Otros viajes
LA GU?A no incluye el conocido plano de la ciudad salpicado de puntos rojos en los que, al comp¨¢s de una m¨²sica determinada, se pueden beber licores o jarabes de insomnio artificial. Una gu¨ªa de las cosas que suceden en la ciudad durante la noche, precisamente porque es de noche.
Horarios. Aparici¨®n de los murci¨¦lagos en el parque; de las ratas junto a los ascensores del museo. Sobre los cuadros m¨¢s luminosos del sal¨®n impresionista, se hace de noche; sobre los nocturnos, se hace una segunda noche que, al dialogar con la primera, se convierte en un cap¨ªtulo de la Historia de la Noche.
Imprescindible saber a qu¨¦ hora deja de correr el agua de las fuentes, para asistir al espect¨¢culo de la humedad e interpretarla como los posos de una taza de t¨¦.
Car¨¢cter de los habitantes nocturnos de la ciudad de X. El autor de la gu¨ªa encuentra que se parece tanto al de otras ciudades, m¨¢s septentrionales o meridionales, que se inclina a creer que son miembros de la misma familia. El viajero busca en los lugares de su memoria y confirma el parecido; le gustar¨ªa haber conocido al autor de la gu¨ªa, a quien, tras consultar la fecha de edici¨®n del libro, supone muerto.
Fotograf¨ªas de las principales plazas desiertas, portales cerrados, quioscos cerrados. Horario de t¨²neles alternativos, de puertas que se abren a la mera insinuaci¨®n de la linterna.
Horario del ritual de los gatos en el parque. Asambleas de patos.
Horario de la aparici¨®n de fantasmas. Primero, los espectros de los p¨¢jaros muertos en el interior de las estatuas: salida del vientre de los caballos. Despu¨¦s, los espectros de todos los que doblaron las esquinas con temor. Fotograf¨ªas de las esquinas.
Horario de las paradas de autob¨²s desiertas, de las barcas amarradas en el estanque, de los desag¨¹es que, ahora s¨ª, se oyen.
Horario de las tareas de limpieza: enfundados en sus uniformes, los p¨¢lidos arrastran los desechos de la luz del d¨ªa hacia el r¨ªo subterr¨¢neo de las alcantarillas.
Horario de los relojes: girando con sus lent¨ªsimas horas en las torres m¨¢s altas de la ciudad de X, son sus lunas.
Monumento a los ni?os que se despiertan en la noche y no saben d¨®nde est¨¢n o a qui¨¦n lloran.
El viajero abandona la gu¨ªa para escribir una entrada en su diario de viaje: 'Final del verano en la ciudad de X. Pienso en los viajeros nocturnos de la antig¨¹edad: sentados en el anfiteatro vac¨ªo, meditaban sobre la tutela solar de sus sue?os. El anfiteatro se parece mucho al banco del parque de la ciudad de X. En mitad de la noche, los sue?os diurnos se rememoran con dificultad. A pesar de la luz que los ha alumbrado, el n¨²cleo de sus ¨¢tomos est¨¢ siempre formado por part¨ªculas oscuras.
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