer¨ªamos negociar, s¨®lo hemos recibido chuler¨ªa por parte del supermercado'. Esteban y Carmen cuentan que incluso tuvieron que sufrir los insultos de algunos trabajadores cuando les ped¨ªan silencio.
A pesar de que la sentencia obliga al cese de esta actividad, los vecinos de esta familia, que lleva todo el mes de vacaciones en un lugar 'donde s¨®lo se oye a los p¨¢jaros piar', les dijeron el jueves que los camiones siguen descargando, por lo que Ayala pedir¨¢ el precinto del local. Este peri¨®dico intent¨® lograr la versi¨®n de la encargada en funciones del supermercado, que declin¨® hacer declaraciones apelando a instancias superiores.
De momento, las se?ales que proh¨ªben aparcar de ocho a diez de la ma?ana por actividad de carga y descarga en la calle de Alfonso D¨¢valo contin¨²an en pie.
La larga agon¨ªa de Felisa
Felisa viv¨ªa justo al lado de la familia Ruiz-Mart¨ªnez. Su marido ten¨ªa Parkinson y ella, a sus 70 a?os, estaba sana. Los vecinos creen que muri¨® por culpa de los ruidos de los camiones que descargaban justo debajo de su casa. Antes de que los demandantes lograran que un juez les diera la raz¨®n, Felisa falleci¨® de un infarto. 'Ella se sent¨ªa muy impotente', dice Carmen. 'A veces ven¨ªa llorando porque no pod¨ªa aguantar m¨¢s. Nos dec¨ªa: 'Porque una tiene educaci¨®n y modos, que si no...'. Felisa intent¨® varias veces dialogar de la forma m¨¢s educada posible con los trabajadores, pero no consigui¨® nada. La familia vecina dice que incluso la insultaban. Su marido, ya viudo, se ha ido a vivir con sus hijas, y el piso en el que viv¨ªan a¨²n no se ha vendido por culpa de los ruidos, creen Esteban y Carmen. Desde que empezaban a cargar y descargar, el ruido de los camiones alcanzaba una media de 60 decibelios, seg¨²n las medidas efectuadas por los propios t¨¦cnicos del Ayuntamiento. El m¨¢ximo permitido est¨¢ en 35 a partir de las ocho de la ma?ana, cuando comenzaba la actividad. Muchos vecinos sent¨ªan la misma molestia, y por eso lo denunciaron al Ayuntamiento de Alcal¨¢ durante cinco a?os. Pero cuando lleg¨® la hora de llevar el asunto ante la justicia, la familia se qued¨® sola. El abogado apelar¨¢ la sentencia porque quiere que indemnicen a los siete denunciantes con 42.000 euros, lo que habr¨ªa costado alquilar un piso durante esos seis a?os. Pero el dinero no puede compensar lo que han padecido: 'Las horas de sue?o que hemos perdido estos seis a?os no nos las pueden devolver'.
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