El mensaje de las excavadoras
El Comit¨¦ Israel¨ª contra la Demolici¨®n de Casas (ICAHD, siglas en ingl¨¦s) lamenta la decisi¨®n adoptada a comienzos de agosto por el Tribunal Supremo de Justicia israel¨ª, que se ha pronunciado en contra de permitir la revisi¨®n judicial para familias de palestinos cuyos hogares han sido se?alados como objeto de demolici¨®n porque un miembro de la familia haya estado implicado en atentados terroristas (incluso si s¨®lo es sospechoso). Siguiendo el patr¨®n de muchos a?os, el Tribunal ha aceptado el argumento del Ej¨¦rcito de que dichas demoliciones tienen lugar como partes integrales de las operaciones militares. Por consiguiente, el Tribunal Supremos de Israel permite que se anulen derechos humanos b¨¢sicos a favor de unas consideraciones militares (que no son sino extensiones de los objetivos pol¨ªticos del Gobierno).
?Qu¨¦ derechos humanos viola esta decisi¨®n?
1. El derecho de los individuos inocentes a no ser considerados responsables legalmente de los actos de parientes. Los 'lazos de sangre' no pueden ser la raz¨®n para demoler el hogar de una persona. La noci¨®n de que los individuos puedan ser castigados por cr¨ªmenes cometidos por otros sin que haya contra ellos ning¨²n cargo criminal despoja a las personas de la protecci¨®n elemental que el sistema legal les debe.
2. El derecho de todas las personas al debido proceso legal y a la revisi¨®n judicial. Castigar a individuos que no est¨¢n acusados de ning¨²n crimen, o negarles la posibilidad de recurrir al tribunal si se enfrentan a acciones punitivas, constituye un castigo extrajudicial. Cuando toda una familia es castigada por los supuestos actos de uno de sus miembros, es un castigo colectivo. Ambos violan la esencia tanto del derecho civil israel¨ª como del derecho humanitario internacional.
3. La demolici¨®n de casas o la destrucci¨®n de otra propiedad privada de individuos que residen en territorios ocupados est¨¢ expresamente prohibida por la Cuarta Convenci¨®n de Ginebra (art¨ªculo 53), al igual que el castigo colectivo (art¨ªculo 33).
Esta lamentable decisi¨®n, que afecta inmediatamente a 49 familias palestinas cuyos hogares pueden ser destruidos en cualquier momento, representa la erosi¨®n progresiva de la democracia israel¨ª en su intento por hacer frente a la resistencia popular a una ocupaci¨®n ilegal. Con su decisi¨®n, el propio Tribunal Supremo subordina el sistema de derecho, por no hablar de los derechos humanos, a los requisitos de la represi¨®n militar. En los t¨¦rminos m¨¢s simples, condona y permite los cr¨ªmenes de guerra. El dominio absoluto sobre otro pueblo s¨®lo es posible si se le niega la protecci¨®n legal b¨¢sica. Al final, esto acabar¨¢ destruyendo la base moral y legal en que se apoyan la democracia y el derecho.
A lo largo de los ¨²ltimos seis a?os, el ICAHD ha estado trabajando en la cuesti¨®n de las demoliciones de casas. Cada vez que pensamos: 'Muy bien, hemos agotado el tema, pasemos a otras cuestiones que, quiz¨¢, sean m¨¢s urgentes', la destrucci¨®n sistem¨¢tica de hogares palestinos vuelve al centro del conflicto con fuerza redoblada. Sucedi¨® en el campamento de refugiados de Yen¨ªn, donde los indomables conductores de las enormes excavadoras D-9 Caterpillar trabajaron sin parar durante tres d¨ªas y tres noches demoliendo m¨¢s de 300 casas en el campamento densamente abarrotado, convirti¨¦ndose as¨ª en los h¨¦roes de la invasi¨®n. Y est¨¢ sucediendo ahora, mientras Israel destruye docenas de casas pertenecientes a familias de terroristas, una forma de castigo que constituye claramente un crimen de guerra.
?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ siguen siendo las demoliciones de casas el centro del conflicto? ?Por qu¨¦ ha sido el centro de la lucha israel¨ª contra los palestinos desde 1948? Se alegan muchas razones concretas: seguridad, disuasi¨®n, castigo, defensa propia, guerra, construcci¨®n 'ilegal', aplicaci¨®n de la ley, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Pero en todas ellas permanece el mismo elemento: 'el mensaje'. Sharon, al igual que sus predecesores, no se cansa nunca de advertir que los ataques israel¨ªes contra los palestinos continuar¨¢n 'hasta que capten el mensaje'. ?Cu¨¢l es el mensaje? Como han declarado Sharon y otros (remont¨¢ndonos unos ochenta a?os hasta el concepto de 'Muralla de Hierro' de Jabotinsky y Ben Gurion), el mensaje es: 'Someteos. S¨®lo cuando abandon¨¦is vuestros sue?os de un Estado independiente propio, y acept¨¦is que Palestina se ha convertido en la Tierra de Israel, cederemos'. Pero el mensaje es todav¨ªa m¨¢s profundo, es m¨¢s siniestro. El mensaje de las excavadoras es: 'No sois de aqu¨ª. Os arrancamos de vuestros hogares en 1948 e impedimos vuestro regreso, y ahora os arrancaremos de la Tierra de Israel'. La 'transferencia' se ha convertido en un tema aceptable de los programas de entrevistas en televisi¨®n. Y ¨¦sa es la raz¨®n por la que las excavadoras siguen ocupando un lugar tan prominente, la excavadora junto al tanque. Porque al fin y al cabo, este proceso de reocupaci¨®n es un proceso de desplazamiento.
La excavadora merece sin duda ocupar el lugar que le corresponde junto al tanque como s¨ªmbolo de la relaci¨®n de Israel con los palestinos. Los dos merecen estar en la bandera nacional. El tanque como s¨ªmbolo de un Israel que 'lucha por su existencia' y por sus haza?as en el campo de batalla. Y la excavadora por la siniestra cara oculta de la lucha de Israel por la existencia, su actual batalla para desplazar a los palestinos del pa¨ªs. Porque Israel siempre ha tratado a los palestinos como un enemigo, nunca como un pueblo con derechos colectivos y reivindicaciones leg¨ªtimas sobre el pa¨ªs con el que es posible que un d¨ªa viva en paz. En 1948, Israel desempe?¨® un papel activo a la hora de expulsar al 75% de los palestinos de la Tierra de Israel. Durante los cuatro o cinco a?os siguientes, la excavadora, siguiendo al tanque, destruy¨® sistem¨¢ticamente 418 pueblos palestinos. Desde 1967, conforme los tanques israel¨ªes suprimen cada vez con m¨¢s frecuencia y ferocidad la resistencia palestina a la ocupaci¨®n, sus excavadoras (ayudadas por artiller¨ªa y misiles) han destruido m¨¢s de 9.000 hogares palestinos, y la cuenta sigue. Incluso mientras escribo estas l¨ªneas, un d¨ªa despu¨¦s de que el Tribunal Supremo de Justicia israel¨ª diera su consentimiento a la demolici¨®n de casas de familias de terroristas sin avisar y sin la posibilidad de recurrir al tribunal, se est¨¢n arrasando viviendas en Bel¨¦n y Gaza y hay docenas m¨¢s amenazadas en todos los Territorios Ocupados. Y no s¨®lo en ellos. En Israel propiamente dicho, en los 'pueblos no reconocidos' y los barrios palestinos de Ramle, Lod y en otros lugares, se siguen destruyendo viviendas 54 a?os despu¨¦s. Los jud¨ªos viven ahora en casas palestinas en las principales ciudades de Israel y hace tiempo que los pueblos palestinos han desaparecido bajo los campos agr¨ªcolas de los kibutzim y los moshavs. Entre toda esta destrucci¨®n se han construido 150.000 viviendas para los 400.000 jud¨ªos que viven al otro lado de la frontera de 1967.
La excavadora sigue siendo el centro de la 'acci¨®n' por la simple raz¨®n de que la represi¨®n y el control por s¨ª solos no garantizan el pa¨ªs para ¨¦sos -los jud¨ªos- cuyas reivindicaciones excluyen a todos los dem¨¢s. Aquellos con reivindicaciones opuestas -los palestinos- deben ser desplazados para que los jud¨ªos tomen realmente posesi¨®n, o al menos confinados a peque?as islas en las que no puedan interferir con el dominio israel¨ª ni desafiarlo. (El anuncio realizado recientemente por el Ministerio de Interior de que los israel¨ªes palestinos ser¨¢n despojados de su ciudadan¨ªa si se demuestra que son 'desleales' al Estado alarga el trabajo de las excavadoras).
Pero, del mismo modo que Israel no puede aislarse de la ocupaci¨®n, tampoco puede escapar de los estragos de su pol¨ªtica de demolici¨®n de casas. El miedo a que los desplazados puedan alzarse una vez m¨¢s y reclamar su patrimonio impide a los israel¨ªes gozar de los frutos de su poder. Una xenofobia creciente y el fanatismo nacional religioso se han apoderado del pa¨ªs. La polarizaci¨®n caracteriza las relaciones entre la derecha y la izquierda, los ciudadanos jud¨ªos y los ¨¢rabes, los jud¨ªos que proceden de Europa y los que proceden de Oriente Pr¨®ximo, las clases trabajadora y media, los religiosos y los seglares. Los israel¨ªes est¨¢n 'contra¨ªdos', cada vez m¨¢s aislados del mundo. Los chicos y chicas j¨®venes israel¨ªes est¨¢n embrutecidos, ya que son enviados como soldados para desalojar a las familias palestinas de sus hogares. Incluso la belleza de la tierra est¨¢ siendo destruida porque las autoridades se apresuran a construir feos suburbios que no dejan de extenderse y autopistas masivas para 'reclamar' la tierra antes de que los palestinos vuelvan a introducirse silenciosamente en ella. La est¨¦tica, los derechos humanos, la protecci¨®n del medio ambiente, la educaci¨®n, la justicia social, son las cosas buenas de la vida y no pueden coexistir con el desplazamiento y la ocupaci¨®n. 'La fortaleza israel¨ª', como solemos llamarla, est¨¢ por necesidad basada en una cultura de fuerza, violencia y tosquedad.
Finalmente, ser¨¢ la excavadora la que arrase la estructura que Israel fue en otro tiempo.
viendas en Bel¨¦n y Gaza y hay docenas m¨¢s amenazadas en todos los Territorios Ocupados. Y no s¨®lo en ellos. En Israel propiamente dicho, en los 'pueblos no reconocidos' y los barrios palestinos de Ramle, Lod y en otros lugares, se siguen destruyendo viviendas 54 a?os despu¨¦s. Los jud¨ªos viven ahora en casas palestinas en las principales ciudades de Israel y hace tiempo que los pueblos palestinos han desaparecido bajo los campos agr¨ªcolas de los kibutzim y los moshavs. Entre toda esta destrucci¨®n se han construido 150.000 viviendas para los 400.000 jud¨ªos que viven al otro lado de la frontera de 1967.
La excavadora sigue siendo el centro de la 'acci¨®n' por la simple raz¨®n de que la represi¨®n y el control por s¨ª solos no garantizan el pa¨ªs para ¨¦sos -los jud¨ªos- cuyas reivindicaciones excluyen a todos los dem¨¢s. Aquellos con reivindicaciones opuestas -los palestinos- deben ser desplazados para que los jud¨ªos tomen realmente posesi¨®n, o al menos confinados a peque?as islas en las que no puedan interferir con el dominio israel¨ª ni desafiarlo. (El anuncio realizado recientemente por el Ministerio de Interior de que los israel¨ªes palestinos ser¨¢n despojados de su ciudadan¨ªa si se demuestra que son 'desleales' al Estado alarga el trabajo de las excavadoras).
Pero, del mismo modo que Israel no puede aislarse de la ocupaci¨®n, tampoco puede escapar de los estragos de su pol¨ªtica de demolici¨®n de casas. El miedo a que los desplazados puedan alzarse una vez m¨¢s y reclamar su patrimonio impide a los israel¨ªes gozar de los frutos de su poder. Una xenofobia creciente y el fanatismo nacional religioso se han apoderado del pa¨ªs. La polarizaci¨®n caracteriza las relaciones entre la derecha y la izquierda, los ciudadanos jud¨ªos y los ¨¢rabes, los jud¨ªos que proceden de Europa y los que proceden de Oriente Pr¨®ximo, las clases trabajadora y media, los religiosos y los seglares. Los israel¨ªes est¨¢n 'contra¨ªdos', cada vez m¨¢s aislados del mundo. Los chicos y chicas j¨®venes israel¨ªes est¨¢n embrutecidos, ya que son enviados como soldados para desalojar a las familias palestinas de sus hogares. Incluso la belleza de la tierra est¨¢ siendo destruida porque las autoridades se apresuran a construir feos suburbios que no dejan de extenderse y autopistas masivas para 'reclamar' la tierra antes de que los palestinos vuelvan a introducirse silenciosamente en ella. La est¨¦tica, los derechos humanos, la protecci¨®n del medio ambiente, la educaci¨®n, la justicia social, son las cosas buenas de la vida y no pueden coexistir con el desplazamiento y la ocupaci¨®n. 'La fortaleza israel¨ª', como solemos llamarla, est¨¢ por necesidad basada en una cultura de fuerza, violencia y tosquedad.
Finalmente, ser¨¢ la excavadora la que arrase la estructura que Israel fue en otro tiempo.
Jeff Halper es antrop¨®logo y coordinador del Comit¨¦ Israel¨ª contra la Demolici¨®n de Casas.
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