Pobreza y medio ambiente
Como cab¨ªa esperar, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible est¨¢ contemplando promesas audaces, pero la reuni¨®n est¨¢ condenada a ser un alarde de futilidad. Ya que si por 'desarrollo' nos referimos a desarrollo humano en su sentido m¨¢s amplio, el ¨²nico desarrollo que es sostenible es el que permite a la gente vivir junta en paz y respetando los derechos humanos b¨¢sicos.
Hay muy poco campo para que la acci¨®n internacional acabe con la violaci¨®n de esos derechos en muchos pa¨ªses del mundo, si no en la mayor¨ªa, particularmente en esos que intentan convertir la Cumbre de la Tierra en un altavoz de las cr¨ªticas al fracaso de los pa¨ªses avanzados para hacer m¨¢s por erradicar la pobreza mundial o para proteger el medio ambiente.
Al menos deber¨ªamos acoger con agrado el hecho de que estos dos temas -la pobreza y el medio ambiente- sean las dos cuestiones principales de la cumbre. Esto supone un alejamiento de las fijaciones de los primeros grupos de presi¨®n del desarrollo sostenible, como el supuesto agotamiento de las materias primas para el crecimiento, o la incapacidad del mundo para alimentar a su poblaci¨®n en aumento, o la biodiversidad.
Las delirantes exageraciones de los activistas del medio ambiente por fin est¨¢n siendo advertidas por la mayor¨ªa de los analistas informados. Las leyes de la econom¨ªa afirman que cuando la demanda de un producto empieza a sobrepasar la oferta, el precio sube. Dejando a un lado los mercados especulativos a corto plazo, la demanda disminuir¨¢ a continuaci¨®n y la oferta aumentar¨¢. Estas leyes han garantizado que ninguna de las hip¨®tesis de las d¨¦cadas de los sesenta y los setenta que vaticinaban el juicio final -?recuerdan las predicciones del Club de Roma?- se haya hecho realidad. De hecho, a la larga, los precios de casi todos los minerales han seguido una trayectoria descendente. El mundo nunca puede quedarse sin ning¨²n recurso mineral.
De manera similar, los pron¨®sticos alarmistas sobre una inminente hambruna en todo el mundo tambi¨¦n han sido falsificados. Hay hambrunas, por supuesto, pero raras veces se producen en pa¨ªses verdaderamente democr¨¢ticos, si es que se producen alguna vez. Desde los d¨ªas de la colectivizaci¨®n sovi¨¦tica en la d¨¦cada de los treinta hasta las pol¨ªticas racistas del presidente Mugabe en Zimbabue actualmente, las hambrunas son la consecuencia de guerras civiles o disparates ideol¨®gicos. Naturalmente, el cambio de clima local puede exacerbar la situaci¨®n, pero dado el alcance del comercio mundial y la existencia de excedentes en muchas ¨¢reas productoras de alimentos, los gobiernos democr¨¢ticos pueden enfrentarse a las consecuencias.
En cuanto a la biodiversidad, hoy en d¨ªa la especie m¨¢s importante amenazada con la extinci¨®n es la raza humana. Ciertamente, la acci¨®n internacional puede contribuir a resolver los problemas gemelos de la pobreza y la degradaci¨®n del medio ambiente. Por ejemplo, los pa¨ªses ricos deber¨ªan reducir las subvenciones agr¨ªcolas y abrir m¨¢s sus mercados a las exportaciones de alimentos procedentes del Tercer Mundo. La acci¨®n internacional tambi¨¦n puede contribuir a abordar los problemas del medio ambiente globales. Hay muchos ejemplos, como el Protocolo de Montreal para ayudar a reducir la amenaza contra la capa de ozono. De modo que es lamentable que EE UU abandonara el proceso de Kioto para combatir el calentamiento global, en vez de intentar que el mismo avance hacia soluciones razonables basadas en el mercado y se aleje del mecanismo regulador tan querido por los bur¨®cratas.
Pero la reducci¨®n de la pobreza y de la degradaci¨®n del medio ambiente -como la falta de acceso a un agua potable limpia- que afectan a las vidas de miles de millones de personas en el Tercer Mundo siempre depender¨¢ fundamentalmente de las pol¨ªticas locales. ?stas incluyen, por encima de todo, un mayor respeto por el sistema de derecho, por los derechos de propiedad, por la libertad para que la gente saque partido de su esp¨ªritu emprendedor y exprese su descontento con su suerte, por no mencionar otras libertades b¨¢sicas establecidas en numerosas convenciones internacionales que casi todos los pa¨ªses que participan en la cumbre han suscrito y que muchos de ellos ignoran. Naturalmente, un mayor respeto por los derechos humanos no es meramente deseable para la reducci¨®n de la pobreza y la protecci¨®n del medio ambiente. Tambi¨¦n se da la casualidad de que es una pieza importante -a menudo la m¨¢s importante- del bienestar y el desarrollo humano. Los acontecimientos de los ¨²ltimos 12 meses han conseguido que la mayor¨ªa de la gente se d¨¦ cuenta de que el conflicto m¨¢s peligroso al que se enfrenta la humanidad en el futuro no es el conflicto entre el hombre y su entorno, sino entre el hombre y el hombre.
Desgraciadamente, dado el respeto que se otorga a la soberan¨ªa nacional, el margen para que la acci¨®n internacional mejore el respeto por los derechos humanos b¨¢sicos en los muchos pa¨ªses es limitado. Por esta raz¨®n, cualquier declaraci¨®n resonante que emerja de la Cumbre de la Tierra est¨¢ condenada al fracaso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.