Normalidad
Sin novedad en el frente. Espa?a suma otra nueva victoria, y ya van cuatro. As¨ª de simple. En esta ocasi¨®n fue una labor muy profesional, una tarea pulcra, sin aspavientos ni lujos. Sin necesidad de grandes prestaciones por parte de los jugadores-bandera, con una naturalidad que est¨¢ resultando desesperante para todos los equipos que se colocan enfrente.
Porque hay que reconocer que la foto del equipo espa?ol tampoco es para asustar, como lo corroboran las previsiones pre-Mundial, en las que casi nadie -salvo los que ya sabemos de lo que son capaces estos jugadores- daba un duro por sus posibilidades. No hay gigantes de ¨¦sos que te preguntas c¨®mo lo vas a hacer para evitar que te destrocen debajo del aro, ni tiradores excelsos tipo Stojakovic, ni artistas con el bal¨®n en las manos con los que corres el riesgo de que te vuelvan loco.
Espa?a no tiene nada de eso. Su gran estrella es un tipo larguirucho al que todav¨ªa gente como Divac, que le deber¨ªa conocer sobradamente de la NBA, menosprecia con frases como la de 'no nos ganan ni con doce Gasols'. De Navarro se dice que le falta f¨ªsico; a Garbajosa y Alfonso Reyes, cent¨ªmetros, y a Marco o Felipe Reyes, experiencia.
Todo esto es cierto. Pero, a la hora de la verdad, con el bal¨®n en juego, todas estas lagunas son secretamente escondidas y lo que sale a la luz es un grupo engrasado de tal forma que hasta el momento ha sabido hacer frente a todas las dificultades sin alterarse lo m¨¢s m¨ªnimo, con hechuras de equipo muy trabajado t¨¦cnicamente y que transita por este campeonato con una seguridad aplastante, a salvo de d¨ªas grises o de partidos discretos de sus figuras.
No fue, sin duda, un buen encuentro el de Espa?a ante Turqu¨ªa. Como dijo muy bien nuestro apasionado comentarista televisivo Pedro Barthe, pareci¨® que le faltaba una velocidad. Se fallaron muchos tiros libres, se atragant¨® m¨¢s de lo deseado la contemplativa zona turca, se abus¨® con suerte dispar de los triples, de los contraataques se supo bien poco y, m¨¢s que el d¨ªa de Gasol o Navarro, el trabajo lo liquidaron gente como Garbajosa (como siempre), Para¨ªso o Angulo, obreros de lujo m¨¢s necesarios que el respirar.
Pero, para navegar por estas aguas, la cuesti¨®n no radica en poder deslumbrar todas las noches. Un equipo competitivo es como un buen jugador de cartas, aqu¨¦l que aprovecha sus buenas rachas y limita los desperfectos cuando las cosas vienen mal dadas.
Si encima tienes como adversario un conjunto tan ciclot¨ªmico como Turqu¨ªa, capaz de pasar del cero al infinito en tres jugadas o de enfrascarse con protestas arbitrales que cortaban sus propios momentos de lucidez, esta cualidad se vuelve fundamental al ser imposible controlar la anarqu¨ªa a la que te intentan llevar durante los cuarenta minutos de juego.
Fue lo que hizo Espa?a. Se defendi¨® como siempre, dio los tirones suficientes para abrir hueco y se aprovech¨® de los estados de shock en los que entraban los turcos, sobre todo cuando se daban cuenta de que aqu¨¦l no iba a ser su partido.
Al final, como quien lava, cay¨® la cuarta. Con absoluta normalidad, la de los equipos hechos y derechos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.