El gran circo de las culturas
El IX Congreso de Antropolog¨ªa organizado por el Instituto Catal¨¢n de Antropolog¨ªa acaba de reunir en Barcelona a m¨¢s de 600 estudiosos de las culturas de todo el Estado y de 20 pa¨ªses m¨¢s, que han adoptado como tema central las relaciones entre cultura y pol¨ªtica y los usos pol¨ªticos de la diversidad cultural. A modo de conclusi¨®n, los congresistas aprobaron una declaraci¨®n p¨²blica en la que se denuncia la manera como un cierto discurso a prop¨®sito de la diferencia entre culturas est¨¢ sirviendo -aqu¨ª y en otros sitios- para justificar ideol¨®gicamente pol¨ªticas migratorias basadas en la explotaci¨®n, la brutalidad y la injusticia. El racismo, en efecto, es en la actualidad ante todo cultural, y donde antes se hablaba de 'razas inferiores' se habla hoy de 'culturas incompatibles con nuestros valores'.
En ese contexto -pol¨ªticas de y para el abuso y la negaci¨®n de derechos humanos, empleos discriminatorios de la noci¨®n de cultura- no pod¨ªa dejar de alarmarnos -y as¨ª se recog¨ªa en el documento- que Barcelona se prepare como escenario de un magno acontecimiento titulado precisamente F¨°rum Universal de les Cultures. Los postulados podr¨¢n ser bienintencionados, pero todo sugiere que el evento va a ser una apoteosis de 'las culturas' como tema para la demagogia pol¨ªtica y para la trivializaci¨®n medi¨¢tica, una diversi¨®n en que la pluralidad cultural se ver¨¢ reducida a una pura parodia destinada al consumo de masas y a la buena conciencia institucional.
Barcelona vive un colosal proceso de transformaci¨®n urban¨ªstica que, como otras veces, parece requerir alg¨²n gran evento que la legitime simb¨®licamente. Nadie ha impugnado la buena arquitectura, ni las din¨¢micas de urbanizaci¨®n, ni los espacios p¨²blicos de calidad de los que el F¨°rum 2004 pretende ser concreci¨®n. Pero una cosa es la buena arquitectura de, por ejemplo, el Auditori de Josep Llu¨ªs Mateo y otra cosa es que esa buena arquitectura se ponga al servicio de pol¨ªticas de tematizaci¨®n, terciarizaci¨®n y reapropiaci¨®n capitalista de la ciudad. Una cosa son espacios p¨²blicos de calidad y otra cosa son espacios p¨²blicos monitorizados e hipervigilados. Una cosa es urbanizaci¨®n y otra muy distinta lo que el ge¨®grafo Francesc Mu?oz ha llamado, titulando un excelente libro suyo, urbanalizaci¨®n, es decir, triunfo absoluto de lo f¨¢cil en el dise?o de ciudades.
En realidad, todo el proyecto del F¨°rum 2004 est¨¢ orientado desde una concepci¨®n visionaria de Barcelona, sue?o de un espacio racional, higi¨¦nico y desconflictivizado, habitado por ciudadanos libres y responsables que se avienen en todo momento a colaborar y que asisten entusiasmados a las puestas en escena mediante las que el poder pol¨ªtico se exhibe en todo su esplendor. Una vez conseguida la coherencia en los planos y las maquetas, una vez dispuestos los ornamentos y las proclamaciones, ya s¨®lo hay que esperar que la ciudad as¨ª concebida se despliegue victoriosa sobre una sociedad urbana hecha de fragmentaciones, incongruencias y luchas. Basta una buena planificaci¨®n para que el orden de la representaci¨®n se imponga sobre el desorden de lo real.
Pero las cosas no son as¨ª. Se ha querido justificar la actividad de las excavadoras con un encuentro fraternal entre las culturas, que entonar¨¢n un canto a la paz y a la convivencia mundiales. Pero todo ello en una ciudad donde rigen leyes injustas y donde se prodigan actuaciones gubernativas que luego han de verse denunciadas por instancias internacionales de vigilancia de los derechos humanos. La Barcelona de Gaud¨ª, de Mir¨® y de Cerd¨¤ es tambi¨¦n hoy la Barcelona de Garc¨ªa-Valdecasas. Y eso no se puede olvidar. No se puede con una mano organizar una especie de macrofiesta de la diversidad de alto dise?o y con la otra tolerar que en Barcelona existan centros de internamiento para inmigrantes que han cometido el error de creer que todos los seres humanos nacen libres e iguales.
Hubo un momento en que Barcelona perdi¨® toda legitimidad para convocar ese maravilloso abrazo universal de las culturas. Fue la tarde del 16 de agosto del a?o pasado, cuando la polic¨ªa atrap¨® en masa, como si fuesen animales, a m¨¢s de 160 inmigrantes sin papeles que hab¨ªan acampado en la plaza de Andr¨¦ Malraux, uno de esos magn¨ªficos espacios p¨²blicos reformados de los que tanto presumen nuestras autoridades. Luego pudimos asistir al alucinante espect¨¢culo de la polic¨ªa patrullando por las calles de los alrededores, cazando uno a uno a los que hab¨ªan conseguido escapar. Todo ello sucedi¨® con el conocimiento y la aprobaci¨®n de nuestras instituciones, incluido el Ayuntamiento, que orden¨® a su Guardia Urbana que cerrase los accesos de la estaci¨®n de metro de Arc de Triomf, para que ning¨²n 'ilegal' pudiera huir por los pasillos o los t¨²neles.
El 'multiculturalismo' en Barcelona es la imagen que al d¨ªa siguiente publicaba la prensa, de unos polic¨ªas cargando como un venado reci¨¦n abatido a uno de los inmigrantes acampados. El F¨°rum 2004 hubiera podido ser a lo mejor una ocasi¨®n para el debate social e intelectual que hiciera el elogio de la pluralidad y la denuncia de la desigualdad, pero las cosas no apuntan en esa direcci¨®n. Demasiadas instituciones, demasiadas multinacionales y demasiado dinero para creer que el F¨°rum pueda ser, como mucho, otra cosa que un gran parque tem¨¢tico al que se invitar¨¢ a todo tipo de capitostes y gur¨²s, y en que la diversidad humana ser¨¢ exhibida como un grandioso y amable show de luz y de color. Un circo.
Manuel Delgado es profesor de antropolog¨ªa en la Universidad de Barcelona.
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