Los autorretratos de Max Beckmann reconstruyen su vida
El Pompidou abri¨® ayer una amplia antol¨®gica del artista alem¨¢n
Un centenar de pinturas, sesenta obras sobre papel y tres esculturas muestran desde ayer en el Centre Georges Pompidou, y hasta el 6 de enero, la trayectoria de uno de los grandes artistas del siglo XX. La antolog¨ªa de Max Beckmann (Leipzig, 1884-Nueva York, 1950), cuya obra est¨¢ atravesada por los ismos del pasado siglo, ser¨¢ presentada el pr¨®ximo a?o en Londres, en febrero, y en Nueva York, en junio.
Max Beckmann vivi¨® a?os dif¨ªciles: fue camillero durante la I Guerra Mundial, engros¨® la lista nazi de artistas degenerados en 1937 y tuvo que exilarse, perdi¨® prestigio y situaci¨®n entre 1937 y 1947, a?o en que pudo al fin marchar a EE UU, donde morir¨ªa poco despu¨¦s.
Admirador confeso de C¨¦zanne, Manet y Delacroix, y secreto de Picasso, Braque y Chagall, Beckmann es un alem¨¢n que dice de s¨ª mismo 'haber emprendido una educaci¨®n europea en Weimar, Florencia, Par¨ªs y Berl¨ªn'. Ese aprendizaje est¨¢ salpicado de autorretratos, desde una tinta de 1901 en que se presenta gritando como un personaje de Munch, hasta la maravillosa pintura de 1950 en que aparece rejuvenecido, apurando un ¨²ltimo pitillo y dispuesto a entrar en la eternidad con una chaqueta de un azul deslumbrante. Por el camino hemos visto otros Beckmann, siempre muy serio, a veces perdido entre volutas de humo (1916), en otras sorprendido en su tarea de enfermero (1915), las m¨¢s posando para desafiar al mundo, ya sea brindando con champ¨¢n (1919), con un pa?uelo rojo anudado al cuello y haciendo rechinar los dientes (1917), como payaso serio de su propio circo (1921), con traje y corbata, ce?udo superviviente de la revoluci¨®n espartaquista (1923), burgu¨¦s sombr¨ªo y elegante en su smoking nocturno (1936), miembro distinguido de la comedia humana en un retrato de cuerpo entero y frac (1937) o, m¨¢s sencillamente, como pintor ensimismado y riguroso (1945).
Exilio
La exposici¨®n es un aut¨¦ntico descubrimiento para el p¨²blico franc¨¦s que no hab¨ªa visto reunido desde 1931, a?o de una m¨ªtica exposici¨®n en la galer¨ªa Renaissance -36 pinturas- un conjunto de tanta calidad. Esa ausencia del panorama galo se explica tanto por su condici¨®n de alem¨¢n -los museos franceses sintieron una pol¨ªtica reticencia por todo lo germano desde 1870- como por el exilio: m¨¢s de un tercio de las telas y dibujos procede de los EE UU y s¨®lo dos obras de Francia, de Gran Breta?a y una de Espa?a, siendo el resto propiedad de museos alemanes o de particulares.
La tradici¨®n figurativa que perpet¨²a Beckmann est¨¢ atravesada de expresionismo, nueva objetividad, cubismo y de todos los grandes ismos de los que fue contempor¨¢neo, pero nunca se deja llevar por la norma de esas academias de la ruptura. ?l habla de la t¨¦cnica de la 'autohipnosis' -una variaci¨®n del m¨¦todo 'paranoico-cr¨ªtico' de Dal¨ª- para explicar la dimensi¨®n simb¨®lica de muchos de sus cuadros, surgidos del sue?o. En varios tr¨ªpticos, Beckmann presenta al artista como un rey que se sobrepone a las miserias de la vida, que lucha contra el peso de la memoria y del destino,que escapa al circo, al casino, a las fiestas mundanas o al burdel. Los grandes mitos reaparecen, Ulises lucha contra las sirenas, ?caro cae entre rascacielos, gigantescos peces eucar¨ªsticos cruzan ante una confusi¨®n de ojos de buey, regresa el hijo pr¨®digo y, en definitiva, lo eterno se asoma de manera expl¨ªcita entre las figuras y se instala en el mundo de Beckmann.
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