Los del padre, contra los del hijo
Un a?o despu¨¦s del 11-S, el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de la Administraci¨®n de Bush no parece ser Bin Laden -en paradero deconocido mientras se complica la situaci¨®n en Afganist¨¢n-, sino Sadam Husein, contra el que EE UU, bajo la Doctrina Bush de la 'autodefensa preventiva unilateralmente determinada', prepara una posible acci¨®n militar, que va incluso m¨¢s all¨¢, pues el objetivo p¨²blicamente expresado por el vicepresidente Cheney es el de 'volver a trazar el mapa de Oriente Pr¨®ximo'. En su d¨ªa fueron otros occidentales los que lo trazaron, con nefastas consecuencias.
La Administraci¨®n est¨¢ dividida, pero parece que van cobrando fuerza los partidarios, como Cheney y el secretario de Defensa Rumsfeld, de una acci¨®n militar pronta y masiva, incluso si no cuenta con el respaldo de aliados ni de la ONU. Est¨¢ por ver si el moderado Colin Powell, que estuvo con el padre dirigiendo la guerra de 1991 y ahora con el hijo como secretario de Estado, logra imponer sus criterios de equilibrio a un Bush que, formalmente, a¨²n no se ha decantado. Los halcones quieren concluir la tarea que en 1991 Bush padre dej¨® inconclusa, no por voluntad propia sino porque el entonces presidente pens¨®, prudentemente, que ir m¨¢s all¨¢ del mandato de Naciones Unidas de liberar Kuwait podr¨ªa socavar la coalici¨®n internacional de entonces, y destruir Irak dadas sus tensiones internas entre una parte norte esencialmente kurda, una sur chi¨ªta y la central.
Son ahora los asesores del padre quienes han salido a advertir a los del hijo no de no intentar acabar con Sadam Husein, sino de que tal paso puede destruir la coalici¨®n internacional contra el terrorismo (Scowcroft), y que EE UU no debe darlo solo sin los aliados y la legitimidad de Naciones Unidas (Baker), adem¨¢s de avisar sobre el coste que podr¨ªa tener tal operaci¨®n en vidas humanas y la incertidumbre de su resultado. La Administraci¨®n de entonces a¨²n ve¨ªa a Irak como un contrapeso a Ir¨¢n. La actual ha abandonado esta pol¨ªtica, para ir contra ambos, incluidos en el eje del mal.
La Administraci¨®n apunta, sin ense?ar las pruebas o la informaci¨®n, que Sadam Husein est¨¢ pr¨®ximo a disponer de armas nucleares, que, adem¨¢s de las qu¨ªmicas y biol¨®gicas, cambiar¨ªan la ecuaci¨®n. Pero hay m¨¢s. Un Irak controlado por EE UU ser¨ªa una palanca ¨²nica no s¨®lo para volver a demostrar el poder¨ªo militar de la hiperpotencia al resto del mundo -como si fuera necesario-, sino para manejar toda la zona, para influir sobre el mundo ¨¢rabe y por extensi¨®n musulm¨¢n, y sobre el conflicto entre israel¨ªes y palestinos.
Pero sobre todo est¨¢ el petr¨®leo, pues si de algo entienden el actual presidente Bush, sus principales colaboradores y amigos, es de petr¨®leo. Desde Irak, o con un r¨¦gimen favorable en Bagdad, m¨¢s el rosario de bases militares que ha ido montando en Asia Central, EE UU podr¨ªa controlar los nuevos yacimientos y rutas del petr¨®leo, y mantener una presi¨®n sobre el del Golfo, especialmente sobre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª y el precio del crudo, contando con el apoyo de Rusia. Lo que est¨¢ intentado EE UU es librarse de su dependencia log¨ªstica y energ¨¦tica en Arabia Saud¨ª, patria de origen de Bin Laden, fuente de financiaci¨®n de muchos movimientos islamistas, no violentos y violentos. Arabia Saud¨ª tiene las mayores reservas y producci¨®n de petr¨®leo, la custodia de los lugares m¨¢s santos del islam y bases militares de EE UU, lo que causa serias tensiones. As¨ª, Estados Unidos quiere la colaboraci¨®n (expl¨ªcita o impl¨ªcita) saud¨ª para atacar Irak y dejar de necesitar a los saud¨ªes y de ah¨ª los bailes de estos ¨²ltimos meses y d¨ªas. EE UU necesita a Arabia Saud¨ª para dejar de necesitarla, pero la casa de Saud necesita a la vez acercarse y alejarse de Washington para seguir manteni¨¦ndose en el poder.
aortega@elpais.es
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