El desempleo, la precariedad y sus consecuencias para la salud
A pesar del ciclo econ¨®mico favorable y de diversos retoques en las cifras, en los ¨²ltimos a?os la desprotecci¨®n social ante el desempleo siguen constituyendo problemas estructurales de una sociedad como la espa?ola en la que las pol¨ªticas p¨²blicas del Estado de bienestar est¨¢n a¨²n muy poco desarrolladas. Actualmente m¨¢s de dos millones de personas no tienen trabajo, con un porcentaje de desempleados que se mantiene desde hace muchos a?os muy por encima del de la Uni¨®n Europea. Adem¨¢s, entre los pa¨ªses europeos nuestro nivel de protecci¨®n social es uno de los m¨¢s reducidos. En Espa?a, dos de cada cinco desempleados inscritos en las oficinas de empleo no cuentan con ninguna prestaci¨®n y, en muchos casos, cuando ¨¦sta existe, es de escasa cuant¨ªa.
Seg¨²n diversas encuestas, el desempleo es uno de los principales motivos de preocupaci¨®n ciudadana. No es extra?o que as¨ª sea. Las profundas repercusiones personales, familiares y sociales que ocasiona no tener trabajo son bastante conocidas. Detr¨¢s del desempleo se esconde la desmoralizaci¨®n y el sufrimiento de miles de personas que quieren pero no pueden trabajar, la pobreza, la desesperaci¨®n o la violencia que surge en muchas familias, y una enorme p¨¦rdida de recursos econ¨®micos y sociales que podr¨ªan destinarse a la producci¨®n de servicios sociales que en el Estado espa?ol son particularmente deficitarios. Pero el desempleo no s¨®lo es algo desagradable o penoso para los individuos, una situaci¨®n indeseable para las familias o un factor perjudicial para la econom¨ªa y la sociedad. No tener trabajo da?a tambi¨¦n la salud de las personas.
Un gran n¨²mero de investigaciones cient¨ªficas han mostrado con claridad c¨®mo la salud de los desempleados es peor que la de quienes trabajan. Las personas paradas mueren antes, enferman m¨¢s, tienen m¨¢s problemas psicol¨®gicos, sus estilos de vida son m¨¢s perjudiciales y su calidad de vida es peor. Tambi¨¦n se sabe que la desprotecci¨®n social, no tener seguro de desempleo, empeora la salud. Por ejemplo, un estudio reciente ha demostrado c¨®mo los hombres desempleados que no tienen seguro de desempleo presentan un riesgo cinco veces mayor de padecer un peor estado de salud mental que quienes trabajan. Sin embargo, en los parados con seguro ese riesgo es tan s¨®lo dos veces superior al de quienes trabajan. Dicho de otro modo: la protecci¨®n social mitiga los efectos perjudiciales del desempleo mientras que su ausencia da?a la salud.
No obstante, la sola evaluaci¨®n de las consecuencias del desempleo sobre la salud subestima el impacto global de un medio laboral que en los ¨²ltimos a?os se ha flexibilizado profundamente, haciendo emerger lo que se suele conocer como precariedad laboral. ?sta, caracterizada a trav¨¦s de la contrataci¨®n temporal o incluso la falta de contrato, la vulnerabilidad o indefensi¨®n de los trabajadores y la desprotecci¨®n social o falta de acceso a beneficios sociales ejercen una presi¨®n enorme sobre unos trabajadores y unas trabajadoras que, adem¨¢s de tener menos derechos, no tienen en muchos casos las condiciones personales y sociales para exigirlos. Por ello, puesto que en el nuevo medio laboral se dan un sinn¨²mero de situaciones laborales precarias, al analizar sus consecuencias para la salud no se puede mantener la simple dualidad entre tener o no tener trabajo.
Aunque a¨²n estamos lejos de tener la informaci¨®n necesaria que permita conocer el impacto global que el desempleo y las m¨²ltiples formas de precariedad laboral ejercen sobre la salud de los trabajadores y de sus familias, el conocimiento cient¨ªfico actual nos permite resumir la informaci¨®n de que disponemos en los cinco puntos siguientes. Primero, estar desempleado da?a la salud de los parados y de sus familias, y ese perjuicio se acent¨²a en las ¨¢reas geogr¨¢ficas donde el nivel de desempleo es mayor. Segundo, los efectos perjudiciales para la salud se inician desde el mismo momento en que quienes trabajan perciben la amenaza de ser despedidos. Tercero, la inseguridad en el empleo, es decir, el temor a perder el puesto de trabajo que afecta a dos tercios de la poblaci¨®n trabajadora, act¨²a como un factor estresante que perjudica la salud y, muy especialmente, en la salud mental. Cuarto, tener un trabajo precario, insatisfactorio, inseguro o de baja calidad se halla asociado con una mayor exposici¨®n a varios factores de riesgo laborales y a mayores problemas de salud. Por ejemplo, quienes tienen contratos temporales (un tercio de los trabajadores) poseen entre dos y tres veces m¨¢s riesgo de padecer accidentes laborales que quienes tienen un contrato estable. Y quinto, cuando los desempleados tienen seguro de desempleo su salud se incrementa, cuando ¨¦ste no existe la salud empeora.
La cantidad y la calidad del trabajo que poseen los ciudadanos de un pa¨ªs constituye uno de los mejores medios para analizar los logros sociales y el progreso de una sociedad y, muy en especial, el de quienes est¨¢n en peor situaci¨®n: las clases sociales m¨¢s desfavorecidas, quienes tienen un menor nivel de estudios, las ocupaciones menos cualificadas, las mujeres y los j¨®venes. La situaci¨®n actual de desempleo, desprotecci¨®n y precariedad laboral no depende de la libre elecci¨®n de unos ciudadanos que no quieren trabajar sino, sobre todo, de pol¨ªticas de empleo y del Estado del bienestar inadecuadas y muy insuficientes que en gran medida a¨²n impiden la entrada en el mercado laboral sobre todo de las mujeres. Ni la elecci¨®n de esas pol¨ªticas es inocente ni sus consecuencias sobre la salud son inocuas. La escasez de recursos y la ausencia de aplicaci¨®n de pol¨ªticas efectivas que reduzcan el desempleo, que protejan a quienes est¨¢n desempleados y que mejoren la calidad de las condiciones de trabajo reduciendo la precariedad laboral es ser c¨®mplice del deterioro de la salud y la calidad de vida de muchos ciudadanos y de que sigan aumentando las desigualdades en salud. Cuando eso ocurre, cuando las pol¨ªticas de algunos da?an la salud de la mayor¨ªa, la acci¨®n social para cambiarlas se convierte en una urgencia necesaria.
Joan Benach y Marcelo Amable son profesores de Salud Laboral y Salud P¨²blica de la Universidad Pompeu Fabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.