La belleza de un reino deshecho
Hace cinco a?os se public¨® una novela que fue r¨¢pidamente comparada con algunas de las mejores de los grandes narradores latinoamericanos. Se trataba de Tuyo es el reino, del escritor cubano Abilio Est¨¦vez. Aquella novela aquilataba los mejores valores de la inventiva verbal, de la complejidad compositiva e, incluso, de la reflexi¨®n metaliteraria. Su vinculaci¨®n inmediata con la narrativa del tambi¨¦n cubano Alejo Carpentier hac¨ªa que el intenso y s¨®lido soporte barroco de sus frases, m¨¢s el halo m¨ªtico que desprend¨ªa su tema central, resultara siempre garant¨ªa de recreaci¨®n novel¨ªstica de excelente ley. Por esos d¨ªas, Abilio Est¨¦vez, atendiendo a la m¨²ltiple exigencia de la prensa, confesaba que 'sin belleza, no hay literatura posible'. Contestaba as¨ª a un asunto central que se desprend¨ªa de su novela: literatura y pol¨ªtica. Pues bien. Para el autor cubano, la situaci¨®n cubana, en t¨¦rminos est¨¦ticos, era mejor tratarla, antes que como buena o mala, como fatalidad. Como tal, como fatalidad, su tratamiento literario exig¨ªa una fuerte e innegociable transacci¨®n con la belleza. Y, a su vez, la belleza adquir¨ªa su m¨¢s pleno sentido humano.
LOS PALACIOS DISTANTES
Abilio Est¨¦vez. Tusquets. Barcelona, 2002 275 p¨¢ginas. 14,90 euros
La historia y los personajes que pueblan la nueva novela de Abilio Est¨¦vez est¨¢n impregnados precisamente de una carencia esencial para soportar sus existencias: la belleza. Los palacios distantes es una cuidad¨ªsima representaci¨®n de la nostalgia de un mundo perdido, una dif¨ªcil nostalgia incrustada en un medio hostil a lo sublime, a lo distinto. No es casual que toda la historia de esta novela transcurra pr¨¢cticamente en un teatro en ruinas y solitario. (No hay que olvidar que el escritor cubano es autor de cuatro obras teatrales, una de las cuales, La noche, fue Premio Tirso de Molina, en Madrid). El lugar de la representaci¨®n por excelencia donde se dan cita el deterioro moral y f¨ªsico de una sociedad y una utop¨ªa. La novela de Est¨¦vez esta narrada en tercera persona. Desde esa voz, el lector seguir¨¢ los pasos de Victorio, un hombre de cuarenta a?os que en un abrir y cerrar de ojos se ve abocado a la indigencia, despu¨¦s de ser desalojado de su vivienda. Victorio tiene esa hechura de tristeza infinita que hubiera agradecido Reynaldo Arenas. Su peripecia en busca de un techo aunque no sea provisional, lo lleva a conocer a dos personas cruciales en la lenta introducci¨®n a su infierno particular: la prostituta Selma y el viejo actor y funambulista Don Fuco. Estos dos personajes completan el cuadro de tres pobres seres sedientos de belleza, am¨¦n de un pan mojado de aceite de oliva y una copa de Rivera del Duero. Al fondo, La Habana, en un constante proceso de derrumbe, de hostigamiento a la indigencia y a todo tipo de heterodoxia. De alguna manera, en este sentido, Abilio Est¨¦vez procedi¨® al estilo del mejor Balzac, del Balzac que registr¨® como nadie el Par¨ªs del primer tercio del siglo XIX. Pocas veces La Habana habr¨¢ encontrado un paisajista tan severo y doliente como el autor de Tuyo es el reino. Las grietas de sus edificios, sus ventanas desnudas e insoportablemente chismosas, su calor pegajoso e inhabitable, todo narrado con una precisi¨®n tan inclemente como su existencia.
Ya he dicho que Los palacios distantes transcurre en un teatro abandonado. En ese recinto se dio cita la crema de la sociedad art¨ªstica en tiempos pasados. Pues ahora all¨ª reina un payaso empe?ado en ridiculizar la melancol¨ªa y antiguas efervescencias del esp¨ªritu. La danza, el canto y la m¨²sica fueron all¨ª otrora el reflejo de un reino desaparecido. Victorio y la 'jinetera' Selma acompa?an al payaso en su implacable operaci¨®n de restauraci¨®n de lo imposible. Pero toda esa absurda empresa adquiere sentido en el preciso instante en que el presente que los rodea les insulta con su cerril ortodoxia ideol¨®gica y est¨¦tica. Tampoco es casual que el padre de Victorio, un viejo militante del castrismo de primera hora, se llame Robespierre. Con ello, Abilio Est¨¦vez rinde homenaje al Carpentier de El Siglo de las Luces, y tambi¨¦n dibuja con ese homenaje la liquidaci¨®n de la utop¨ªa en la Cuba contempor¨¢nea. Los palacios distantes es una novela muy distinta a la que consagr¨® como gran narrador a Abilio Est¨¦vez. No es mejor ni peor. Es una novela que ha sacrificado la brillantez expresiva y estructural de la primera, pero que sigue vocacionalmente entregada a la defensa de la belleza como el alma de la raz¨®n, de la dignidad y de la felicidad.
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