Inmigrantes: ?de la Europol-Eurojust a la Euroetic?
Ante la escalofriante cifra de los cuatro mil inmigrantes fallecidos desde 1996 en nuestra frontera con el norte de ?frica, y ante los datos que ha seleccionado este peri¨®dico (EL PA?S, 2 de agosto de 2002) de la ¨²ltima encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, estamos obligados a buscar, como zahor¨ªes, nuevos planteamientos del problema e innovadoras perspectivas y soluciones. Para lograrlo, comento a continuaci¨®n dos puntos de vista que pueden parecer contradictorios, pero resultan complementarios e indispensables. Por una parte, necesitamos m¨¢s investigaciones con la metodolog¨ªa universitaria hodierna, m¨¢s observatorios independientes de las autoridades pol¨ªticas, m¨¢s estad¨ªsticas, etc¨¦tera (siguiendo la l¨ªnea de Europol y Eurojust). Por otra parte, urge crear nuevas estructuras y metodolog¨ªas, implantar nuevos injertos en el ¨¢rbol de la ciencia porque el fen¨®meno migratorio se transforma y cambia cada d¨ªa con una rapidez inusitada e imparable. Y, sobre todo, porque, como repite Willigis J?ger (En busca de la verdad), sufrimos una hipertrofia de la actividad cerebral racional. Miramos a trav¨¦s del microscopio y vemos cada vez m¨¢s detalles. Pero, en cambio, se nos escapa la visi¨®n global, la realidad del conjunto, de la sinergia. Todav¨ªa peor, perdemos la luz y la dimensi¨®n metarracional de nuestro convivir. Hoy, como en tiempos de Goya, 'el sue?o de la raz¨®n engendra monstruos'. Hemos de superar el excesivo positivismo y materialismo de la ciencia actual para transitar al encuentro con los misterios de la vida an¨ªmica y espiritual. (Algo as¨ª como una ¨¦tica metarracional que podemos denominar modelo Euroetic).
Conviene que las instituciones nacionales e internacionales, la Universidad, los cursos de verano, las Iglesias, los medios de comunicaci¨®n, las ONGs, etc¨¦tera, investiguen e informen m¨¢s sobre el perfil de los inmigrantes, sobre la p¨¦sima situaci¨®n en que se encuentran las v¨ªctimas de la inmigraci¨®n, pues no conocemos suficientemente su tragedia, su dolor y (lo que a veces olvidamos)... su capacidad de enriquecernos humanamente a nosotros, como argumento a continuaci¨®n, a la luz del art¨ªculo El desaf¨ªo de la Europa de la seguridad interior, de Ana Palacio, antigua miembro del Presidium de la Convenci¨®n Europea y hoy ministra de Asuntos Exteriores (EL PA?S, 4 de julio de 2002).
Por esta exigencia de nuevo paradigma, la Comisi¨®n Europea, fiel a -y superando- las Conclusiones de Tampere (15 y 16 de octubre de 1999), en su Comunicaci¨®n de 17 septiembre 2001 al Consejo y al Parlamento, propugna: '3.1. Todos los poderes p¨²blicos, las fuerzas sociales y los medios de comunicaci¨®n deben combatir la visi¨®n negativa que ahora se tiene del inmigrante econ¨®mico, al que no se considera como una persona que ejerce su derecho a la emigraci¨®n, porque esta visi¨®n est¨¢ favoreciendo el racismo y la xenofobia'.
Si analizamos -a trav¨¦s de una pupila metarracional- el perfil de los inmigrantes veremos que no son tan delincuentes como se dice; que la cantidad y la cualidad de sus infracciones no perturban tanto nuestra seguridad p¨²blica. Lo que principalmente la quiebra proviene de otros factores etiol¨®gicos. No poco se debe a nuestra xenofobia y nuestra endogamia (mayores de lo que algunos opinan), y tambi¨¦n a nuestra delincuencia organizada supranacional (no s¨®lo el tr¨¢fico de drogas, de mujeres y de menores), y la tipificada recientemente en el C¨®digo Penal contra el patrimonio y contra el orden socioecon¨®mico: T¨ªtulo XIII del Libro II, art¨ªculos 234-304.
Investigaciones cient¨ªficamente documentadas concluyen que, a pesar de los m¨¢s de once mil inmigrantes en nuestros establecimientos penitenciarios -el 22% de la poblaci¨®n general, el mes de julio 2002-, la inmensa mayor¨ªa de los inmigrantes merecen, sin duda, el calificativo de v¨ªctimas m¨¢s que de delincuentes. Son v¨ªctimas en su pa¨ªs de origen y v¨ªctimas en el pa¨ªs a donde llegan.
Sobre la macrovictimaci¨®n en su pa¨ªs de origen da cuenta, por ejemplo, el Jesuit Refugee Service, (www.jrs.net), fundado por el superior general Pedro Arrupe, S.J. En concreto, su bolet¨ªn Servir, de julio 2002, constata que 'actualmente 1.300 millones de personas sufren pobreza absoluta, subsistiendo con menos de un d¨®lar diario: de ellas, el 70% son mujeres. M¨¢s de 16,4 millones de mujeres padecen VIH/SIDA. Bandas despiadadas fuerzan a muchas mujeres a la prostituci¨®n y esclavitud sexual'. De la macrovictimaci¨®n en los pa¨ªses a donde llegan, en los que a veces se les 'caza' como animales migratorios, informan con fundamentada amargura Amnesty International y otras instituciones.
Los especialistas que reflexionan desde el ethos mundial reconocen que gran n¨²mero de inmigrantes son partenarios, creadores de solidaridad, benefactores de nuestra convivencia en lo laboral, econ¨®mico, etc¨¦tera. Y, m¨¢s a¨²n, si pasamos al ¨¢mbito prioritario de la moral y de la ¨¦tica. De la superioridad t¨¦cnico-econ¨®mica del entorno nacional frente a los inmigrantes no se deduce superioridad alguna en el campo axiol¨®gico. Frecuentemente debe reconocerse calidad de agentes morales a estas personas y a estos grupos de personas m¨¢s d¨¦biles y vulnerables. Muchos inmigrantes hacen y dicen como la reina Dido, de La Eneida, cuando acoge a Eneas demacrado superviviente de un naufragio: Non ignara mali, miseris succurrere disco, experta en el sufrimiento, s¨¦ ayudar a los desgraciados.
Recordemos a Hans K¨¹ng y J¨¹rgen Habermas cuando escriben: 'En cuanto europeos, no podemos comprender seriamente conceptos como solidaridad, hospitalidad, honestidad, persona e individualidad, libertad y emancipaci¨®n... sin asimilar la sustancia del pensamiento hist¨®rico-salv¨ªfico de origen jud¨ªo-cristiano'. Si aceptamos el fondo, la entra?a, de la cultura b¨ªblica ('Recordad vuestra experiencia como esclavos en Egipto'. 'Los ¨²ltimos ser¨¢n los primeros'. 'Acoged al extranjero' y las Bienaventuranzas, del Evangelio de Mateo que el Premio Nobel de la Paz, 1980, ley¨® en su discurso solemne, en Estocolmo), a los inmigrantes hemos de mirarlos como fermentos de excelencia, de la esencial ¨¦tica ciudadana. Son personas se?eras, imitadoras de Ant¨ªgona, la hero¨ªna condenada 'legalmente' por Creonte. Su alto grado de coraje les impulsa a salir de su pa¨ªs, superar el c¨¢ncer de la hambruna, trabajar todo lo que sea necesario, aunque se encuentren en situaciones y condiciones infrahumanas, superar obst¨¢culos casi irrebasables, en favor de sus familiares y compatriotas. No se contentan con sobrevivir ellos y los suyos. Acabar¨¢n triunfantes, esponsores de la justicia igualitaria, restaurativa.
Este nuevo perfil -m¨¢s racional, razonable y metarracional- de los inmigrantes (que nos brinda la tradicional ¨¦tica europea victimol¨®gica), ha de contribuir a que les respetemos m¨¢s profundamente. Y les concedamos mayor protagonismo como partenarios generosos de convivencia abierta, de integraci¨®n diferenciada. Tambi¨¦n facilitar¨¢ la 'aceleraci¨®n de los trabajos legislativos en curso sobre la definici¨®n de una pol¨ªtica com¨²n de asilo e inmigraci¨®n' que propuso el Consejo Europeo en Sevilla, 21 y 22 de junio 2002. Adem¨¢s, propugnar¨¢ una mejora cualitativa, un din¨¢mico planteo ¨¦tico, que sobre el modelo Europol y Eurojust desarrolle un nuevo modelo Euroetic; que fomentar¨¢ una evoluci¨®n progresiva de los valores comunes acogidos en la Carta de los derechos fundamentales de la Uni¨®n Europea.
Antonio Beristain, SJ, es catedr¨¢tico de Derecho Penal y director honorario del Instituto Vasco de Criminolog¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.